domingo, 13 de marzo de 2016

IVÁN, EL BILLY ELLIOT SORDO QUE VIVE PARA BAILAR

CULTURA

Nació con sordera bilateral pero sigue el ritmo de la música y acaba de ascender de categoría. Iván Navarro Ruiz tiene 13 años y una pasión: el baile.

Hasta aquí, todo normal, ya que son muchos los pequeños que disfrutan con esta afición, pero pocos los que lo hacen siendo sordos.

Hasta los 18 meses no tuvo su primer implante coclear y hasta los primeros años de cole no habló con normalidad. Pese a ello, este valenciano quiere ser bailarín profesional como el protagonista de la película 'Billy Elliot', aunque a diferencia del personaje de Stephen Daldry tiene el apoyo férreo de su familia.

“Mi hijo con 12 meses, sin oír absolutamente nada y con el chupete se puso a bailar delante de la tele, imitando lo que veía”, cuenta Pilar, su madre, que asegura que en casa han visto a Iván bailar siempre, “tanto con implantes, como sin ellos”. Ahora, el chico acaba de ascender de la categoría Territorial 2 a la 1, en Baile Latino. 

Esto significa que Iván y su compañera Alba Jiménez Noheda han sido una de las tres parejas que mejor lo han hecho a nivel estatal para promocionar bailando samba, cha cha cha, rumba, pasodoble y jive, que son los estilos que componen el llamado baile latino.

Pero significa también que Iván tiene “todavía mucho que trabajar”, ya que el objetivo más inmediato es llegar a la máxima categoría, que es la A, donde normalmente se suele representar a España en los campeonatos, tal y como explica Lorena Costa, profesora actual del chico en la escuela Elite de Valencia.

Lorena está convencida de que Iván llegará a lo más alto, porque tiene cualidades técnicas para hacerlo y porque le gusta mucho el baile. Por eso, ella y su equipo trabajan con él dos o tres veces a la semana con preparación física, técnica y a veces hasta psicológica, para que puedan ir escalando a las categorías C, B y desde allí llegar a la ansiada A.

De la misma opinión que Lorena es David Agramunt, el profesor que ha sido pareja en el programa televisivo ‘Mira quién baila’ de famosos como Rosa López y que se fijó en Iván cuando era más pequeño y vio su “buena planta”. “Lo vi y dije, a este niño tengo que cogerlo yo para darle caña”, recuerda el primer maestro del chico en el mundo del baile, que está convencido de que Iván, “más que escuchar, siente la música” y de que esto no le supondrá en el futuro ningún problema en su carrera como bailarín. 

NACIÓ CON SORDERA BILATERAL 

Iván nació con sordera bilateral, una situación que le diagnosticaron cuando cumplió un año y que resultó “muy dura” para sus padres, a quienes explicaron que para que el niño oyera algo, tendrían que meterle la cabeza en el motor de un avión. Pese a ello, entendieron pronto que si Dios les había enviado esa misión, "por algo sería", como relata Pilar.

Por eso, la familia se levantó y empezó enseguida a tirar para adelante, con la ayuda de profesionales y afectados que habían pasado antes que ellos por la misma situación y el niño se sometió a la primera intervención quirúrgica para ponerle un implante coclear en el oído derecho a los 18 meses y a la segunda, para colocarle el del izquierdo, tres años después.

Pero, desde que se pone el implante hasta que se oye y habla con cierta fluidez pasa tiempo, porque el cerebro tiene que empezar a reconocer los sonidos, con lo que Iván no balbuceó sus primeras palabras hasta los dos años y medio y no empezó a dialogar con normalidad con sus compañeros de cole hasta que comenzó la Enseñanza Primaria, en torno a los seis años. Su madre explica que “no es poner el implante coclear, encenderlo y oír, sino que se requiere de un trabajo exhaustivo y constante”.

“SANTA PAULA”

Pero ese trabajo, beneficioso para Iván, lo fue por añadidura para su hermana Paula, cuatro años y medio menor que él, que de tanto oír a sus padres repetir sílabas y palabras para que las aprendiera el pequeño, fue muy precoz en el lenguaje y ahora tiene “un léxico avanzadísimo”

No obstante, Pilar reconoce que ella y su marido se han centrado mucho en Iván y han dejado “un poco de la mano de Dios” a Paula, que ha tenido que apañárselas sola más de una vez y que, “debido a las circunstancias es una niña muy madura. En casa la llamamos Santa Paula”, dice.

Ahora Iván, con 13 años, es “un niño totalmente integrado en la sociedad”, que cursa segundo de la ESO en el colegio concertado de integración de niños sordos Sagrada Familia de Valencia. Esto significa que hay uno o dos alumnos con discapacidad auditiva por clase y que el centro cuenta con logopeda y profesor de apoyo para estos alumnos. 

Cristina Ricart ha sido precisamente la logopeda de Iván desde que tenía tres años y asegura que es un niño “completamente oralista”, que hace exposiciones orales como sus compañeros y que “participa en todo como los demás”, incluso en las clases de inglés y de valenciano.

En todo menos en el fútbol, un juego que a Iván no le gusta y claro, los recreos se le van haciendo duros, porque a sus amigos les encanta. Él es un entusiasta de los parques acuáticos y de atracciones, donde no hay quien siga su ritmo, y del esquí.

A diario, Iván cambia el fútbol por el baile, algo que le encanta y a lo que dedica mucho tiempo. Además, como ha oído en alguna parte que las personas con discapacidad tienen más problemas que el resto a la hora de encontrar trabajo, se aplica bailando, porque le gusta, pero también porque está convencido de que con él podrá labrarse un futuro profesional.

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