martes, 13 de julio de 2010

Capacitados para el arte

El Museo Picasso y la Casa Natal proyectan reproducir en relieve obras del genio para los invidentes
Museos y teatros dan los primeros pasos para romper las barreras de comunicación y acercar la cultura a todos



En la oscuridad más absoluta, también se ve el arte. Ana Belén Gutiérrez, con una discapacidad visual del 82% e historiadora del Arte en el Museo Municipal del Patrimonio (MUPAM), me invita a hacer la prueba. Con los ojos vendados, me hace de lazarillo mientras subimos por las escaleras. Asegura que es capaz de recorrer el recinto totalmente a ciegas. También lo ha hecho en silla de ruedas... para comprobar por ella misma que se puede.
Sigo sus pasos con mucho cuidado hasta que su voz se escucha con un eco especial y se detiene: hemos llegado a la sala de exposiciones. Coge mis manos y las guía por una escultura. «Toca aquí, ¿notas los dientes? Es una serpiente». Descubro la obra a través del tacto, la cara, un manto... ¿qué es? «¡Una Virgen!». En concreto, «una Inmaculada del siglo XVIII de Fernando Ortiz», explica Ana Belén. Rápidamente, me quito la venda y contemplo la imagen que antes había construido en mi mente... Yo puedo hacerlo, otros muchos no. Pero «afortunadamente», algo está cambiando en la cultura.
Museos y teatros se abren a un público hasta hace poco olvidado y ofrecen talleres, visitas guiadas y programas accesibles a todos. Ya no se trata exclusivamente de superar las barreras arquitectónicas -que aún las hay-, la igualdad en el siglo XXI pasa por romper los obstáculos de comunicación e integrar a las personas con discapacidad (orgánica o intelectual) en las rutas convencionales del arte y el ocio.
Se avanza, sí, pero «sigue siendo un campo hostil», puntualiza Ildefonso Morales, jefe del departamento de servicios sociales para afiliados de la ONCE. «Todavía no hay una apertura al 100%, pero se van dando pinceladas que muestran que todos tenemos el mismo derecho a la cultura», reflexiona Raúl López, concejal de Accesibilidad Universal del Ayuntamiento de Málaga, que se desplaza en silla de ruedas a causa de un accidente de tráfico. «Hay que hacer más; el sordo se siente todavía excluido de la sociedad», señalan desde la Sociedad Federada de Personas Sordas de Málaga (SFSM).
De momento, una frase comienza a ser habitual en algunos recintos museísticos: «por favor, tocar». Así ocurre en el MUPAM, con un área específica de accesibilidad. Las manos se convierten allí en los ojos de quien no ve para poder llegar al arte a través de las esculturas. Las hay integradas en las salas como parte del recorrido habitual -como la Virgen de Ortiz o una alegoría que pertenecía a la base del monumento del marqués de Larios-, pero además el MUPAM reserva un espacio a la exposición permanente 'Sones evocados'.
Otro punto de vista
A través de ella los ciegos descubren la forma de los instrumentos a partir de las creaciones de la artista plástica Ana Sáenz. La población vidente también participa en esta muestra: con los ojos vendados intenta averiguar de qué objeto se trata. «Experimentan una nueva sensación y aprecian el arte desde otro punto de vista», dice Teresa Sauret, directora del centro. Su meta: «permitir que las personas con discapacidad disfruten de los valores del patrimonio como cualquier ciudadano». La visita no termina en el museo. De allí parte una ruta de enlace con la ciudad, con parada en los monumentos urbanos que salpican el parque y calle Larios, y que se dejan tocar.
Llevar la pintura a este colectivo es el siguiente caballo de batalla. El futuro pasa por las reproducciones en relieve de los cuadros para que las personas sin visión puedan percibir la obra. En el MUPAM ya se han realizado doce láminas, ocho de ellas a partir de fotografías que ahora se exponen de Laura Franco; y se trabaja en nuevas creaciones, como el cuadro 'Los desposorios místicos de Santa Margarita' de Il Parmiggianino.
En el Museo Interactivo de la Música (MIMMA) no sólo se permite tocar: «se ruega tocar». Allí las melodías, las vibraciones y el tacto de los objetos son el medio para estimular los sentidos de todo visitante. Personas con necesidades especiales aprenden a diferenciar los instrumentos sólo con las manos, trabajan con las frecuencias del sonido y experimentan con los ritmos. «Empezamos jugando con el propio cuerpo: nos colocamos la mano en la garganta sin hablar, y luego hablamos. Así sienten las vibraciones de las cuerdas vocales y descubren que dentro de nosotros mismos hay un instrumento», explica Sebastián Martín, monitor educativo del MIMMA.
También Picasso se podrá palpar en un futuro. Tanto la Casa Natal como el Museo del malagueño cuentan con proyectos de reproducción en relieve de sus obras. Es un proceso lento, ya que previamente hay que pedir permiso a la familia del pintor. En cualquier caso, nunca se trataría de una copia exacta sino de una adaptación, con determinados aspectos exagerados y deformados.
En el Museo Picasso Málaga han hecho suya la doctrina del genio: «...ya sabes que cada ser humano es todo un mundo», comentó en una ocasión. Es decir, toda persona tiene capacidades y discapacidades. Por eso, en el MPM apuestan por la «inclusión efectiva»: que los invidentes participen en visitas guiadas con otros que sí ven, que las personas sordas lo hagan junto a oyentes y que aquellos con discapacidades intelectuales sean uno más. «De esta forma, el proceso de aprendizaje es mutuo», explica Elena Aparicio, coordinadora de programas educativos y accesibilidad del MPM. Son siempre visitas participativas en las que «ellos son los protagonistas y el educador no guía: es el moderador del debate que se crea».
Pero, ¿cómo se hace llegar una obra de Picasso a quien no la ve o no la entiende? «Se incide en las sensaciones que produce el cuadro. Ante una imagen se pregunta: ¿qué creéis que está pasando? Los videntes responden, y los invidentes hacen preguntas concretas». Así, ante 'Bañista' unos decían que parecía que la mujer se ahogaba, otros que se divertía, que las líneas entre ella y el mar se difuminaban... «Y un hombre ciego dijo: tengo la sensación de que la mujer lo llena todo. ¡Y es así!», apunta Aparicio. «Este trabajo me ha hecho mejor persona; aprendes a no tratar a nadie de manera paternalista ni protectora, sino con normalidad», afirma la responsable de las visitas para personas con necesidades especiales, que patrocina Unicaja.
«Discapacitados invisibles»
Dicen que los sordos son «los discapacitados invisibles». «No sabes que lo son hasta que no les ves hablar en lengua de signos», afirman desde la Sociedad Federada de Personas Sordas de Málaga. Ellos pueden contemplar el arte, pero necesitan herramientas para acercarse a él. La inmensa mayoría son signantes y muchos de ellos -especialmente los adultos- tienen dificultades para comprender los textos porque su estructura lingüística es diferente.
Desde la asociación, se organizan visitas con intérpretes a los distintos museos de la ciudad; pero lo que se persigue es la autonomía. En esta línea, la Casa Natal de Picasso prevé incorporar un dispositivo similar a una PDA -que estará después del verano en centros culturales municipales, como el CAC, Echegaray y Cervantes- que explicará los detalles de las obras en lengua de signos.
Pero «el gran olvidado para las personas con discapacidad» es, según Raúl López, el cine. «No entiendo cómo en la época en la que estamos nos seguimos permitiendo construir salas de cine, que cumplen la ley, pero que nos posicionan a todos en primera fila», lamenta el concejal. No ocurre así en el nuevo Albéniz, de propiedad municipal, en el que se han instalado butacas especiales en distintas filas. Hacer accesible el contenido del séptimo arte es otra guerra. Sólo en el Festival de Málaga se proyecta una película audiodescrita para ciegos. Y quienes tienen dificultades auditivas tienen que acudir a las pocas sesiones que se ofertan en versión original subtitulada. Se dan pasos, pero el camino por andar aún es muy largo.

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