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Una meningitis la dejó sin audición con cuatro años, pero fue a los 40, cuando la dependienta de una tienda se cabreó porque no la entendía, el momento en el que Cece Bell comenzó a narrar su historia, primero en un blog y posteriormente en "Super Sorda", un cómic con el que pudo gritar: "¡Estoy sorda!".
"Hace unos siete años, cuando cumplí 40 años, tuve un altercado con una cajera muy grosera en una tienda de comestibles. Estaba teniendo problemas para entenderla, y eso la cabreó porque algunas personas se enojan mucho si no puedes oirlas o entenderlas. Debería haberle dicho que era sorda, pero no podía hacerlo", cuenta a Efe Cece Bell, la autora de este cómic que trae a España Maeva Young.
Durante días, recuerda la autora estadounidense, pensó en esa cajera y en lo "terrible" que la había hecho sentir por no hablar, así que se puso a escribir un blog para "desahogarse", y poco después al leer el cómic "Smile" de Raina Telgemeier se dio cuenta de que la novela gráfica era el "formato perfecto" para narrar su historia.
"Así que dejé de escribir el blog -relata- y comencé a dar forma a muchas de mis historias infantiles en esta novela gráfica. ¡Fue maravilloso finalmente decirle al mundo 'estoy sorda'!".
Pero no sólo este libro de Telgemeier -cómic de perfil adolescente que aborda la importancia de aceptarse a uno mismo a través de una niña a la que le ponen un aparato dental- fue el acicate para animarse sino también el hecho de "preferir" dibujar imágenes para describir sus experiencias en vez de escribir.
"Pero la razón principal por la que elegí este formato -añade- es que los bocadillos de diálogo que se usan en las novelas gráficas me permitieron mostrar al lector exactamente lo que era o no era el oído en diversas situaciones. Esto es algo muy importante que mostrar en una historia sobre la sordera".
Por ejemplo, la autora usa el recurso de ir dejando en blanco los bocadillos conforme va perdiendo gradualmente la audición en el hospital.
"Los bocadillos también me permitieron mostrarle al lector la forma en que experimento el habla como una persona sorda que usa audífonos. Que escuche a alguien hablando gracias a mis audífonos no significa que pueda entenderlos. Tengo que leer los labios para entenderlos por completo", describe.
Con todas estas ideas claras, Bell (Virginia, 1970) optó también por convertirse y convertir a todo su entorno en conejos a modo de "metáfora visual perfecta" para su experiencia.
"Los conejos tienen orejas grandes y una audición increíble. En el colegio me sentía como el único conejo cuyas grandes orejas no funcionaban", reflexiona.
Real "100 %" pero con algunas "exageraciones", "Super Sorda" está compuesto de historias individuales y se centra en los sentimientos de la infancia de Bell. Una narración compleja a la que dedicó cinco años en los que el dibujo fue lo más costoso.
"También trabajé muy duro a lo largo del libro para contar esta historia desde el punto de vista de un niño, no desde el punto de vista de un adulto. Eso significaba tratar de mostrar algunos sentimientos muy complicados con los que no estoy de acuerdo necesariamente ahora. También significaba retratarme con una mala actitud sobre ciertas cosas, como el lenguaje de señas", afirma.
Aunque el lenguaje de signos le parece "impresionante y vital" para un adulto, cuando era niña fue lo contrario.
En cuanto al humor, herramienta principal contra la dureza de muchas de las situaciones del cómic, Bell considera que así también hace que las discapacidades sean "menos atemorizantes para los niños y adultos".
Por eso, según concluye, este tipo de relatos "humanizan" y, si son efectivos, hacen que los lectores "sean más empáticos".
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