martes, 24 de agosto de 2010

Lo que hay que oír

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Si su hijo regresa a casa tres horas después de la hora fijada, no es que se pase las normas por el arco del triunfo, es simplemente que no le oyó bien. El secretario de la Sociedad Española de Otorrinolaringología declaraba a este periódico que “a día de hoy no se TENGA prevista ningún tipo de campaña de prevención o de concienciación”. El uso de la forma verbal en subjuntivo (tenga) en lugar del indicativo (tiene) puede deberse a una errata o a que no oímos bien su respuesta. La sordera precoz, incluso la ceguera, afecta a los Gobiernos. De hecho, el Ejecutivo español se caracteriza por hacer oídos sordos a las demandas ciudadanas y también por que muchos de sus miembros se están poniendo ciegos.

 El ejemplo evidente de que los problemas de audición afectan a la comprensión de los mensajes lo tenemos reciente. El presidente del desgobierno dice que bajar impuestos es de izquierdas, entonces el Gobierno va y los sube. Después, la ministra de Economía garantiza que ya no se van a subir más; un poco más tarde, el ministro de Fomento asegura que hay que subirlos más, la misma ministra de antes comparece de nuevo, un tanto mosqueada, para rogar que no le toquen los tributos –ni los atributos del cargo–; el secretario de Estado de Economía afirma, mientras, que hay que hacer ajustes para reducir el déficit, la ministra vuelve a comparecer para garantizar que no serán necesarios nuevos ajustes… y así.
 No sabría decir a ciencia cierta cuál de los cinco sentidos es el que este Gobierno zapaterista tiene más desarrollado. Su olfato resultó patente cuando se hartaron de asegurar que no había crisis. Su gusto se evidencia al comprobar quiénes son nuestros líderes mundiales de referencia: Hugo Chávez o los Castro. Su tacto queda demostrado con el trato a los terroristas y a sus víctimas. Su vista se puede constatar al comprobar los resultados de sus medidas económicas. Y su oído… Bueno, sobre eso, un tal Tomás Gómez dice que su partido ya no oye ni a las bases. Y si no le funciona ninguno de los cinco sentidos, yo me pregunto: ¿qué sentido tiene este Gobierno?
Nos miramos en el espejo del humor para comentar nuestras erratas,
“los microbios de las imprentas”, según Jardiel Poncela, una manera sana de aprender de los yerros propios.
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