Cómic, mobiliario, arte o cine: nada se le resiste a este valenciano adoptado por Barcelona que se hizo famoso dibujando un perro, Javier Mariscal, Diseñador
El nombre de Javier Mariscal (Valencia, 1950) estará asociado por siempre jamás a Cobi, la mascota de los Juegos de Barcelona, que causó cierto susto en su nacimiento en una España más hecha a la estética del Naranjito; mucho ha llovido desde entonces, y la palabra 'diseño' ha pasado a formar parte del vocabulario de cualquiera. Lejos de acomodarse en su papel de pionero, Mariscal no deja de ampliar su campo de acción y sigue investigando, probando y trabajando. Esta semana participa en el seminario de la UIMP 'Lo próximo. Lo necesario. Un reto permanente: lugares contemporáneos de convivencia', que estudia el espacio urbano contemporáneo.
-¿Es Cobi, el perro de Barcelona'92, su criatura más personal?
-No, mi criatura más personal es los Garriris y Julián, que era el perro pescador, mucho antes, como diez años antes de Cobi. De todas maneras, todos mis trabajos son muy personales. Por ejemplo, Rita -y Chico, pero sobre todo Rita- es un personaje que me lo he trabajado mucho y llegas a enamorarte de ella como personaje. Es la protagonista de la película 'Chico y Rita'. Entablas un diálogo con todos los personajes que dibujas y ellos te hablan desde el papel. Siempre. Te dicen 'llévame a la playa' o no... Por ejemplo, Rita estaba muy contenta cuando le dibujé los vestidos que triunfan en Nueva York. Sobre todo, estaba muy contenta -yo lo vi- cuando le dibujé el traje de Christian Dior en el 54. Pero sí que hay una relación muy personal con todos los personajes. Con Cobi también, claro.
-Los diseños de logos son lo más visible, pero quizás prefiera otros trabajos más creativos...
-Yo no tengo ningún tipo de preferencia. Primero: creativo es todo. Es como respirar. Desde que nacemos, todos somos creativos, y continuamente, en cualquier actividad nuestra, utilizamos la creatividad para hacernos la vida más fácil. Los humanos somos muy creativos y continuamente estamos utilizando la creatividad. Los logos son igual de creativos que cualquier otro trabajo; son más abstractos y tienes que conceptualizar mucho más que en otros trabajos que son más ilustrativos.
-¿Qué es lo que une, además de ese espíritu creativo, labores tan diferentes como un disco, un club, un ciprés de piedra y una película de animación?
-Pues no tengo ni idea. Yo me veo como un comunicador, que está comunicando con una de las profesiones más antiguas -que no es la prostitución, ni mucho menos-, que es el grafismo. Nosotros, como humanos, empezamos a comunicarnos con gráficos y todos estos trabajos que nombras tienen una cosa en común que es la comunicación, comunicarse entre la sociedad. Nosotros somos como un instrumento y tratamos de ayudar a que nos entendamos mejor con estos elementos.
-Azar, ingenio, talento, disciplina,... ¿De qué depende la creación?
-El diseño viene a partir de un encargo, y un encargo es una institución, una empresa, un particular que tiene un problema, que en principio es de comunicación. Este problema te lo pones encima de la mesa y tratas de encontrar la mejor solución. El azar yo lo uso mucho, pero al mismo tiempo hay que reflexionar muy bien sobre los problemas que tienes y encontrar siempre una sorpresa. Yo utilizo mucho la metodología del juego, que cuando somos niños aprendemos, y que es un sistema de pensamiento muy científico y que funciona muy bien: es saber jugar, decidir que una piedra es un avión y todos los niños nos ponemos a jugar y elaboramos un discurso y nos lo creemos al mismo tiempo. Hay mucha gente que llega un momento que, cuando son mayores, deciden que ya no es un avión, que es una piedra. Yo creo que la gran mayoría de diseñadores y arquitectos y gente que trabajamos con la imagen, muchos nunca hemos dejado de utilizar el juego como elemento para crear, para inventar. Nosotros continuamente estamos innovando, como los periodistas estáis innovando el lenguaje: no se escriben las noticias como en los años 50, y los periódicos son muy diferentes. Nosotros también, como diseñadores, necesitamos, nos lo pide la sociedad, innovar en el lenguaje visual.
-'Interdisciplinar' es un concepto que está de moda. Usted lo ha practicado toda la vida...
-Me encantó que en los 90 apareciera esa palabra, porque en los 70 y, sobre todo, 80, me insultaban porque no acababan de entender por qué yo tocaba tantas teclas o me pasaba de disciplinas diferentes. Siempre era esa frase de que 'quien mucho abarca poco aprieta'. Yo creo que el que abarca poco aprieta mucho.
-Suele hablar de comunicar emociones y generar ilusiones. Podría diseñar un político que practicara esa filosofía...
-No, no, eso no se puede diseñar. Las personas nacen y se hacen. El sistema de diseño -quizás antes de existir como tal- lo utilizaban ya los arquitectos; hoy en día está como muy instaurado en nuestra sociedad, y desde un banquero a un psicólogo o un político, utilizan la metodología del diseño para desarrollar los trabajos. Un político no se diseña, es una persona y él solo se va haciendo, aprendiendo de su experiencia y su psicología. Para mí un buenísimo ejemplo de un buen político siempre ha sido Pasqual Maragall, el alcalde de Barcelona que luego fue presidente de Cataluña. Él era y es una persona siempre con muchas antenas para entender la sensibilidad, los problemas, y saberlos encauzar de una manera como muy emocional al mismo tiempo, y siempre tratando de innovar. Pasqual Maragall lo que hizo mucho es rodearse de buenos equipos y dejarse asesorar muy bien y encontrar las personas adecuadas. Para mí es un ejemplo de un buen político.
-Haciendo un juego de palabras con el título del seminario, ¿lo más próximo es lo más necesario?
-Pues no lo sé. Me cuesta mucho reflexionar y no tengo yo la cabeza muy ordenada. Me imagino que muchas veces sí. Lo que sí que es verdad es que en una sociedad que el problema que tiene es tener agua o poder comer hoy, pues lo más necesario es eso; en nuestra sociedad, que ya es muy sofisticada, pues no sé. No te lo sabría responder.
-¿Es posible diseñar la convivencia?
-Más que diseñar nosotros continuamente, como sociedad, tenemos mil recursos, instituciones, canales de interrelación entre nosotros como pequeñas comunidades, como asociaciones, pero también como individuos. En los procesos sociales y de convivencia, y de evolución de la filosofía de la sociedad, primero comienza a haber gente que reflexiona y empieza a 'nombrar' la cosa. Un ejemplo muy tonto podría ser que en el siglo XIX había estudios científicos de universidades inglesas que trataban de demostrar que el cerebro de las mujeres era más pequeño que el de los hombres; en los años 30 ya era un clamor el que en París y Francia pedía el voto para las mujeres; durante todos los primeros años del siglo XX las mujeres empezaron a decir 'somos iguales y tenemos derecho a votar y somos personas'. Y llega un momento que hoy en día ya es algo que está más que admitido que mujeres y hombres tienen el mismo derecho a votar. Son procesos largos. Los derechos humanos, igual. He tenido mucha relación con colectivos de sordos. En 1920 había un discurso de un científico que se dedicó a trabajar mucho con los sordos de Barcelona tratando de demostrar a alcaldes, políticos y gente importante de la sociedad catalana, que los sordos no eran animales, sino personas que tenían esta discapacidad. Se va evolucionando, hay alguien que empieza a pensarlo, empieza cada vez más la gente a nombrarlo, se empieza como a tomar conciencia y, al final, es algo evidente.
-Cuénteme, ¿cuáles son sus próximos proyectos?
-Estoy arrancando una historieta larga de cómic, de bastantes páginas, sobre los años 70, los personajes de toda la vida míos, los Garriris, y será una novela gráfica. También estamos con un proyecto muy importante de un gran centro comercial, donde estamos haciendo toda la identidad gráfica, visual y arquitectónica; estamos tocando mucho la arquitectura exterior para darle identidad. Estamos haciendo ciertos trabajos con Japón... También con Fernando Trueba, intentando trabajar para hacer una nueva película de dibujos animados... Vamos haciendo cosas.
-¿Los proyectos de encargo le encorsetan o se presupone la libertad de actuación?
-El diseño yo lo definiría como un trabajo en el que existen unos grandes límites: de presupuesto, de tiempo, de tecnología... Si no hay esos límites, es muy difícil. Si alguien te pide 'cuando estés inspirado, diséñame una silla', no te sirve de nada. Necesitas saber qué tipo de silla: interior o exterior; para trabajar, para comer; de plástico, de madera, tapizada, con ruedas, de alta gama, de qué precio, con qué tecnología, quién va a producirla, quién la va a distribuir, apilable o no... toda una serie de cosas. No se puede diseñar sin límites: es preciso conocerlos en cualquier encargo. Gracias a esos límites puedes diseñar, si no es imposible.
-¿Qué diseño le sugiere la ciudad de Santander?
-Santander tiene una identidad tan potente y tan fuerte... Está el mar, la montaña, el verde y el color de este mar, de este mar bravo, con estos puertos casi naturales... Para mí es una riqueza, es un paisaje rico en el mejor sentido de la palabra, que te encanta, y más si vienes del Mediterráneo. Tiene unas montañas altas muy presentes y un litoral que yo diría 'enrrollao', en el sentido de que no es nada aburrido, te sorprende y te ayuda a estar viendo todo el rato un horizonte y al mismo tiempo una especie de entradas y salidas del mar. Y la misma ciudad te sorprende, porque no está mirando al Cantábrico, sino a Castilla, que es muy curioso. Es una ciudad con una gran identidad. Santander es Santander.