viernes, 11 de noviembre de 2011

Entrevista Monseñor Santiago Agrelo

GENTE


Monseñor Santiago Agrelo inauguró ayer en Murcia el curso académico del Instituto Teológico de Murcia OFM, centro agregado a la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Antonianum. Agrelo, arzobispo de la mítica ciudad marroquí Tánger, pronunció la lección magistral, titulada 'Para hacerse nuestra paz, la Palabra se hizo nuestra', coincidiendo precisamente con la Jornada Mundial por la Paz.
El arzobispo de Tánger hizo sus votos perpetuos en la Orden Franciscana en 1963 y fue ordenado sacerdote en el 1966. Durante tres años completó los estudios de Teología, con la especialización en Liturgia, en el Pontificio Ateneo Anselmiano de Roma, donde obtuvo el doctorado, y en 1970 se incorporó como profesor de Liturgia en la Pontificia Universidad Antonianum de Roma. El Papa Benedicto XVI le nombró arzobispo de Tánger en 2007.
-¿Resulta complicado para un arzobispo católico como usted convivir con una población mayoritariamente musulmana?
-La situación para los católicos en el Norte de África varía bastante según la localidad. Concretamente en Marruecos los cristianos nos movemos con total libertad.
-¿Pueden hacer proselitismo religioso?
-No. Tenemos libertad de culto y una inusual libertad de acción social. Los problemas por proselitismo que han surgido en ocasiones no afectan a las iglesias que estamos establecidas en Marruecos, porque aceptamos las leyes marroquíes. Los problemas surgen cuando llegan otras comunidades, generalmente de América, y tratan de iniciar actividades distintas. Ocurre que a Dios tratamos siempre de hacerlo a nuestra medida, y de ahí nacen los conflictos.
-¿Cómo ve la población marroquí la labor de la Iglesia Católica?
-En Marruecos la iglesia está aceptada y es bastante respetada; en muchos aspectos se la admira por su acción social, que ven como una fuente de privilegios. Todo es fruto de la experiencia de más de cien años de relación, que permite mantener ese equilibrio de convivencia.
-¿Qué obras realiza la Iglesia Católica de Tánger?
-Desde la delegación diocesana atendemos la inmigración interna y la que va de paso hacia Europa. Es un desafío enorme. También tenemos una escuela de sordomudos, y un centro de acogida para niños discapacitados. Tenemos en proyecto de poner en marcha otro centro para la atención de discapacitados profundos. Tenemos escuelas de capacitación de la mujer, donde no solo las preparamos para la vida, sino que las ayudamos a ser más libres, dentro de lo posible en una sociedad islámica. Disponemos de un centro de acogida para niños de la calle, en situación de riesgo, donde apoyamos a los menores que nos deriva la autoridad marroquí. Y, además, está la labor de Cáritas con los pobres. La colaboración de la iglesia con los más desfavorecidos es constante. Me parece un milagro que siendo una iglesia tan pequeña en Tánger podamos llegar donde llegamos.
-¿No es peligroso convivir con los fundamentalistas?
-Los creyentes parece que tenemos más miedos que esperanzas. Y la esperanza nos da derecho a soñar con un mundo mejor en solidaridad, justicia y compasión. Con el mundo que comenzó Jesús de Nazaret. Los temores tienen que ver con las viejas actitudes. Detrás del fundamentalismo, de Al-Qaeda, lo que hay en realidad es ansia de poder.
-¿Por qué existe esa especie de adoración por el rey de Marruecos entre sus súbditos?
-Es difícil hacer una valoración de esta cuestión. Sé que es muy bien recibido por donde pasa. Creo que ese respeto del pueblo por la figura del rey se debe a su vinculación como figura religiosa. El rey es el jefe o comendador de los creyentes y existe una especie de atracción y misterio en su figura para los creyentes.
-¿Qué opina de lo que ha sucedido en Egipto con los coptos?
-Tenía esperanza en que la caída del régimen anterior de Mubarak diera paso a una mayor democracia. Los coptos en Egipto no son extranjeros, sino egipcios con todos sus derechos. También me preocupa Libia. ¿Qué será de ellos? Uno sueña con algo mejor. Con la muerte de Gadafi se me encoge el corazón, es la misma falta de humanidad de siempre.
-¿Qué opina de las próximas elecciones?, ¿habrá algún cambio?
-No lo sé, hablaré de eso al día siguiente. Siempre ha habido una participación escasa entre la población marroquí; de todas formas en las últimas elecciones sí hubo un porcentaje bueno, quizás la gente podría pensar que es necesario un cambio y se motive.

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