jueves, 20 de agosto de 2009

Perdidos en el aula

InfoSord, 18/09/2009

La escasa dotación de intérpretes de lengua de signos y los retrasos en su incorporación a los centros generan desmotivación e indignación en los alumnos sordos, que se sienten marginados. Los afectados denuncian falta de previsión de la Administración y recuerdan que "estamos en el siglo XXI".

LOS ALUMNOS SORDOS SE SIENTEN desatendidos por la administración educativa.
Dèsirée Martín

Los inicios de curso son, invariablemente, épocas de desajustes y perturbaciones en el funcionamiento del sistema que suscitan las protestas de la comunidad educativa. Retrasos en los nombramientos de docentes, obras sin concluir o grupos eliminados son parte de las quejas habituales. Pero hay colectivos particularmente vulnerables ante algunas de estas situaciones, que pueden perjudicar de forma seria su evolución académica. Es el caso de los alumnos sordos, a los que la demora en la incorporación a los centros de los intérpretes de lengua de signos -así como las condiciones en que trabajan éstos, compartiendo centros o con horarios parciales-, les provocan sensación de marginación y los abocan, en muchas ocasiones, a la desmotivación.

El problema no es nuevo, según un grupo de afectados que se ha puesto en contacto con este periódico, aunque la Consejería de Educación lo ha atribuido este año a la crisis económica, denuncian. "Es un pretexto, porque esta situación se repite año tras año y no se le pone remedio", comentan.

La principal demanda de estos jóvenes es que los intérpretes de lengua de signos sean considerados como un miembro más de la plantilla del centro y que haya -si no uno para cada alumno sordo, que sería lo ideal- al menos uno en cada colegio o instituto donde haya estudiantes sordos. Además, reclaman que se incorporen antes de que comience el curso y que trabajen con horario completo, algo que en muchas ocasiones no se produce.

"Bastante antes de que empezara el curso hablé con el director y el jefe de estudios de mi centro y les rogué que en septiembre hubiera ya un intérprete. Comenzaron las clases y no lo había", explica una de las afectadas, que aún hoy continúa sin intérprete.

El caso es que la Consejería "sabe perfectamente" cuándo va a haber un estudiante sordo, ya que al formalizar la matrícula tienen que entregar un certificado de discapacidad. "La matrícula dice que yo soy sordo y, por lo tanto, debería estar previsto que se destine un intérprete a mi centro", consideran.

Mientras el intérprete no llega, el alumno sordo está como perdido en el aula. "Veo que hablan y oralizan y yo no entiendo nada", dice una de ellos. "Si hubiera un intérprete, me sentiría integrada y cómoda", apunta.

El reconocimiento oficial de la lengua de signos se produjo en España en 2007, pero no siempre se traduce en una actuación real. Tal vez sea necesario recordar, como señalan estos jóvenes, que "estamos en el siglo XXI".
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