viernes, 2 de enero de 2015

Guías ante el desconcierto

ASOCIACIONES

Muchos progenitores llegan desconcertados a la Asociación de Padres y Amigos del Sordo de Ciudad Real (Aspas).

Viven un momento de fragilidad emocional, en el que es importante que sus interrogantes encuentren rápido una respuesta.

Y es que el tiempo juega en contra: todo lo que no sea aprender es dar pasos hacia atrás.

Un pilar principal es el Programa de Ayuda Mutua con padres guía, voluntarios del proyecto que el movimiento asociativo Fiapas (Confederación Española de Familias de personas Sordas) desarrolla en toda España.

Desde 1998, Aspas cuenta con esta prestación, que consiste en acompañar y compartir las propias vivencias con los padres de niños sordos recién diagnosticados.

«Cuando te dicen que tu hijo es sordo se te cae el mundo encima», asegura María Arreaza, madre de Ángel Martín, un joven de 20 años. Pero, con la experiencia que dan los años, ayuda a otros progenitores a involucrarse activamente en el proceso educativo de sus hijos para lograr su plena integración en la sociedad.

Ahora echa una mano a Alicia Ripoll, la madre de Juan Baos, de tres años y medio. Su pequeño fue implantado con sólo once meses, cuando Ángel no recibió el diagnóstico hasta los dos años. «El otorrinolaringólogo insistía en que el niño no era sordo y me decía que rayaba la histeria», lamenta María incidiendo en que «cada día que pasaba era más evidente». «En un centro privado en Madrid fue sometido a un estudio de potenciales evocados que confirmó su sordera», explica.

Poco después aterrizó en Aspas y encontró la «tabla de salvación» que necesitaba en ese momento. «Tenía que darme en cuenta de la verdadera dimensión del problema», según expone. 

Hoy por hoy, y gracias a la intervención profesional y el adecuado apoyo a familiar, Ángel estudia  un ciclo de Vitivinicultura.

«A los dos años le pusimos audífonos, porque entonces no se hablaba de implantes cocleares», indica recordando el agobio que sentía al ver que no hablaba.

Cuando cumplió cuatro años, y tras realizarle un estudio en Pamplona, Ángel fue implantado en Salamanca como solución a su pérdida auditiva. «Articulaba fatal, pero llevaba mucho lenguaje interiorizado», expone su madre.

Y el avance fue, en sus propias palabras, «espectacular». En ello se encuentra actualmente Alicia Ripoll con Juan que, según expone, «curiosamente iba superando las otoemisiones acústicas». Tras recibir un primer diagnóstico y acudir también a Pamplona, decidieron colocarle un doble implante coclear.


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