La comunidad sorda denuncia que se eliminó hace tres años la
asistencia de 24 horas en los hospitales o juzgados y que deben depender de
familiares para cualquier trámite.
Acudir de urgencia a un hospital, ir al médico de cabecera,
denunciar algo en el juzgado, hacer una gestión en el banco, resolver cualquier
trámite burocrático o, simplemente, estudiar suele ser algo engorroso. Si,
además, es sordo y se tiene que comunicar mediante la lengua de signos, la
tarea es directamente titánica ya que, pese a ser reconocida como una lengua
oficial más en el estado español, son muy pocas las personas que la saben
utilizar y menos los recursos públicos.
La ley exige la presencia obligatoria de traductores de
lengua de signos en el ámbito sanitario, educativo, judicial o administrativo
o, en su defecto, que haya material visual para que la comunidad sorda no tenga
que depender de un familiar o amigo a la hora de hacer cualquier gestión y
pueda hacer una vida más independiente, pero una cosa es lo que dice la ley y
otra la realidad. La Sociedad Federada de Personas Sordas de Málaga (SFSM)
denuncia que solo hay tres intérpretes públicos de lengua de signos -dos de la
Junta de Andalucía y uno del Ayuntamiento de Málaga- para atender la demanda de
3.000 personas sordas en la capital y reclama que, como exige la ley, haya más
personal. "Si vas a un hospital hay un servicio de traducción de idiomas
para extranjeros pero para lengua de signos no. Yo también pago mis impuestos y
no tengo un intérprete ni para hablar con el médico", asegura Daniel
Aguilar, presidente de esta asociación.
El representante de este colectivo en
Málaga afirma además que hace tres años se eliminó un servicio de intérprete de
24 horas en el hospital o el juzgado y no tienen noticia alguna de que se vaya
a recuperar.
La falta de recursos, explican, está disminuyendo las
posibilidades de prosperar de estas personas tanto en el colegio como,
posteriormente, en el mercado laboral. En el ámbito educativo, Aguilar subraya
que la ley exige la inclusión de profesores que dominen la lengua de signos
"pero no los hay". El presidente de SFSM relata que en Málaga capital
solo hay tres colegios de primaria bilingües con lengua de signos, mientras que
en los institutos hay intérpretes durante algunas horas al día pero no para
toda la jornada. "El sistema educativo se ha basado siempre en leer en los
labios, sin tener en cuenta el grado. Eso hace que muchas personas aprendan de
forma más lenta, se aburran y acaben abandonando los estudios", precisa
Aguilar, quien hace hincapié en que "esas limitaciones llevan a que solo
algunos se aventuren a estudiar una carrera universitaria".
Un nivel de estudios bajo o medio no ayuda a la inserción
laboral. "Estamos en desventaja y es una discriminación", reitera el
presidente de este colectivo, quien indica que en las empresas "tampoco se
fían de las capacidades que pueda tener una persona sorda porque nos ven como
personas diferentes y es necesaria una campaña para hacer ver que una persona
sorda se puede comunicar perfectamente leyendo los labios". El problema es
que la persona que no tenga problemas auditivos entienda qué demanda la sorda
al desconocer la lengua de signos.
Los avances tecnológicos han dado un respiro a este
colectivo, que usa, por ejemplo, de forma habitual el Whatsapp para transmitir
mensajes, ver fotografías o vídeos. Los subtítulos en las películas o programas
de televisión también han colaborado de forma activa. Pero eso no impide que esta
comunidad se siga sintiendo apartada del resto.
"Las personas sordas nos vemos invisibles. La sociedad
no nos margina pero nos sentimos inseguros porque la gente no está
acostumbrada", apunta Aguilar. En esta federación se dan cursos de lengua
de signos, pero resulta obvio que en la sociedad en general no existe la misma
preocupación por aprender lengua de signos que inglés o alemán.
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