CULTURA
Argentina
Voces en el silencio. Cuántas veces se dice que, para poder hablar, antes es necesario escuchar. Pero para los chicos del Colegio Las Lomas Oral de Martínez es mucho más que eso. Ellos sufren hipoacusia (pérdida de audición) y tienen que, además, mirar los labios, prestar mucha atención y esforzarse.
Y nunca bajan los brazos:todos le ponen la misma energía para progresar. Ayer, gran parte de ellos grabaron una nueva versión del Himno Nacional Argentino para lograr que sea transmitido por medios radiales y televisivos. Con el dinero recaudado por derechos de autor, esperan mantener el colegio abierto a la comunidad.
Las maestras allí tienen una paciencia infinita. Llaman a todos los niños por su nombre, les hablan claro y despacio. La clave, dicen, está en mover bien la boca, para que las entiendan.”Vení Marcos, parate acá. Vos Lara sentate que te peino. Bauti, ¿querés agua?”, esa podría ser la conversación de una familia en su casa, pero no. Es Martina Antonina, directora y docente de Las Lomas Oral, que para sus alumnos es como una segunda mamá.
La escuela, una asociación civil sin fines de lucro que brinda servicios educativos a niños con pérdidas auditivas desde el momento de su nacimiento, juntó a todos los chicos y entre todos cantaron una nueva versión del Himno Nacional que fue registrada de manera profesional:“La idea es que con el apoyo de los medios radiales y televisivos que acepten emitir esta versión –teniendo en cuenta la ley 25.636, que dicta que todas los medios nacionales deben pasar diariamente el Himno Nacional a la medianoche–, el colegio perciba derechos de autor automáticamente y de esta manera siga enseñándoles a escuchar y hablar a los niños”, dice Antonina.
A su lado, María Funes, otra de las docentes, se veía emocionada. “Yo, al estar siempre con los nenes de 0 a 3 años, soy de las personas que más escucho las ‘primeras palabras’ de los chicos. Dicen ‘mamá’, el nombre de su perro, alguna comida favorita, y nosotros lo festejamos como un gol. Ahora, verlos cantar el himno a aquellos que cuando llegaron no hablaban, es una emoción gigante”.
La Ley 25415 de Detección temprana y atención de la Hipoacusia –promulgada en 2001 y reglamentada en 2011– establece que todo recién nacido antes del primer mes tiene derecho a ser estudiado para evaluar su capacidad auditiva, en primera instancia, a través del estudio de las otoemisiones acústicas.
A Luciana, ese examen le dio negativo. Sus padres no tardaron en notar que el resultado era certero.
Al llevarla a su casa, la beba ni se inmutó al escuchar a los perros ni el escándalo de la alarma. Hipoacusia neuronsensorial bilateral severa profunda, dijeron los médicos. “No escuchaba absolutamente nada”, simplifica Gisella, su mamá.
El día del “encendido” escuchó finalmente a sus mascotas. Y poco a poco empezó a identificar el ruido que hace un vaso al caer, el motor de un auto, y a bailar al compás de la música. El oír le abrió también las puertas a la oralidad. “Hoy ya dice unas cuantas palabras, y yo que pensaba que nunca le iba a conocer su voz”, dice la mamá.
Lo que era silencio para esos chicos, ahora es ruido, sonido, vida. Retumba en el salón “Oid mortales el grito sagrado”. Muchos filman, otros lloran de emoción. Todos aplauden y felicitan a los pequeños que ahora sí entienden y devuelven el saludo: “Oh, juremos con gloria morir”, gritan al final y se van distintos a como llegaron, o no. Son todos iguales.
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