sábado, 23 de julio de 2011

Desde ahora, nadie puede hacer oídos sordos a esta ley

  • Hipoacusia. Los recién nacidos tendrán acceso obligatorio a la detección temprana de la enfermedad. La atención estará garantizada.

El Gobierno nacional reglamentó la Ley de Hipoacusia, que garantiza la detección temprana y atención de la sordera infantil. A partir de ahora, esas prácticas deberán ser incluidas entre las prestaciones obligatorias de las obras sociales y entidades de medicina prepaga. La norma, firmada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y publicada ayer en el Boletín Oficial, apunta a asegurar desde el Estado la detección y tratamiento tempranos de un problema que afecta a entre 700 y 2.100 recién nacidos por año.

Al garantizar el descubrimiento y atención inmediata de la sordera infantil, el Estado puede promover el desarrollo del lenguaje y la integración social en los niños que sufren esa dolencia. Además, en el programa también está contemplado la entrega del primer par de audífonos e implantes cocleares, en forma gratuita, a los niños con signos de disminución auditiva y que no posean ningún tipo de cobertura social.

En los fundamentos de la medida, el Gobierno nacional hizo hincapié en que la precocidad en la realización de los estudios exploratorios resulta de fundamental relevancia porque advertir las deficiencias a tiempo permite iniciar una rehabilitación temprana.

Un problema de todos. De acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la incidencia de la hipoacusia es de cinco cada mil recién nacidos en todo el mundo. En los casos de hipoacusias moderadas a profundas, las cifras oscilan entre 1 y 3 por mil neonatos, mientras que los valores de las hipoacusias severas a profundas se sitúan aproximadamente en 1 de cada mil bebitos.

En Argentina, afecta a entre 700 y 2.100 niños al año. La discapacidad auditiva constituye el 18 por ciento de las discapacidades en el país, la cual se reparte en un 86,6 por ciento de dificultad auditiva y un 13, 4 por ciento en sordera.

La sordera, es decir la falta de capacidad para escuchar sonidos, puede producirse por factores hereditarios, congénitos y adquiridos desde nacimiento o a lo largo de la vida. Las causas son numerosas.

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