domingo, 15 de octubre de 2017

Helga Stevens, la sordomuda que quiere ser "la voz" del Parlamento Europeo

GENTE  -  POLÍTICA


Parlamento Europeo (UE)


La eurodiputada belga Helga Stevens, sordomuda y candidata del tercer grupo en escaños del Parlamento Europeo a la presidencia que se decidirá la próxima semana en Estrasburgo (Francia), ha explicado hoy a Efe en una entrevista que quiere ser "la voz" del hemiciclo europeo.

Su grupo, el de los conservadores y reformistas europeos (ECR), en el que se inscriben los "tories" británicos, le ha propuesto a la presidencia de la cámara "porque la elección no debería disputarse solo entre los dos partidos mayoritarios, la vieja política".

"Si miras donde estamos ahora en Europa, la crisis que estamos aún viviendo, uno se da cuenta que hace falta aire fresco y por eso me postulo", añadió.

Su lema "tu voz en el Parlamento Europeo" es un guiño a su discapacidad, de la que hace bandera, aunque no quiere ser solo conocida por ser la candidata sordomuda.

Stevens, de 49 años, que asegura ser muy buena "escuchando" a los demás, dice que los debates deberían ser "más vivos y dinámicos" en el hemiciclo europeo, donde por la logística de reparto de tiempos son habituales las imágenes de una grada vacía en pleno debate.

La eurodiputada es uno de los cinco miembros del Parlamento Europeo (PE) con discapacidad (dos sordomudos, un ciego y dos que se desplazan en silla de ruedas).

Stevens dijo que "no es mal número", aunque sean solo 5 de 751 miembros, una proporción muy inferior respecto a la de la propia sociedad que representa el PE.

"Creo que el Parlamento Europeo debería ser más diverso en general. Debería haber más discapacitados, pero también más mujeres, más personas de distintas razas, etcétera", dijo.

Preguntada sobre si está a favor de que se propongan cuotas en empresas e instituciones para personas con discapacidad, del mismo modo que algunos las proponen para las mujeres, Stevens se mostró poco partidaria.

"No creo en las cuotas porque te arriesgas a que la gente sea elegida solo por tener una discapacidad o por ser mujer. La gente debe ser elegida por sus méritos, por lo que pueden aportar", explicó.

Stevens afirmó que, pese a su discapacidad, su trabajo "no es distinto" del de otros eurodiputados, más allá de tener que organizarse cada día con su equipo de intérpretes.

"A los demás eurodiputados también los traducen mediante el sistema de intérpretes en otras lenguas cuando intervienen en los debates", recuerda.

Stevens es sordomuda de nacimiento y pese a que acudió a un colegio primario especial, ha cursado el resto de su formación en instituciones estándar, con el apoyo de intérpretes.

Se licenció en Derecho en la Universidad de Lovaina y después obtuvo una maestría en Berkeley (EEUU).

Activista en varias organizaciones de sordos en su región, en Flandes (Bélgica), su primera incursión en la política fue en 1999, cuando fue elegida senadora en Bélgica por la Unión del Pueblo.

Cuatro años después fue reelegida como parte de la nacionalista Nueva Alianza Flamenca (N-VA, en neerlandés).

La eurodiputada explicó que se metió en política porque "es la forma de conseguir que tu trabajo tenga más impacto en la sociedad".

En la comparación entre los derechos de los sordomudos a uno y otro lado del Atlántico, dada su experiencia estadounidense, Stevens señaló que EEUU lleva ventaja en la protección por ley del colectivo, pero que la UE tiene un mayor número de representantes con discapacidades en sus parlamentos.

"En participación política ganamos a Estados Unidos", dijo orgullosa.

Admiradora de los políticos franceses Robert Schuman, uno de los "padres de Europa", y Jacques Delors, expresidente de la Comisión Europea, "por su visión inspiradora de Europa", señaló que uno de sus proyectos más personales para que el bloque avance es conseguir que las lenguas de signos también sean oficiales en la Unión Europea".

Una de las dificultades de introducir el lenguaje de signos en las instituciones es sin embargo que no existe una única lengua, sino que, en función del país, las señas empleadas son distintas -solo en la UE hay 31 variedades-, lo que implicaría una clara dificultad para los intérpretes de las instituciones, donde ya hay 24 lenguas habladas oficiales.

Aunque algunos Estados miembros ya interpretan el lenguaje de signos durante los debates políticos, como es el caso de España o Finlandia, Stevens lamentó que durante su mandato como diputada en el parlamento belga fracasara en el intento de reconocerlo en el ámbito parlamentario.


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