domingo, 15 de octubre de 2017

Carson McCullers, 100 años después

CULTURA  -  LIBROS


Literatura. Considerada una voz imprescindible de la literatura norteamericana del siglo XX, regresa a las librerías en su centenario, ahora que Seix Barral reeditará su obra completa.

Dos hombres sordomudos llevan una armónica vida en común hasta que uno de ellos comienza a actuar de manera violenta y se vuelve loco.

Ante la mirada asombrada de su comunidad, una mujer fuerte e independiente se enamora de su primo lejano, un jorobado; y este se aprovecha de su confianza para ayudar al ex marido a volver con ella.

Estas son las tramas principales de algunas de las novelas que nos dejó Lula Carson Smith (Georgia, 1917- Nueva York, 1967), conocida como Carson McCullers, una de las narradoras americanas imprescindibles del siglo XX. Este año se cumplen el centenario de su nacimiento y los cincuenta años de su muerte.

Con motivo de la doble efeméride, a lo largo de 2017 su obra completa será reeditada por Seix Barral con nuevos prólogos de Paulina Flores, Cristina Morales, Jesús Carrasco y una traducción, inédita aún en castellano, de un epílogo de Tennesse Williams.

Su universo es una constelación de historias y personajes que encarnaron el imaginario del sur profundo de Estados Unidos: intenso y contradictorio.

Por eso, Carson McCullers fue ubicada junto a autores como William Faulkner, Flannery O’Connor, Truman Capote o Tennessee Williams o la pluma epigonal de Cormac McCarthy dentro de lo que se denominó “gótico sureño”.

Quienes, a diferencia de la novela gótica europea, no recurrían a una cierta oscuridad propia del género para instaurar el suspense previo al terror sino para explorar de manera refractaria el convulso mundo en que vivían en un contexto de cambio de un modelo agrario a uno industrial.

A pesar de esta debilidad por explorar lo grotesco e iluminar a los considerados freaks y su habilidad para amplificar la anormalidad y, de esta manera, normalizarla, que le atribuyeron comparaciones con la fotógrafa Diane Arbus, como lo indica Rodrigo Fresán en el prólogo de El aliento del cielo (Seix Barral, 2007), la diferencia de McCullers con los demás autores del gótico sureño fue que supo expresar la ruptura de la norma con una candidez inquietante, una ternura que evidenciaba el desamparo vital de sus personajes. 

Una ternura que en vez de distanciarnos nos acercan y hasta nos identifican con ellos.

Una diferencia de la que la propia autora era consciente, como se evidencia en esta frase suya, rescatada por la joven promesa de la literatura chilena, Paulina Flores, en el prólogo de La balada del café triste (Seix Barral, 2017): “Yo tengo más que decir que Hemingway, y Dios sabe que lo he dicho mejor que Faulkner”.

Junto a los freaks, los anormales, los deformes, los enfermos mentales y los homosexuales que reprimen su deseo, los personajes que atraviesan por ese periodo de mutación y volatilidad que es la pubertad y la adolescencia habitan de una manera imprevisible y humanamente estremecedora en sus historias.

Así lo hace la inolvidable Mick, una tomboy (marimacho), una niña andrógina que es una apasionada de la música y lucha de manera infructuosa contra ese abrumador mundo exterior que amenaza con invadir su fortaleza interior exponiendo una enternecedora intemperie vital en El corazón es un cazador solitario.

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