Un grupo de 40 sordos vestidos con polos anaranjados recorren de arriba abajo, a pie y en transporte público, la caótica Bombay, la capital financiera india. Conforman Mirakle Couriers, una empresa de paquetería creada en 2009 que crece a pasos agigantados. Por ahora, la mayoría de sus 40.000 repartos al mes son locales, pero mediante alianzas llegan también a otras partes de India y el mundo.
Mirakle Couriers emplea solo a personas sordas y aprovecha sus potenciales: "Al no poder oír, son muy buenos observadores: pueden leer muy bien los mapas, o recuerdan muy bien calles y edificios", explica el fundador y director, el treintañero Dhruv Lakra. Esa es, precisamente, una de las ventajas de la empresa en una ciudad tan grande y tan enredada, donde los códigos postales no siempre coinciden.
Toda la planificación de las operaciones y la comunicación se hace mediante el lenguaje de signos indio, manejado a la perfección por el par de empleados no sordos y por el director. Cuando los repartidores -todos hombres- están ya en ruta y tienen algún problema o duda con la dirección, usan los mensajes de móviles, "una de las formas de comunicación favorita de los sordos". En las dos oficinas que tienen en Bombay, las mujeres organizan las rutas y planean los repartos.
Lakra, que trabajó un tiempo en un banco de inversión, siempre quiso dedicarse a un trabajo social, pero con un negocio que fuera competitivo. "No nos vemos como una organización de beneficencia, sino que les estamos dando las armas para que por ellos mismos salgan adelante. Los empleados, en lugar de ser dependientes de su familia, ahora son ya los proveedores", explica. Por eso ganaron en 2010 el premio nacional de potenciación de gente con discapacidades. Este modelo de negocio se podría aplicar en cualquier ciudad del mundo, dice Lakra.
De acuerdo con la filosofía corporativa, las empresas, además de su hambre financiera, deberían pensar más en su impacto social. "Aunque es importante que aquellas que se fijan en su impacto social también cuiden la sostenibilidad", dice.
Mirakle Couriers, tras dos años y medio de existencia, ha logrado ser sostenible y espera tener ganancias muy pronto. Ha crecido exponencialmente: empezó con dos empleados y ahora tiene casi 50. Antes se limitaban a algunas partes de la metrópoli india; ahora la cubren toda, dice su fundador.
Una compañía como esta tiene un doble reto: luchar contra los estigmas de la sordera y, al mismo tiempo, ser una empresa exitosa. "Pero el trabajo llega a tener un sentido muy profundo", comenta Lakra. Varios de los empleados coinciden, como Bhupesh Bhoir, uno de los repartidores. Con ayuda de un intérprete, asegura que trabajar en Mirakle Couriers le ha cambiado la vida: "Además de tener un trabajo digno y en el que me siento capaz, me ha ayudado a tener amigos sordos como yo".
En India, con 1.200 millones de habitantes, hay unos ocho millones de sordos, de los que el 78% no tiene un empleo porque sufre rechazo social. Y quienes lo tienen es en el sector informal, con trabajos ocasionales, en los que se les paga muy mal por laborar en condiciones inhumanas. Por eso Lakra está convencido de que Mirakle Couriers también ayudará a demostrar que las personas con problemas auditivos son perfectamente capaces de trabajar duro y bien; en algunos casos, mejor que las personas sin deficiencias.
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