domingo, 16 de febrero de 2014

Cumplirá 45 años Rancho Sordo Mudo

EDUCACIÓN

Noticias de México

El Rancho Sordo Mudo, escuela e internado de línea cristiana dedicada a lograr que los niños con discapacidad auditiva logren valerse por sí mismos para que sean independientes a nivel social, cumplirá el próximo 9 de marzo 45 años de haberse instalado en el Valle de Guadalupe.

Lucas Everett, administrador del lugar junto con su hermano Edward, compartió a El Vigía las motivaciones que llevaron a sus padres –Edward y Margaret– a mudarse de Carolina del Norte hasta Ensenada para fundar dicha institución, misma que ha evolucionado en un centro con 27 edificios distribuidos en 270 hectáreas.

El esfuerzo ha rendido frutos, pues a la fecha han ayudado en forma gratuita a alrededor de 400 niños de casi todos los estados de la república mexicana, además de uno proveniente de Honduras, en el aprendizaje del lenguaje de señas mexicanas, inglés, lectura y escritura, así como oficios de carpintería, mecánica, cocina e incluso edición de vídeo. 

Sin embargo, Lucas Everett considera que su labor apenas comienza, pues hace falta crear más conciencia en la gente de que las personas sordas pueden ser productivas, responsables y que pueden valerse por sí mismas. 

El llamado

Cuando Edward y Margaret Everett supieron que su hijo Lucas perdió casi 85 por ciento de la audición, se interesaron en aprender más sobre las personas con discapacidad auditiva. 

En una vista realizada por Edward a Monterrey, Nuevo León, en 1967 aproximadamente, conoció a un niño sordo que había sido abandonado y trabajaba como podía en la calle.
Debido a que no había en México escuelas especiales para personas con discapacidad, el viajero reflexionó que, de alguna manera, recibía un mensaje.

"Mi papá sintió un llamado: por esto yo me volví sordo, por eso ellos aprendieron señas, por eso dedicaron sus vidas a ser misioneros para venir a ayudar a los niños sordos de México”, comentó Lucas.

Los Everett vendieron sus pertenencias y compraron un autobús, mismo que convirtieron en una casa rodante que sería utilizada para ayudar a las personas con escasos recursos. Invirtieron un año en aprender español y el lenguaje de señas. Así, la familia de nueve integrantes –siete hermanos–, realizó el largo viaje hasta la frontera mexicana.

Al llegar a Ensenada, recordó Lucas, la familia se hospedó en una casa rentada y colocaron un letrero en la ventana: "Escuela para sordos”. En dos semanas ya tenían 12 niños viviendo con ellos.

"Vivían con nosotros porque era muy difícil para los padres, por cuestiones económicas, llevarlos y traerlos todos los días. Era más fácil dejarlos con nosotros. En menos de un año compramos este terreno y en principio no había nada. Llegamos antes que cualquier vinícola”, refirió. 

Los Everett comenzaron su nueva vida en una palapa y fueron construyendo poco a poco. 

Para lograr el objetivo fueron apoyados por iglesias y clubes cívicos estadounidenses, mayoritariamente, pues a nivel local no reciben mucho apoyo de los gobiernos. 

Incluso construyeron una casa grande de dos pisos que sirvió como dormitorio pero desafortunadamente sufrió un incendio a las tres semanas de haberla habitado: "Pero mis papás no se rindieron”, destaca Lucas sobre el temple que durante muchos años demostraron sus padres para lograr su visión de tener un centro en el que se pudiera ayudar a niños con problemas de audición.

Dicha historia familiar no ha pasado desapercibida: en 2008 fue presentada una película-documental llamada "Hearing Everett” (http://hearingeverett.com/), misma que fue dirigida por T.C. Johnstone, y que la fecha ha ganado concursos en diferentes festivales a nivel mundial. 

Formación para la independencia 

Los niños viven nueve meses en el sitio, lo que dura el periodo escolar, y aprenden el lenguaje de las señas mexicanas: la educación abarca desde el jardín de niños hasta el nivel de secundaria. Todo es gratuito y los pequeños reciben sus comidas, tienen ropa y lugares para dormir. Incluso cuentan con alberca y una sala que han adaptado como un pequeño cine.

"Casi 90 por ciento de las personas que trabajan aquí son voluntarios: amigos, iglesia o familiares que los apoyan económicamente para que puedan estar haciendo esta labor. Son los maestros, niñeros, los que me ayudan a coordinar la oficina”, comentó Lucas.

El administrador enfatizó en la formación integral que reciben los pequeños, pues además de todo el aprendizaje de tipo escolarizado, tienen pláticas bíblicas y practican deportes como futbol, basquetbol y natación. Incluso, si destacan en sus actividades, tienen acceso a una tirolesa adaptada en la parte trasera del rancho.

"Nuestra meta es que ellos puedan ser ciudadanos productivos, una bendición para México y no otra estadística. Gracias a Dios hemos tenido mucho éxito en esta área”, destacó el administrador.

También reciben visitas constantes de integrantes de otras iglesias provenientes de Estados Unidos, quienes ayudan en la renovación y crecimiento del lugar; en conjunto, ayudan en la formación de los niños e incluso los estimulan a compartir el apoyo con la comunidad del Valle de Guadalupe, pues los estudiantes son llevados a que realicen labores de tipo social y conozcan el trabajo en un "ambiente oyente”.

A pesar de todo el esfuerzo referido, Lucas compartió que en ocasiones tienen que enfrentarse a la ignorancia por parte de muchos de los empleadores, pues muchas empresas no están preparadas para brindar empleo a las personas sordas, aunque hayan probado que pueden ser trabajadores muy responsables.

"Desafortunadamente hay discriminación de que los sordos no pueden aprender nada, pero esto no es cierto: hay sordos abogados, médicos, actores, mecánicos. En el Superbowl jugó un sordo, por el lado de los Seattle Seahawks.
Es lo que les enseñamos aquí: ellos son capaces de hacer todo lo que quieran hacer, pero muchas veces la sociedad –hasta los padres– no entiende. El hecho de que no oigan no quiere decir que no tienen cerebro, corazón, o manos para trabajar (...) En los pocos lugares que sí dan trabajo, me han comentado: ‘qué buenos trabajadores son’. Son muy buenos para trabajar”, destacó Everett.

Hacia una nueva etapa

En los últimos 10 años, los administradores de Rancho Sordo Mudo se han enfocado en una nueva misión: preparar a las personas "oyentes” en la comunicación del lenguaje de señas mexicanas. Para esto, construyeron recientemente un edificio en el que planean dar cursos.

"Queremos empezar a enseñar a más personas. Capacitar a la gente porque no hay una estadística correcta para determinar cuántos sordos hay en México”, lamentó Lucas Everett, pues el estimado a nivel nacional va de "600 mil a 5 millones” de personas.

En Ensenada tampoco es difundido un número preciso, aunque durante una temporada fue el único municipio que contaba con un intérprete a nivel local.

"Es una gran necesidad. Hay un gran porcentaje de adultos sordos y niños que no tienen lenguaje ¿Por qué? No hay escuela donde viven o no quieren ir. Es difícil para nosotros comprender cómo sería nuestra vida sin lenguaje. Nosotros queremos salir a ayudar a más sordos”, resaltó Lucas Everett.


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