jueves, 27 de noviembre de 2014

Impulsan en la UNAM modelo bilingüe para integrar a sordomudos a escuelas regulare

 Martina Hall, pasante de doctorado en Lingüística de la UNAM, impulsa un modelo bilingüe-cultural para integra alumnos de nivel secundaria sordomudos a una escuela regular.

Se trata de saber qué dificultades enfrentan los alumnos sordomudos a través del modelo implica enseñar a través de ademanes e instruir a los jóvenes en el manejo del español.

El proyecto es parte de la tesis de doctorado en lingüística de Martina Hall: La integración de alumnos sordos en una secundaria regular bajo el modelo bilingüe-bicultural en la que participan dos instituciones educativas del DF.

La lingüista señala que lo habitual es que al culminar la primaria, el siguiente paso es cursar la secundaria pero en el caso de los sordomudos “hay poca guía en cómo hacerlo. No se sabe qué tipo de adaptaciones requieren”.

Con su proyecto, lo que la estudiante de posgrado quiere es saber qué funciones tienen el español y el lenguaje de señas que aprenden los sordomudos en escuelas especiales o con sus familiares, en el colegio y qué problemas de comunicación se presentan.

“Es un estudio descriptivo, el propósito es describir cómo se ofrece la integración a partir de las interacciones en el salón de educación bilingüe y el papel de la lengua de señas mexicana en ese proceso. Se busca determinar qué inconvenientes afrontan docentes y alumnos”, apunta.

En el proyecto participa una escuela de sordos de nivel primaria, con dos grupos, y una secundaria regular, en la que los alumnos –los que oyen y los que no– reciben la misma instrucción. En la mayoría de las clases no están juntos, sólo en algunos talleres y en ambas cuentan con maestros e intérpretes.

La integración parece fácil pero establecer vasos de comunicación entre dos culturas es complicado. Los exámenes son una muestra donde aquélla se topa con la pared del español, comentó la pasante, pues para un sordo una prueba de matemáticas es un test de castellano. “El niño podrá saber la respuesta, pero si no entiende no contestará”, subrayó.

Ante la SEP, añade, la escuela debe mostrar que todo lo hacen igual, aunque es difícil que así sea, pues aunque se pueda evaluar al sordo con señas “¿cómo demostrar que se integran al mismo nivel y darles la oportunidad de demostrar lo aprendido?”, inquiere la investigadora.

El uso de las lenguas, dice, es otra dificultad. En general, la clase se da en español y alguien traduce. Sin embargo, no es lo mismo que un maestro imparta directamente a necesitar un intérprete, señala.

El papel de este último en un contexto educativo es uno de los puntos a evaluar ya que no es lo mismo realizar esa labor ante un auditorio que frente a una clase con alumnos de 13 a 15 años.

Oficialmente, el intérprete sólo transmite lo expresado de un lenguaje a otro, pero tiene más funciones. Contesta preguntas, deletrea y apoya en español. Describir lo que hace y le piden será tarea de la tesista, pero si está bien o no será decisión de las escuelas participantes.

Conocer o describir a detalle las dificultades de integración ayudará “a establecer los papeles de los participantes para alcanzar una comunicación y una enseñanza exitosa”, afirma Hall.

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