sábado, 23 de enero de 2010

Poner luces donde la vida puso sombras

InfoSord, 22/01/2010
Por Aurelio Paz (Cuba)

El dedo del intérprete ziczagueaba sobre el pecho del otro. Mientras imaginariamente escribía para el joven, el rostro de este se iba iluminando como quien enciende, poco a poco, las candilejas de Chaplin sobre las oscuras calles de un pueblito olvidado. La sordoceguera de aquel muchacho ahora no le impedía conectar su mundo interior con el circundante, el que le era casi ajeno, el que no conocía. La incomunicación apenas era una gaviota pasajera; el corazón, un nuevo puerto.



“La sordoceguera es una limitación bien compleja, porque suma dos discapacidades –afirma el reverendo Noel Fernández, director de la Pastoral de la Discapacidad del Consejo de Iglesias de Cuba y además miembro, por América Latina, de la Red Ecuménica de Defensa de las Personas con Discapacidades (EDAN), del CMI.

“De manera que trabajar con este grupo de personas ha sido una de las experiencias más impactantes de nuestra Pastoral. En Babiney, un pueblito de la provincia Granma, al oriente cubano, existe una pequeña comunidad bautista que tiene, entre sus miembros, a unas doce personas con estas características.

“Cada domingo se desarrolla allí una clase de Escuela Bíblica Dominical especial para ellos. Y algo similar ocurre en la Iglesia de Dios del municipio Río Cauto, en esa propia provincia.

“El origen está en la presencia de una enfermedad conocida como ‘síndrome de Norriet’, localizada en nueve lugares del mundo, según la literatura médica, que discapacita a las personas combinando dos limitaciones; la sordera y la ceguera, de manera que la incomunicación con el mundo circundante es casi absoluta.

“Lograr la comprensión del mensaje de Jesucristo y crear un clima de inclusión en sus respectivas iglesias ha sido uno de los más grandes retos de nuestra Pastoral que, cada año, celebra un Encuentro Nacional de Personas con Sordoceguera de las Iglesias Cubanas.

“Ellos esperan, com ansiedad, su evento. Conmueve verles allí intercambiando experiencias, sonriendo con un humor muy especial, disfrutando de la amistad y del compañerismo, además de llegar a practicar deportes acuáticos, aprender de la Biblia y profundizar en su espiritualidad.

“Pero, también, les hemos ayudado a tener medios de subsistencia, como es el caso del taller de reparación de bicicletas que montamos en la propia comunidad de Babiney.”

Quien habla así es un hombre que no descansa (aquellos que le conocen y le han visto me darán la razón). Hijo de padre ciego, Noel creció con la premonición de su tragedia. Una retinosis picmentaria, como reservorio genético de su familia, le anunciaba, lentamente, que un día no llegaría a ver más el Sol ni el rostro de sus seres queridos; de manera que comenzó a prepararse para ese momento, con una disciplina rayana en lo militar, como quien, en una estación de la vida, tiene que cambiar de tren hacia un destino impreciso.

Tan es así que personas videntes que no le conocen, cuando ha dado una dirección a un chofer que le acompaña, piensan que les está jugando una mala broma, una jugarreta, porque no es posible que pueda, con tanta precisión, lograr describir la manera de llegar a los lugares precisos sin equivocarse.

De niño vivió, por un corto período, en los Estados Unidos. Maestro por vocación y convicción, estuvo internado en las tristemente llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), en los años difíciles en que ser cristiano en Cuba era casi un delito. Siendo uno de los fundadores de la Coordinación Bautista Estudiantil de Cuba (COEBAC) –movimiento cristiano paralelo, como espacio de reflexión y de acción del nuevo pensamiento frente a las estructuras bautistas convencionales–, veía a los pastores cual parásitos de la Doctrina y de la Fe, incapaces de comprender la visión del obrero simple. Sin embargo, la vida, las circunstancias o los destinos de Dios le llevaron a ser pastor de una iglesia por muchos años.

Vinculado al mundo ecuménico desde sus inicios como líder, pidió al Consejo de Iglesias de Cuba, en los ’90, la creación de una pastoral con personas con discapacidad que, en principio, fue rechazada. Sin embargo su persistencia y la evidente presencia de 26 ciegos y cuatro sordos dentro de las congregaciones evangélicas y protestantes cubanas, a partir de una investigación realizada por cuenta propia en aquel entonces, finalmente, permitió el inicio de una labor que, hasta hoy, ha dado a la Iglesia cubana un papel de vanguardia en este sentido.

Su historia daría como para escribir un libro, más este no es el propósito del diálogo. Como uno de los diez asesores que tuvieron la iniciativa de crear una red sobre el tema, se sumó a la propuesta que le fuera presentada al Consejo Mundial de Iglesias em su octava asamblea, en Harare, Zimbawe, durante diciembre de 1998. Un año después, en Nairobi, Kenya, la EDAN fue aceptada como parte de los programas del CMI y, a partir de entonces, el tiempo no le alcanza para moverse en toda la Isla y, a la vez, en los distintos continentes; como la canción del compositor mexicano Armando Manzanero, quisiera él que la semana tuviera más de siete días.

De manera que, a veces, tenso y resabioso, otras sonriente y conversador, a Noel Fernández se le puede encontrar lo mismo en las alturas del oriente cubano que en las de el Chimborazo, entre los indígenas ciegos, realizando un taller de los tantos que ya ha hecho en función de rescatar la autoestima de los más pobres que portan alguna discapacidad y luchando, denodadamente, porque las iglesias, en las distintas sociedades y circunstancias, sustituyan una actitud de lástima por una inclusiva y cercana a los propósitos de las enseñanzas de Jesucristo.

“En estos momentos, de aquella cifra inicial, se reportan 950 ciegos y ciegas, más de 1070 sordos y sordas, que forman parte activa de las iglesias evangélicas y protestantes de Cuba. Aunque, lamentablemente, todavía existen ciertos sectores eclesiales que ven la discapacidad como algo ajeno y sin interés, mientras otros nos siguen tratando con lástima y paternalismo, y ambas cosas dañan nuestra integridad, de manera que, aún, la tarea continúa inconclusa y, por ende, permanente.

“Me preguntas sobre los términos para designar a este sector humano. Es algo que ha sufrido muchas variantes y, todavía, anda en constante evolución. El término de ‘personas con discapacidad’ es el más correcto hasta ahora y ha sido acuñado por la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas, de la que Cuba es signataria. Tanto utilizar términos excluyentes como auto-sobrevalorativos, resulta dañino para una visión inclusiva. Ante todo, y más allá de terminologías, somos PERSONAS y, después agregaríamos, con alguna discapacidad; nunca minusválidos, ni deshabilitados, ni deficientes, ni imposibilitados, ni discapacitados...

“Nuestra misión, lo que nos diferencia de cualquier organismo gubernamental destinado a esta tarea o de las ONG, es, precisamente, capacitar desde el entendimiento de la fe, desde el sentido restaurador y de Esperanza en que Jesús nos educó. Si dejáramos nuestra tarea solo en el aspecto filantrópico, como Iglesia, de poco serviría. La cuestión está en educar a estas personas, y en educarnos todos y todas, en la profundización del conocimiento de Dios, en la lectura de la Biblia desde la perspectiva de la discapacidad y la inclusión. De lo que se trata es de lograr ese otro complemento que nos diferencia de la socidad civil y los gobiernos, lo cual no quiere decir que no tengamos ejes comunes de acción y de intercambio, porque si no estaríamos, también, asumiendo una actitud arrogante y excluyente. De lo que se trata es de ‘globalizar’ la solidaridad y el amor.”

Ante la pregunta obligada de logros y desafíos, Noel responde:
“Sin dudas un aporte del trabajo que realizamos ha sido dotar a la sociedad cubana de un lenguaje de señas para sordos dentro del argot religioso. Si bien este sistema existía en el país desde los años ’90, carecía de términos que aludieran al ámbito de la fe. Por lo tanto, los sordos vivían ajenos a la riqueza de la vida en Jesucristo. Razón por la cual un grupo de portadores de esta discapacidad, biblistas y pastores apasionados por el tema nos dimos a la tarea de crearlo. Éste se presentó al Ministerio de Educación y a la Asociación Nacional de Sordos y, luego de un tiempo, fue incluido en el lenguaje oficial. Resulta decir, como dato interesante, que hoy existen en Cuba intérpretes de este método en más de 400 iglesias evangélicas y protestantes.

“Lo más frustrante... lo más frustrante... tal vez ver que en algunos sectores, por cierto muy pocos, se utilizan a las personas condiscapacidad como una vía para alcanzar posiciones, recursos, medios... Reconocermos que existe cierta manipulación y, aunque algún día tendrán que dar cuentas a Dios, no debemos quedarnos callados; es preciso eliminar esa afrenta condenándola.

“Tanto a la EDAN en América Latina, como a la Pastoral en Cuba, aún les queda por trabajar, fuertemente, en la eliminación de las barreras físicas, sicológicas, de comunicación y, muy especialmente, religiosas. Tenemos, todavía, que convencer a ciertos sectores de la Iglesia en torno a que la discapacidad no es una maldición, ni un castigo divino y, mucho menos, fruto del pecado de la propia persona o de sus antecesores. Como dicen las palabras de Jesucristo a través de Juan 9:3, las personas con discapacidad están así ‘para que la gloria de Dios se manifieste’.

“Estamos en el camino y, aunque queda mucho por hacer todavía, hay huellas ya que inspiran a la continuidad. Cada día son más las iglesias e instituciones teológicas que afirman su compromiso con el tema y admiten que las personas con discapacidades también son ‘imagen de Dios’ y que su inclusión constituye, sin dudas, un signo de vitalidad en su misión.”

A varios años de haber presenciado aquella imagen del traductor escribiendo con su dedo índice sobre el pecho de aquel joven, como quien le siembra al corazón destellos de esperanza que brotan por los ojos, aún la recuerdo y me conmueve, de manera que a Noel, y como cierre, le hago mi última pregunta:
“¿Qué me emociona, todavía, a estas alturas? Ver cómo aquellos que eran marginados por su condición, dentro de las congregaciones, tienen hoy un papel activo de líderes, ganar espacios, superarse, alzar la voz en cualquier podio sin veguensa alguna y poder decir y sumar su punto de vista. Esto era inaudito años atrás. Ese impacto siempre da regocijo y es la respuesta a la pregunta que nos hacíamos, al comienzo, de si todo sería o no en vano. Dios nos ha respondido con creces.”
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