miércoles, 7 de diciembre de 2011

Fantasmas citadinos


SOCIEDAD

El Mercado de Abasto y la Central Camionera de Segunda Clase se han convertido en el refugio perfecto para decenas de indigentes, algunos con problemas de alcoholismo y drogadicción, y otros más con problemas mentales, quienes deambulan cual fantasmas, pues nadie los ve ni los oye.

Con un costal al hombro, el "Trapos" es un indigente que vive hurgando entre la basura en los alrededores de la Central de Abasto.

Su aspecto andrajoso ya no conmueve ni a una mosca. La gente que pasa alrededor lo mira con asco y se hace a un lado.

NO RECIBEN AYUDA

Este hombre es uno de los tantos indigentes que habitan en la periferia de la ciudad, y hasta quienes no llega la ayuda, ni del gobierno ni de ninguna organización no gubernamental.

Los indigentes son fáciles de rastrear en las calles cercanas a este sector de la capital, aunque cabe decir que tienen sus horarios.

Algunos casos aparecen de vez en cuando en la prensa, sobre todo los que forman parte del "escuadrón de la muerte". Otros sólo forman parte de las cifras anónimas de las autoridades capitalinas.

La investigación documental muestra que no hay ningún organismo en el estado de Oaxaca que tenga cifras acerca de la población indigente.

SIN LUGAR PARA LOS ANDRAJOSOS


Las organizaciones privadas que se dedican al altruismo, tienen como fin apoyar sólo a colonias marginadas.

El gobierno, por su parte, realiza brigadas de ayuda para gente con bajos recursos, pero no existe institución alguna que atienda a este sector de la población.

Plazas públicas, las afueras de las casas o los negocios o en los parques, forman el "albergue" temporal de decenas de indigentes que tomaron como escenario de su morada la capital oaxaqueña.

Aunque parecen invisibles, se ven por todas partes: en el centro; cerca de las iglesias; rondando los restaurantes o sentados en cualquier esquina esperando un buen samaritano que en estos días se compadezca de ellos y les deje una ayuda.

TIPOS DE INDIGENTES

De acuerdo con Philodemus (2006), los indigentes se pueden clasificar de la siguiente manera:

1.- Indigente sano física y mentalmente, pero sin calificación técnica o lingüística para desempeñar algún trabajo complejo.

2.- Indigente con alguna discapacidad física, como pueden ser los mutilados de brazos o piernas, los débiles visuales, sordomudos, paralíticos, o quienes están impedidos para valerse por sí mismos por padecer alguna enfermedad crónica y discapacitante.

3.- Los ancianos indigentes que carecen de familia y son incapaces de valerse por sí mismos.

4.- Los indigentes alcohólicos o farmacodependientes sin alteraciones de tipo psiquiátrico.

5.- Los indigentes que sufren algún tipo de perturbación psiquiátrica.

En Oaxaca, la mayoría pertenecen a los tres últimos rangos, y no existe un programa para su rescate.



Los sin techo

Ya olvidados, los indigentes deambulan por las calles de Oaxaca. Ellos son los que duermen donde pueden y los que comen lo que encuentran.

Seguramente detrás de ellos hay muchas historias y secretos. Tal vez alguna vez tuvieron un hogar, familia o profesión; hoy, lo único que tienen son las calles que se han convertido en sus hogares.

Estas personas olvidadas por la sociedad, suelen ser objeto de burlas, agresiones y marginación.

La mayoría de estos individuos tienen serios problemas de salud a causa de enfermedades crónico-degenerativas: diabetes, hipertensión, así como drogadicción y alcoholismo. La falta de alimento, la nula higiene y las altas o bajas temperaturas ambientales a las que se ven expuestos, agravan su situación.

Los indigentes son individuos que perdieron trabajo, familia y dignidad; algunos de ellos por las adicciones, otros por desintegración familiar. Al no contar con un hogar, es común encontrarlos en parques, debajo de los puentes, en inmuebles abandonados o en la vía pública. Muchos de ellos se niegan a recibir ayuda de albergues o instituciones, ya que prefieren ser libres y no tener que acatar reglas de ningún tipo.

Deambulan de un lugar a otro, improvisan casas con cartón, hule o lo que tengan a su alcance; se alimentan de las sobras que recogen del suelo, de la basura o cuando una alma caritativa les obsequia "un taco", el cual, disfrutan como si comieran un delicioso manjar; su calidad de vida es deplorable y su futuro, incierto.

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