NOTICIAS DE LA HABANA (CUBA)
Con los propios niños aprendió Maricel Carpio el lenguaje de señas, un idioma del que hoy es intérprete estrella y que transmite diariamente a sus alumnos de la escuela especial Fructuoso Rodríguez, en Santa Clara.
Con las señas, además, puede adentrarse en el mundo de los pequeños y ayudarlos a comunicarse con la sociedad e insertarse en ella.
Era 1996 cuando a Maricel le propusieron por primera vez enseñar a los niños sordos, entonces fungía como profesora de Español-Literatura en la secundaria básica Fe del Valle y lo que iniciara como reto se convirtió en el leitmotiv de su vida más de 20 años después.
Ese mismo curso de 1996 –explica Maricel- comienzo a dar séptimo, octavo y noveno grados a niños sordos, en las asignaturas de Español-Literatura y de Historia de Cuba; y ya ahí pedí ser profesora general integral en Fe del Valle para incluir estudiantes sordos con oyentes en un grupo de quince alumnos.
De esa promoción, siete sordos y ocho oyentes, todos los sordos llegaron a ser profesionales, cuenta con orgullo Maricel; incluso tres de ellos trabajan como intérpretes de lenguaje de señas en la escuela Fructuoso Rodríguez, junto a la profe que alguna vez les enseñara.
Ya para 2005 Maricel daría otro paso de avance al pedir que le sumaran en el aula a pequeños ciegos y con baja visión; un año en el que obtuvo muy buenos resultados y una práctica que repetiría por varios cursos más.
En el grupo que terminó la primaria en julio último, dice Maricel, tenía a niños ciegos, niños sordos profundos y también con trastornos de la comunicación; trabajar con las aulas mixtas me trae muchas satisfacciones y me place enseñar a cualquier alumno sin importar la necesidad que demande.
Y es que Maricel lleva la estirpe de los que nacen para enseñar, educar, forjar generaciones en un quehacer interminable, y ahí, precisamente, radica su magia.
Entrar ahora al aula de quinto que guía actualmente en la Fructuoso Rodríguez es encontrarse con un universo donde las señas y el lenguaje corporal llenan espacios en una lucha constante contra los silencios.
Es el grupo de Sheila, Cristian, Salma y Diana, sordos profundos y con una alegría que se desborda como para que sepan todos que allí su tiempo es bien empleado y da frutos en ellos: niños que ya sueñan con ser profesionales.
Para Maricel las barreras comunicativas no existen, por eso no se limita a instruir a sus alumnos con contenidos básicos, sino que encara su tarea con toda la rigurosidad que lleva sin hacer ningún tipo de concesiones.
Hace ya tiempo, decidió que para iniciar en la literatura a los niños sordos debía diseñar una estrategia que les permitiera conocer, por ejemplo, al Quijote, a Espejo de Paciencia o a Cecilia Valdés y así armó un diccionario de señas que es hoy el que se emplea en toda la nación para el aprendizaje del Español-Literatura en esta enseñanza.
Miembro de la Asociación de Pedagogos de Cuba, Maricel ostenta el reconocimiento Mano de Cristal, que otorga la Asociación Nacional de Sordos e Hipoacúsicos, como agradecimiento a tantos años de consagración a los niños sordos.
Y a inicios de este curso le fue conferida la Distinción por la Educación Cubana, una medalla que para Maricel lleva el nombre de sus compañeros de labor, de sus alumnos y de su familia, pero muy especialmente el de José Martí.
En la Fructuoso se le puede ver en su aula de quinto o asesorando a cualquier profe que requiera una ayuda, o en la preparación de los maestros que formarán la cantera de la escuela; sus alumnos le guardan el cariño que se reserva para las madres y esa especie de admiración que va con las heroínas.
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