martes, 26 de octubre de 2010

Judith Petit: «Intento ser agradecida por las manos que tengo»

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-En publicidad lo que gusta son las manos delgadas, finas, delicadas. Tienes que tener un pulso impecable, y mucha precisión, porque siempre es importante la forma en que coges el producto, por ejemplo, o por dónde entran tus manos en cámara. Lo ideal es que sean lo más pálidas posible, porque cuanto más pálidas son más fácil te las pueden maquillar de cualquier color; entonces puedes doblar unas manos de mulata, de negra, de lo que quieras. Y las uñas... Cuando empecé, hace 15 años, se llevaban pintadas de rojo, largas y puntiagudas, pero este criterio, como casi todos los de la moda, ha evolucionado. Ahora son más cortas, más redondas en el extremo, pintadas con esmaltes naturales.


Las manos de Judith Petit: finas, delicadas, precisas, pálidas. Codiciadas y cotizadas. Y lo mejor: polifuncionales. Porque son las mismas manos -paradigma, definición de la belleza- que todos los sábados, desde el púlpito, interpretan el Evangelio para un centenar de sordos, más o menos, los que religiosamente acuden a la parroquia de Santa Teresa del Niño Jesús, en Barcelona, porque allí se celebra la única Eucaristía deferente: la que pueden comprender.

-Hice un curso. Fue hace unos 10 años. Dado que mi vida se basa... no, dado que mi vida son mis manos, porque es así, mi vida son mis manos... Bueno, quería saber cómo los sordos se comunicaban con ellas. Tenía curiosidad. Quería aprender. Y fue entonces, mientras hacía el curso, cuando supe de esta misa. Asistí por curiosidad y vi que era una misa preciosa, con mucho sentimiento, y me ofrecí voluntaria. Y desde entonces siempre hago la segunda lectura, porque la primera vez que me tocó aún no había acabado el curso y el sacerdote me dijo que hiciera la segunda, que es más corta. Y siempre hago esa. Y ya. Esa es la historia.

-Y... no sé: ¿transmiten algo especial, sus manos? Comunicarse con ellas, en el mundo de los sordos, es... a ver: ¿distinto que con otras?

-Bueno, lo único que sé es que la forma de mover las manos es muy distinta de una persona a otra, y a mí los sordos siempre me han dicho que cuando estoy en el púlpito tienen la impresión de que mis manos... bailan. Bailan, eso dicen. Y eso, en términos de comunicación, significa armonía, delicadeza, claridad. Al tener los dedos largos, se ve que la comunicación la hago muy clara, y que junto las palabras con fluidez.

-Cada sábado. Cincuenta y dos misas al año durante 10 años.

-La verdad es que últimamente he tenido problemas familiares que me han impedido ir, pero sí, han sido 10 años haciendo la segunda lectura. Y a veces, cuando el párroco fallaba... Porque lo bonito que tiene esta misa es que claro, el párroco también maneja el lenguaje de signos, y va traduciendo mientras habla, de modo que los sordos se enteran de todo. Bueno, pues cuando el párroco falla y lo reemplaza otro yo voy y traduzco toda la misa. En general... en general el voluntariado me aporta... qué le digo: sensibilidad. Humanidad.

-¡Ah! ¿Hace más?

-Los domingos voy al Cottolengo. A ayudar. Lo de los sábados es por vocación, digamos, porque me gusta comunicarme con mis manos, pero lo de los domingos es... bueno, por gratificación. Es mi forma de dar las gracias por lo que tengo, por cómo he nacido. A mí me pagan mucho dinero por tener estas manos, y soy consciente de la suerte que tengo, y esa es mi forma personal de agradecerlo.

-Cuénteme. Dónde hemos visto sus manos. Sin enterarnos.

-Uf... Mire: en 15 años he hecho 1.300 trabajos, entre espots y sesiones de fotos. Así que imagínese... Pero bueno, por ejemplo: uno de los primeros trabajos que hice fue con Danone, en la época en que tenían aquel eslogan de Cuerpos Danone. ¿Se acuerda de un espot en el que salía Cindy Crawford? Pues cuando abría la nevera, cogía el yogur y lo destapaba... las manos eran mías. Y... espere, un ejemplo más cercano. Sí: hace dos años me llamaron para un anuncio de Schweppes. Uno en el que sale House. Bueno, pues House entra en un bar, se acerca a la barra, pide una Schweppes y la camarera se la sirve; pero cuando el ángulo se cierra sobre las manos que llevan todo a la barra... esas son mis manos.

-Resumiendo: un montón de empresas, o de clientes, como prefiera, pero también los sordos de la parroquia de Santa Teresa del Niño Jesús, están interesados en que a sus manos nos les pase nunca nada. ¿Se las cuida mucho?

-Por supuesto. Es que tengo que hacerlo. Por ejemplo, utilizo guantes para todo, y voy con mucho cuidado cuando manipulo cosas... De hecho, tengo utensilios para abrir de todo. No exagero si le digo que todo el día, permanentemente, soy consciente de ellas. Tenga en cuenta esto: si a mí se me parte una uña no trabajo. Es así de sencillo.
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