La asociación cordobesa de padres de niñas y niños sordos bilingües (Acpansbi) aglutina a matrimonios que quieren que sus hijos aprendan a la vez la lengua oral y la de signos.
Hace más de cinco años que Inmaculada Simón se encontró con la disyuntiva de querer ayudar a su hijo, que tiene una discapacidad auditiva, a expresarse de la forma más óptima posible para él. Tanto su marido como ella querían que su pequeño aprendiera a comunicarse de forma bilingüe, mediante la técnica del oralismo, pero a la vez con el lenguaje de signos. A raíz del impulso de esta familia y de otras nació la asociación cordobesa de padres de niñas y niños sordos bilingües (Acpansbi). Este colectivo, del que Inmaculada es la presidenta, surgió aglutinando a aquellas personas que eligen una opción de vida, enseñanza y comunicación para sus hijos sordos, combinando la lengua oral y la de signos. Acpansbi explica que a través del bilingüismo estos niños acceden a la comunicación y al desarrollo de sus capacidades intelectuales en condiciones de mayor igualdad con respecto a los oyentes.
Para esta misión, este grupo de familias se ha basado en un proyecto y en una apuesta por el bilingüismo llevada a cabo durante una década por profesionales del departamento de educación de la asociación provincial de personas sordas de Córdoba (Appsc). Para ello, estos expertos estuvieron conociendo centros y metodología existente en España acerca de la combinación de las dos lenguas. Después de unos años de uso del bilingüismo, los niños que acuden a las tutorías de Aspansbi están empezando a recoger los frutos de su trabajo. "La propia experiencia de mi hijo me hace ver que la combinación de ambas lenguas es muy positiva", indica Inmaculada. "Nos anima ver su evolución, ya que mientras mi pequeño u otros niños podrían estar jugando en el parque ellos han venido a clase para mejorar sus técnicas de comunicación y el esfuerzo creo que está mereciendo la pena", añade.
Aspansbi atiende a nueve niños y cuenta con unos 60 socios. Subsisten con la ayuda de subvenciones y el trabajo voluntario y extraordinario de tres profesoras de Audición y Lenguaje, una de ellas psicopedagoga y otras dos expertas en lengua de signos, de forma que los niños reciben media hora de clase de este lenguaje y otros 30 minutos de lengua oral. A los padres y familiares se les entrega un deuvedé con el vocabulario básico y también puede aprender la lengua de signos. En el colegio Colón, preferente en la atención de estos alumnos, el próximo curso habrá 7 niños con discapacidad auditiva y lo que piden estos padres es que la figura del cotutor, que apoya al niño sordo, conozca bien cada caso, pues no vale solo con saber la lengua de signos.
Una demanda que realiza este colectivo es que exista un colegio preferente con recursos suficientes para atender a los discapacitados auditivos en todos los cursos y en todas las demandas que les puedan surgir y no distribuir un apoyo en cada centro en el que se presenta un caso.
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