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Luis Enrique Rojas Landínez, vestido de toga y birrete, en la tarde del primero de noviembre levantó sus manos abiertas para expresar los sentimientos de agradecimiento y emoción por recibir el título profesional que lo acredita como sicólogo de la Universidad Antonio Nariño. El auditorio de la Torre del Reloj lo aplaudió, pues se convirtió en el primer profesional sordomudo de esa especialidad, en Cúcuta.
El joven de 24 años, refleja carisma, sencillez, luz y alegría. No desperdició los gestos de amor de sus papás, que lo apoyaron y lo siguieron a pesar de su condición, con la única ilusión de que fuera alguien importante en la sociedad.
Una sonrisa antecede una conversación a señas con ellos, que permanecieron sentados a un costado del salón donde se cumplió la ceremonia, esperando el gran momento de ver graduado a su hijo.
Luz Landínez, su mamá, recuerda que el sueño que tuvo su hijo de ayudar a la población sordomuda a solucionarle sus problemas sin necesidad de que terceras personas se enteraran de estos a través de las conversaciones con intérpretes, ahora lo puede hacer realidad.
“Él siempre quiso ser psicólogo para ayudar a sus amigos sordos, para evitar que sientan pena cuando van a contarles sus problemas a los profesionales pero tienen que confesarlos delante de los intérpretes”, dice.
Asegura que Luis Enrique es el claro ejemplo de que las cosas se pueden lograr con apoyo, constancia y sacrificios, como lo hizo él, al lado de su familia y de Maribel, la intérprete que lo acompañó durante los cinco años de estudios en la universidad. “Es inteligente, tiene habilidades, solo necesitó de apoyo y constancia para llegar a ser profesional”, resalta la orgullosa madre del primer psicólogo sordomudo de esta región del país.
Falta de garantías
Sin embargo, no todo ha sido color de rosa. Es sabido que tanto aquí como en el resto del país hay dificultades para que los sordomudos estudien.
Así lo relata Luz Landínez cuando indica que el Estado colombiano no brinda mayor apoyo a esta población adelantar sus estudios.
Solo en colegio Técnico de Guaimaral hay apoyo de los intérpretes para la comunicación.
No obstante, cuando Rojas Landínez quiso estudiar en una universidad, no contó con intérprete, porque en un centro de educación superior solo había para un grupo de estudiantes de Ingeniería de Sistemas, algo que él no quería estudiar.
En otra institución de estudios superiores ni siquiera se le ofreció ninguna clase de acompañamiento.
Por lo tanto, la Universidad Antonio Nariño recibió al estudiante con la mejor disposición, los papás de Luis Enrique Rojas le pagaron una intérprete durante los cinco años que duró la carrera.
“Ahí nos dieron muchas facilidades, permitieron que él estudiara los fines de semana y los compañeros lo ayudaron”, precisa la madre del psicólogo recién graduado.
Vacaciones aplazadas
Entre las anécdotas de la familia se encuentra la relacionada con el aplazamiento de un viaje de vacaciones a cambio de poderle brindar la oportunidad a Luis Enrique de ingresar a la universidad para que emprendiera el camino hacia el campo profesional.
“Teníamos el dinero listo para irnos de viaje pero le dimos prioridad al estudio de Luis Enrique, porque era lo más importante. Era difícil, porque muchas veces hay obstáculos pero quisimos salir adelante”, afirma la mamá, mientras a través del lenguaje de señas, recuerda con su hijo ese momento.
Los frutos
El trabajo de la tesis de Luis Enrique Rojas Landínez consistió en crear 300 palabras de psicología que no existían en el lenguaje de señas, que dejó al servicio de la universidad, para que potenciales alumnos sordos las aprovechen.
“Cuatro compañeros de él le ayudaron a grabar en vídeos las palabras nuevas con señas. Eso lleva unas normas para poder crearlas. Es un trabajo muy bueno”, destaca Luz Landínez.
Asimismo, el nuevo psicólogo se convirtió en un apoyo para su grupo de amigos sordos, a los que les da consejos y los ayuda cuando tienen algún problema. Considera que la discreción juega un papel fundamental en su labor profesional, guardando secretos para no vulnerar la integridad de ninguna persona.
Esto le ha ayudado para desenvolver normalmente su vida social, pues también sale a cenar con sus amigos y le gusta salir a distraerse, de vez en cuando, en alguna fiesta.
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