Sara Crespo Borrigo. Profesora y cooperante sordociega
Autoficha
Soy Sara Crespo Borrigo. Tengo 32 años y soy profesora de Educación Infantil especialista en lengua de signos. Me apasiona trabajar con niños sordos porque va relacionado con mi propia identidad. Nací y me crié en Santander y estoy en Menorca para contar mi experiencia como cooperante en la India, algo que haré esta tarde en el Centro Social Sa Nostra de Ciutadella a partir de las ocho.
De la India a Menorca, un gran cambio, ¿no?
He venido para ofrecer una conferencia sobre mi experiencia en la India de la mano de la Fundación Vicente Ferrer. Acabé allí porque realmente me daba igual el lugar siempre que la educación sea de calidad, algo que me satisface y me llena, y ahora estoy aquí porque soy la única cooperante sorda con síndrome de User, lo que supone una pérdida progresiva de visión, y contratada, que conste, ¿eh? (Risas).
Diplomada en Magisterio, auxiliar de clínica, especialista en lenguajes de signos, cooperante. Si no tuviera problemas de visión y de audición ¿qué sería usted, presidenta del Gobierno?
(Risas). No, seguro que no. Estaría en Santander, viviendo una vida corriente, casada porque me vería una persona normal pero las personas con discapacidad vamos más allá porque, de entrada nos enfrentamos a una situación completamente diferente.
Tan más allá que acabó en la india, ¿por qué?
La situación en la que están ellos es mucho peor que la nuestra aunque después de estar tres años allí la experiencia me ha enseñado que en algunos casos están mejor que nosotros.
¿Por ejemplo?
En todos los coles, alumnos y profesores hablan la lengua de signos y aquí no. El oralismo allí no está por encima, aunque no hay logopedas y a veces las personas con problemas auditivos no quieren hablar porque de acuerdo con ideologías ancestrales piensan que no van a poder hacerlo. Lo primero que hay que demostrarles es que sí se puede y en ese sentido yo he sido un referente.
¿Fue muy chocante llegar a la India?
Fue más chocante volver a España después de estar tres meses en Calcuta trabajando con la Madre Teresa en medio de una situación de pobreza absoluta. El tiempo que he estado después yendo y volviendo ha sido diferente, he tomado conciencia de que hay cosas buenas y malas allí y aquí, tal y como decía Vicente Ferrer, la realidad es así y hay que aceptar
¿Cree que somos sensibles a realidades como la de la India?
Depende mucho de la vivencia de cada persona, aunque algunas veces no hace falta viajar para ser conscientes de las carencias.
¿Cuál es el principal mensaje que quiere transmitir hoy?
Que todo es posible, pero ¡TODO! ¿Quién iba a pensar que una persona con deficiencias visuales y pocos restos auditivos iba a estar en la India? Pues he estado, es difícil y cuesta pero yo soy bastante cabezota.
¿Qué otra cosa puedo pensar que no sería capaz de hacer y haría?
Pues por ejemplo dar un concierto o cantar. Pienso que las barreras están en la cabeza de uno mismo. En la India, en la Fundación trabajaba una chica ciega acompañada de su perro guía.
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