martes, 26 de marzo de 2019

Ingresa en prisión por violar a su hijastra 12 años después de la primera denuncia

NOTICIAS DE VALENCIA.-

La Audiencia de València condena al acusado a quince años por las agresiones sexuales continuadas. La madre de la víctima apoyó el archivo del caso en 2007

Siendo tan solo una niña de nueve años fue violada por su padrastro de forma continuada en el domicilio familiar, situado en una localidad de l'Horta, hasta que su madre denunció los abusos en 2007.

Sin embargo, un año después el caso se archivó provisionalmente después de que su propia progenitora no apoyara a la menor y ni tan siquiera la llevara al médico forense para ser explorada.

Diez años más tarde, en 2017, tuvo que ser la víctima, ya siendo adulta, quien volviera a denunciar estos graves hechos ante la Guardia Civil.

Finalmente la batalla judicial de esta niña, a quien ni su propia madre quiso creer porque, según ella, «iba a destrozar su matrimonio», obtuvo ayer respuesta de los tribunales cuando la Audiencia Provincial de Valencia dictó una sentencia condenatoria contra el acusado de un delito continuado de agresión sexual a menor de edad y ordenó su inmediato ingreso en prisión.

La Sección Tercera de la Audiencia de Valencia ha impuesto al acusado, de 54 años y nacionalidad argelina, una pena de quince años de cárcel, la misma que solicitó en sus conclusiones el Ministerio Fiscal.

La víctima reconoció en el juicio que después de que se archivara su denuncia trató de olvidar lo ocurrido y hubiera seguido guardando silencio de no ser por su hermana pequeña. «Tenía cambios de carácter y me asusté de que pudiera hacerle lo mismo a ella, por eso denuncie, para alejarla de él», explicó.

Los abusos y agresiones sexuales se produjeron entre 2005 y 2006 cuando el acusado entraba en la habitación de la hija de su mujer, que entonces tenía nueve años, y le realizaba tocamientos, llegando a masturbarse mientras esta dormía. «Me despertaba con las braguitas sucias», recuerda la joven, que descubrió lo que ocurría cuando una noche lo sorprendió dentro de su cama tocándose.

«Al principio me callé, yo era pequeña, pero era una pesadilla que iba avanzando», relató la víctima, detallando cómo los abusos dieron paso a violaciones plenas. «Intentaba evitarlo, pero cuando estábamos solos al final me dejaba hacer. Pensaba que cuanto antes terminara, antes me dejaría tranquila». Son las duras palabras de una joven, que en aquellos momentos ni siquiera era consciente de la barbarie a la que estaba siendo sometida por su padrastro, ahora encarcelado.

En la sentencia figuran probados al menos dos episodios en los que el acusado habría violado analmente a la niña provocándole lesiones. Uno de ellos, cuando tenía once años y se estaba lavando los dientes, su padrastro entró en el lavabo, se bajó los calzoncillos y la forzó tapándole la boca para silenciar sus gritos. La otra cuando fue a recogerla a casa -ya no vivían juntos- para llevarla al hospital donde estaba ingresada su madre.

La tía de la víctima le curó la lesión anal que presentaba la menor, pero su sobrina trató de tapar a su agresor por miedo. «Le dije que era por la caca, porque tenía miedo de que le hiciera algo malo a mi hermana», explicó la joven.


El caso se destapó cuando la menor le preguntó a una amiga si todo eso era normal y ésta a su vez se lo contó a un familiar, quien contactó con la madre. 

Una vez interpuesta la correspondiente denuncia su madre protagonizó un incidente en el que, esgrimiendo un cuchillo, le exigió que «dijera la verdad». «Le dije que había sido un sueño porque la vi muy agresiva», argumentó la víctima. 

«No soy ningún monstruo», insistió el ahora condenado durante el juicio que ha permitido reparar más de una década de oídos sordos al sufrimiento de una niña.





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