miércoles, 9 de enero de 2019

De Beade al Europeo para sordos

NOTICIAS DE GALICIA - DEPORTES

Vigo (Galicia).-

Poco podía imaginar el jugador del Beade de primera autonómica de fútbol sala Rubén Barros (Vigo, 1997) que el problema de salud con el que lleva años conviviendo iba a ser, a la vez, responsable de que pudiera llegar a disputar un europeo. 

Con un 60 % de pérdida de audición en un oído y un 40 % en el otro (se reduce progresivamente), esto nunca le ha impedido ser uno más en su equipo siempre, pero además esta circunstancia le acaba de permitir participar en la competición continental de este deporte para personas con discapacidad auditiva en Stuttgart como parte del Club Deportivo de Sordos de Huelva. 

Rubén apenas recuerda su vida sin problemas de oído. 

Relata continuas otitis desde muy niño, con fuertes dolores que con frecuencia hacían que acabara en urgencias. La solución, les aseguraron, era pasar por quirófano. «Me operaron por primera vez en el 2011 del oído izquierdo y tres años más tarde, del derecho».

Pero no salió bien y enseguida noté que empezaba a perder oído», recuerda. Para entonces, y desde los ocho años, ya jugaba al fútbol sala en el Beade.

A día de hoy, Rubén utiliza audífonos en su vida cotidiana que le permiten comunicarse casi sin limitaciones. Pero hasta que pudo disponer de ellos -la primera solución que le daban era una nueva operación que quiso evitar por todos los medios-, lo pasó mal y necesitó incluso ayuda psicológica. «Me afectaba mucho, porque no entiendes lo que te dicen y te da apuro preguntar. A veces la gente piensa que estás en tu mundo, que no eres capaz de prestar atención».

«Viví situaciones incómodas», revela. En ese sentido, la pista de fútbol sala siempre fue un refugio hasta cuando en el colegio las cosas no eran fáciles -«que otros niños me llamaran sordo, aunque no fueran conscientes, hacía daño», recalca. 

«Somos un grupo donde me conocen desde siempre y nunca me sentí marginado», cuenta. Porque aunque para entrenar sí se pone los audífonos, en los partidos no puede hacerlo. «Es un riesgo que me lleve un balonazo y me pueda hacer daño, aparte de que también son aparatos muy caros y no me puedo exponer a quedarme sin ellos», razona.

Un mundo nuevo

Fue hace unos meses cuando el equipo de Huelva, el más importante de España para personas con discapacidad auditiva, contactó con el Beade para interesarse por Rubén. Habían visto en su ficha en la Federación que tenía discapacidad y necesitaban refuerzos para el Europeo, para el que se clasificaron al ganar la Copa de España.

«Sabía que había fútbol para ciegos, pero para sordos no lo había oído en mi vida. Me pidieron que fuera a un entrenamiento para verme y a raíz de ahí contaron conmigo», detalla sobre una de las experiencias más enriquecedoras de su vida. 

En este campeonato, en el que quedaron octavos de veinte participantes, pasó de ser el que menos oye en el Beade al que mejor junto con otro chico de Sevilla. «Había muchos futbolistas completamente sordos o que tienen más pérdida que yo». 

«Normalmente cuando juego no estoy en igualdad de condiciones y fue increíble convivir con gente con mi mismo problema», apunta.

«Yo cada día me quito los audífonos para dormir. Parece una tontería, pero me marcó en la concentración ese detalle de que allí todos compartíamos ese hábito. Me sentía muy identificado con el resto. Fue muy emotivo», explica. 

Añade que compartir todos las mismas dificultades hace que sean un equipo «con una unión diferente» a la que experimenta en el Beade, pese a ser también una piña». 

En los torneos para personas sordas de fútbol sala, cuenta Rubén, la dinámica es la misma con la diferencia de que los árbitros no utilizan silbatos, sino banderas de colores. 

Además, los equipos cuentan con intérpretes. «No conozco la lengua de signos, pero voy a aprenderla en una asociación de Vigo», comenta.

Desde el club de Huelva cuentan con él para futuros torneos. 


«Estoy deseando volver. No hay palabras para describir lo que me llevo».




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