Granada (Andalucía)
Integración, socialización y cocina se dan la mano cada semana en la Escuela de Hostelería de Granada. Lo hace gracias al primer taller de cocina inclusiva de la historia de la ciudad, impulsado por la Facultad de Psicología y el Vicerrectorado de Responsabilidad Social, Igualdad e Inclusión de la Universidad de Granada y llevado a cabo con la ayuda de la Junta de Andalucía y Arte Culinario Andaluz (Artcua), entre otros. En él, estudiantes de la UGR con necesidades educativas o funcionales especiales aprenden a desenvolverse en los fogones.
Dirigido por el chef Jesús Bracero, este taller llevó a cabo ayer su segunda jornada de las cuatro a realizar, teniendo las otras dos lugar los días 22 y 23 de este mismo mes. Tras ello, el 3 de diciembre tendrá lugar un acto de clausura en la propia Facultad de Psicología donde los pupilos demostrarán todo lo que han aprendido durante esta travesía en la que, pese a todo, la comida queda en un segundo plano gracias al mensaje social que transmite.
Eloy Prieto, uno de los alumnos beneficiados de esta idea y estudiante de física en la Universidad de Granada pone en valor la experiencia de conocer gente y aprender a cocinar a la vez. “Es muy importante para la nutrición”, comentaba sobre este curso, “normalmente los estudiantes comemos mal por falta de tiempo”, algo que ahora ocurrirá con menos frecuencia gracias a la soltura que están cogiendo a la hora de manejarse entre fogones. “Aquí aprendemos de todo”, comentaba entre risas al señalar que no se trata solo de aprender a cocinar, sino que además les aconsejan sobre qué alimentos pueden ser más sanos o nutritivos.
“No hay ninguna barrera, ellos pueden hacer todo lo que podemos hacer nosotros”, reivindicaba Beatriz López, estudiante de la UGR sin necesidades especiales pero asistente a los cursos para ayudar a aquellos que sí las tienen. En la misma línea se movía el chef (y profesor estos días) Luis Henestrosa, que recalcó que dentro del aula “somos todos prácticamente iguales” y aseguró que “aquí hay alumnos que no pueden hablar, personas sordas… nosotros intentamos enseñarles todo lo que podemos sin tener barreras con ellos“. El propósito de estas clases es, matizó, “enseñarles recetas sencillas que puedan hacer ellos en sus casas”, y recordó a modo de anécdota que minutos antes una alumna le había confesado que esa misma noche apuntaría una de las recetas de la clase para
hacerla en su casa.
Precisamente en el apartado de las recetas no encontrarán muchas dificultades, pues Henestrosa quiso indicar que buscan hacerlas con ingredientes sencillos para que puedan encontrarlos fácilmente en el supermercado. Además, la Universidad de Granada hará un recetario con lo aprendido en las clases y se lo entregará a los alumnos para que puedan reproducir los platos en sus hogares.
Humbelina Robles, que acudió al acto en representación de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada, destacó la colaboración entre los alumnos, la cual hace “que te pongas en el lugar de la otra persona y acerca distintos ámbitos que hay gente que no conocía, es una experiencia muy enriquecedora”. “Esa colaboración que se realiza a lo largo de todo lo que es el proceso de crear rompe muchas barreras“, explicó ante la idea que sirve de base para dar forma a “una iniciativa muy innovadora”.
Un total de quince alumnos forman el plantel de pupilos de cerca de 50 cocineros. Sin embargo, se espera que la cifra aumente de cara al año que viene, ya que este “hemos tenido overbooking”, confesaba el chef Jesús Bracero, que recordaba que se trata de “un proyecto piloto que es la primera vez que lo estamos haciendo”. Dado el éxito de esta primera edición, Bracero destaca que “para el siguiente año ya tenemos fecha para hacer las segundas clases de cocina inclusiva“, por lo que este proyecto integrador volverá en 2019.
El cocinero, mentor y director de esta idea a través de Artcua aseguró que “lo que queremos hacer es que los universitarios con discapacidad que están asistiendo sean autosuficientes con las recetas que les estamos enseñando en estas clases inclusivas de cocina”. “La discapacidad no discapacita a las personas que quieran cocinar, en la cocina no hay barreras”, aseguró, “hay personas con discapacidad visual o motora que están cocinando casi a nivel profesional con las técnicas que les estamos enseñando”. Finalmente, reivindicó la necesidad de “fomentar y hacer visible la alimentación saludable, para ello les enseñamos un poco de nutrición y a hacer nuevas técnicas que en su casa no pueden hacer, facilitarles el trabajo en casa al fin y al cabo”.
Entre risas, buen ambiente y emplatados espectaculares terminó esta segunda jornada que acerca más el concepto inclusivo a Granada y demuestra que lo importante en la cocina son las ganas de aprender y disfrutar. Aún quedan dos jornadas más, y el grupo seguirá disfrutándolas como si fuesen la primera.
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