sábado, 10 de abril de 2010

Unas 20 jóvenes que fingen pertenecer a oenegés roban a los turistas en las escaleras de las fuentes de Montjuïc

InfoSord-Barcelona
Por David Placer

Las timadoras, rumanas, acorralan a las víctimas en las plataformas de salida de los elevadores

No hay turista que suba desde la plaza de Espa-nya a Montjuïc por las escaleras mecánicas que no se los tropiece. Varios grupos de gitanos rumanos menores de edad que fingen ser miembros de oenegés abordan a los turistas a su llegada a las fuentes. Como si se tratara de un peaje obligado, les piden dinero para asociaciones de sordomudos, de niños huérfanos en Francia o para minusválidos en España. Al final, el resultado suele ser el mismo: los visitantes incautos se quedan sin cartera y sobrevienen la confusión y los gritos.
La táctica es rutinaria los días de sol. Grupos de cuatro personas rodean a los turistas con carpetas, les piden su firma y dinero. Si el visitante saca la cartera, el procedimiento habitual suele ser el tirón y la falsa oenegé sale corriendo y se pierde entre los arbustos. Si, por el contrario, el visitante se niega a dar dinero, lo entretienen, le bloquean el paso e intentan sustraerle la cartera o el monedero.
La ubicación es inmejorable para la táctica delictiva: la inmensa mayoría de los visitantes que suben a Montujïc desde la plaza de Espanya atraviesan los estrechos puentes peatonales de la avenida María Cristina y suben por las escaleras mecánicas. Casi ninguno se libra del abordaje. En la plataforma final de un tramo de escaleras, los turistas se ven rodeados y no tienen espacio suficiente para librarse.
Las facilidades que ofrece la ubicación a los carteristas ha hecho que otros grupos, como parejas de mediana edad y jóvenes marroquís, acudan también a las escaleras a abrir bolsos y mochilas.



ACCIÓN VELOZ

El jueves pasado al mediodía, cuatro chicas aguardaban a los turistas en el primer tramo de escaleras mecánicas que comunica las fuentes con el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC). Allí, lograron detener a dos griegos. Uno de ellos accedió a dar su colaboración y sacó su cartera para darles unas monedas. En ese momento una de las chicas intentó arrebatarle la billetera, pero fracasó. El hombre gritó Police! sin mucho ánimo. Las chicas no prestaron atención y continuron con su rutina. «Me dijeron que les diera dinero para una asociación de minusválidos y me intentaron quitar la cartera», explicó el turista.
Pocos minutos después, una familia argentina, un matrimonio y sus dos hijas, fue interceptada, pero no accedió a dar dinero. Las menores insistieron y bloquearon el paso de las jóvenes. En pocos segundos, una de las turistas se percató de que tenía su bolso abierto y le faltaba el monedero. Se puso nerviosa, regresó, pidió explicaciones... Ante la acumulación de gente, una de las falsas voluntarias arrojó al suelo el monedero que había sustraído segundos antes. Los redactores de este diario avisaron a la víctima de que acababan de arrojar su monedero al suelo. La mujer lo recogió y, sin pronunciar palabra, sin soltar ninguna recriminación, huyó rápidamente. Cuando se retiraban, una de las chicas que participó en el robo le hizo una útil recomendación: «Tienes que tener más cuidado con tus cosas», y siguió pidiendo dinero.
Tras el incidente, la turista detalló lo ocurrido. «Tenía el bolso colgado en la parte de delante. No me di cuenta de que me lo abrían. Todo ocurrió en segundos», dijo Marcela Rosales, de 30 años.
Los trabajadores de los chiringuitos de la zona aseguran que los hurtos ocurren varias veces al día en diferentes puntos y frecuentemente echan a los carteristas de las terrazas para que no molesten a los clientes. «Tienen gente que les advierte de la llegada de la policía. Hay algunos que tienen la llave del párking municipal y se esconden allí cuando llegan los agentes», explicó un encargado.

REINCIDENTES

Los Mossos d’Esquadra aseguran que, pese a los constantes dispositivos de seguridad que despliegan en la zona, su acción se ciñe a lo que les permite la legislación. La mayoría de los miembros de la red son mujeres reincidentes que no suelen robar más de 400 euros, porque saben que así serán juzgadas por cometer una falta, sin más consecuencias. El jueves pasado, los Mossos arrestaron a dos, una de las cuales acumulaba 20 detenciones.
Los comerciantes dan fe de la frustración de los agentes que, tras detener a las carteristas, vuelven a encontrarlas pocas horas después. La policía explica que muchas, que también han sido identificadas en la Sagrada Família, son menores, por lo cual son puestas a disposición de la fiscalía de menores. La mayoría paga una multa por falta y vuelve a delinquir.

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