TECNOLOGIA
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El 14 de febrero de 1876, el inventor Elisha Gray solicitó una patente para un transmisor y receptor eléctrico de voz, en los Estados Unidos.
Desafortunadamente para él, sólo unas horas antes, otro inventor reconocido, Alexander Graham Bell ya había solicitado una patente para el mismo invento.
Esto demuestra que llegar a tiempo puede cambiar por completo el destino de una persona y de la humanidad.
En esta ocasión hablaremos sobre Bell –la historia la escriben los vencedores– y su gran invento: el teléfono. Aunque nos hemos acostumbrado a vivir con este aparato, e incluso cada persona puede tener su propio número telefónico –y parece que cada vez se usa más para transmitir datos y menos para transmitir voz–, hace más de un siglo significó un gran avance en las comunicaciones.
EL PROFESOR DE SORDOS
Alexander Graham Bell nació el tres de marzo de 1847 en Edimburgo, Escocia. Hijo de un profesor especializado en la corrección de problemas de lenguaje, y en personas sordas, quien era muy reconocido en el Reino Unido. Su madre también era una persona educada y, por lo tanto, recibe educación en su casa, además de que asiste a la escuela, e incluso toma varios cursos en la Universidad de Edimburgo.
Aunque no destaca en sus estudios, gracias a la influencia de su padre y su abuelo se interesa en la ciencia y la tecnología. Su primer invento lo lleva a cabo en 1859, a la edad de 12 años, mientras pasaba unas vacaciones en la finca de un amigo, cuyo padre tenía molinos de viento.
En cierta ocasión, el señor, al verlos jugar, les cuestiona por qué no se ponen a hacer algo útil, a lo que Bell le pide que les diga qué pueden hacer.
Entonces, el padre de su amigo les muestra el proceso para quitar la cáscara al trigo y lo tedioso que resulta, por lo que cualquier mejora al proceso sería bien recibida. Bell se pone a trabajar en el diseño de un equipo, y logra crear un descortezador de trigo, el cual se utilizó durante décadas.
Posteriormente, Bell obtiene un puesto como profesor de sordos –al igual que su padre y su abuelo–, y se dedica a investigar las técnicas para que las personas con esta discapacidad puedan hablar, y no sólo se comuniquen mediante señas.
Desgraciadamente, ocurre una tragedia en su familia, ya que sus dos hermanos, Edward Charles y Melville James, mueren de tuberculosis en 1867 y 1870, respectivamente.
Bell también enfermó de tuberculosis, por lo que, debido al temor de perder al único hijo que le sobrevive, su padre decide mudar a su familia, del Reino Unido a Canadá, en busca de un mejor clima. Llegan a este país en 1870 y se establecen en la provincia de Ontario, donde pronto consigue empleo, y continúa su labor en favor de las personas sordas en la ciudad de Boston, Massachusetts, en los Estados Unidos.
EL INVENTO
En esa época –segunda mitad del siglo XIX– el principal medio de comunicación era el telégrafo, dominado por la compañía Western Union. Se enviaban millones de mensajes anualmente, por lo que los ingenieros de esta empresa se daban a la tarea de desarrollar una forma de enviar varios telegramas de forma simultánea en la misma línea. Bell se dedica a solucionar este problema, e inventa un telégrafo capaz de funcionar a distintas frecuencias, por lo que podía transmitir varios mensajes al mismo tiempo, el cual es adquirido por Western Union.
Sin embargo –obviamente influenciado por su trabajo en la corrección de problemas del lenguaje, así como en la comunicación de los sordos–, Bell se interesa en el desarrollo de un aparato que pueda transmitir la voz a través del cable, utilizando la energía eléctrica.
Cuando obtiene sus primeros resultados experimentales, acude con Joseph Henry –el principal científico norteamericano de esa época– y le pregunta si debe mostrar sus ideas al público, o continuar con su trabajo para obtener un prototipo que funcione correctamente. Henry le contesta que debe seguir por su cuenta hasta que desarrolle su invento por completo, pero Bell le confiesa que no tiene el conocimiento necesario sobre electricidad, y aquel le responde: “Obtenlo”.
Bell contrata como ayudante a Thomas Watson, un técnico mecánico, y juntos inician sus experimentos para la transmisión de voz. Por fin, el diez de marzo de 1876, Alexander Bell transmite la primera frase por teléfono: “Mr. Watson, come here, I want you” (señor Watson, venga aquí, lo requiero), a través de una línea instalada en su laboratorio, la cual es recibida por Watson en un cuarto adyacente.
Bell intenta venderle su invento a Western Union en cien mil dólares, sin embargo, la compañía lo rechaza. Aunque ahora parece increíble esta decisión, tenemos que ubicarla de acuerdo a la época: Western Union dominaba por completo el mercado telegráfico, con lo que obtenía ganancias millonarias, por lo tanto, no le interesó el teléfono, el cual era visto solamente como un juguete novedoso y sin posibilidades reales de ser comercializado a gran escala.
LA EXPANSIÓN
Bell funda la “American Telephone and Telegraph Company” (ahora conocida como AT&T), y comienza a dominar por completo el mercado de la telefonía.
En noviembre de 1876 logran establecer una conversación telefónica entre las ciudades de Boston y Salem, Massachusetts, a una distancia de 16 millas. Poco tiempo después comunican Boston con la ciudad de North Conway, a 100 millas de distancia.
En 1877, Western Union decide tardíamente entrar al negocio de la telefonía, por lo que apoya a Elisha Gray –de quien comentamos líneas arriba– para que entable una demanda contra Bell por la invención del teléfono. Cabe mencionar que éste se vio obligado a asistir muchas veces a la Corte para defender su paternidad sobre el teléfono, tanto en ésta como en otras demandas, y en todas salió victorioso.
Pronto quedó claro que era imposible establecer una línea telefónica para unir a cada par de usuarios, por lo que se establecieron estaciones centrales, en donde las operadoras realizaban las conexiones necesarias para enlazar a dos usuarios (y de paso, podían enterarse de todos los chismes de la ciudad).
Posteriormente, se inventaron conmutadores automáticos para conectar a los usuarios. Tanto éste como otros inventos telefónicos posteriores fueron realizados por otras personas, ya que se puede decir que las contribuciones de Bell a la telefonía terminaron en 1877.
Una de las personas importantes para el establecimiento de la telefonía fue Gardiner Green Hubbard, quien apoyó a Bell de forma financiera y legal, además de ser uno de los fundadores de AT&T. Una de sus hijas, Mabel, había quedado sorda a los cuatro años, debido a la escarlatina.
Obviamente, Bell fue su profesor, y después de varias visitas a su casa se enamoró de ella, por lo que se casaron en julio de 1877.
En ese mismo año realizaron un viaje por Europa con el fin de promocionar su invento. Bell estaba seguro del impacto que tendría en el desarrollo de la civilización, ya que a diferencia del telégrafo, no necesitaba del dominio de técnicas especializadas, como el código Morse, ya que la gente sólo tendría que hablar. Uno de los promotores de este invento en el Viejo Continente fue el gran científico William Thomson (Lord Kelvin).
En 1915 se establece el servicio telefónico entre las ciudades de Nueva York y San Francisco. Pero en esta ocasión, Bell estaba en Nueva York, mientras que Watson se encontraba al otro extremo del continente. Bell vuelve a pronunciar su famosa frase “señor Watson, venga aquí, lo requiero”, a lo que Watson responde: “Bien, pero esta vez me tomaría una semana”. En ese mismo año se inauguró la primera línea telefónica transcontinental.
PRINCIPIO DE OPERACIÓN
El teléfono funciona mediante la conexión eléctrica a través de un cable entre un transmisor y un receptor.
En el transmisor se conecta un micrófono, cuyo diafragma ocasiona variaciones en la corriente eléctrica, acordes con las ondas sonoras. Dichas variaciones de corriente llegan hasta el receptor, el cual contiene una bocina, que las transforma en variaciones de campo magnético que reaccionan con un imán, y producen vibraciones, las cuales producen ondas sonoras.
EL LEGADO
Bell recibió múltiples reconocimientos tanto en Estados Unidos como en Europa; cuando estos premios iban acompañados de un cuantioso estímulo económico, lo utilizaba para apoyar la enseñanza de las personas sordas. Fue presidente de la National Geographic Society, a la que apoyó financieramente. También se dedicó a apoyar los primeros desarrollos de la aviación.
Aunque nadie recuerda a los segundos lugares, es justo mencionar que Elisha Gray –quien perdió la patente del teléfono por llegar unas horas tarde– fue un ingeniero e inventor exitoso, que trabajó para Western Union y realizó importantes contribuciones en el área de la ingeniería eléctrica.
Alexander Graham Bell falleció el dos de agosto de 1922, en Nueva Escocia, Canadá. Como un homenaje a su persona y su legado, todas las transmisiones telefónicas en Canadá y Estados Unidos se interrumpieron durante un minuto, durante el funeral, dos días después de su muerte.
A diferencia de otros desarrollos –como el telégrafo, la radio o la televisión– el teléfono puede considerarse como el invento de una sola persona. Aunque ahora se utilizan pocos teléfonos alámbricos, ya que prácticamente todas las comunicaciones se realizan de forma inalámbrica, su invención marcó un gran salto en la evolución tecnológica. Sin embargo, como llegó a comentar el gran escritor Mark Twain, significó el inicio de la pérdida de la privacidad.
No es necesario recordar la importancia del teléfono –quizá alguno de los lectores disfruta este artículo en uno de los modernos smartphones–, por lo que queda aquí el reconocimiento para el gran inventor y su obra.
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