miércoles, 2 de febrero de 2022

Joaquín Marcelo, la superación a través del baile

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Joaquín Marcelo, la superación a través del baile

El bailarín perdió la audición a los 8 años, y lleva más de 30 sobre las tablas tras tener como maestros a La Tati, Manolete, Farruco y Cristóbal Reyes, entre otros

'Crecer desde el Silencio' es el libro que narra su historia de superación con el objetivo de crear puentes de comunicación con las personas sordas

Joaquín Marcelo lleva más de treinta años sobre las tablas. Coreógrafo y bailarín en escenarios de todo el mundo, lleva demostrando su pasión constante por el baile desde que era niño. Hijo de la coreógrafa Carmen Mota y de Joaquín Robles, su historia no solamente es un ejemplo constante de superación de barreras, es una oda a la emoción por el compás.

El coreógrafo perdió la audición con ocho años a consecuencia de una meningitis mal diagnosticada, un achaque que no le ha impedido perseguir sus metas profesionales ni tampoco cumplir sus sueños.

Ha compartido escenarios con figuras como Mariah Carey, Olivia Newton-John, The Blues Brothers... además de haber aprendido el baile de la mano de La Tati, Farruco, Manolete, Raúl Martínez, Pedro Azorín y Cristóbal Reyes. En su currículum personal, además constan seis obras musicales creadas y dirigidas por él.

'Crecer desde el silencio' es el testimonio literario sobre su vida profesional y personal, una obra que sale a la venta el próximo 2 de febrero de la mano de Plataforma Ediciones. Un libro en el que narra su historia de superación con el objetivo de crear puentes de comunicación con las personas sordas.

Además del baile y la coreografía, Joaquín Marcelo es uno de los referentes mundiales en Jeet Kune Do, el arte marcial creado por Bruce Lee. Fue seleccionado entre candidatos de todo el mundo para interpretar el papel de Bruce Lee en el videojuego "Dragon Warrior", distribuido por los Universal Studios. Además, es el introductor en España del Jeet Kune Do original. En la actualidad, imparte cursos por países de Europa, Asia y América. 

-Lleva más de 30 años de profesión a sus espaldas ¿Por qué decidió dedicarse a bailar?

-En realidad son 35 años dedicados a esta profesión; 15 como bailaor y 20 como coreógrafo. Obviamente, que una persona sorda decida dedicarse al mundo del baile (y concretamente al baile flamenco) no es algo muy común. Pero en mi caso, vino precedido por mis padres. Mi madre es Carmen Mota, una conocida coreógrafa que, junto a mi padre, Joaquín Robles, trabajaron en conocidas compañías como las de Antonio ‘El bailarín’, Carmen Amaya o Lola Flores, hasta que formaron su propio ballet. Así que estuve viendo baile desde que tengo uso de razón, pero, precisamente por ese motivo, de niño odiaba el baile. No fue hasta mucho más tarde cuando me empezó a entrar el "gusanillo", y el motivo fue bastante indirecto. En mi libro cuento toda esa historia.

- 'Crecer desde el silencio' es el título de ese libro, ¿de qué habla el silencio de Joaquín Marcelo?

-Habla de todo lo imaginable. Es importante entender que una persona oyente, que está constantemente recibiendo información auditiva, necesita a veces un poco de ese silencio, desconectar por momentos de esa sobrecarga de información. Pero una persona sorda lo que tiene de sobra es previamente el silencio... Y, por lo tanto, necesita compensarlo de alguna manera, principalmente a través del canal visual. Pero, aun así, la propia mente crea un mundo interno de sonidos que no son reales, pero que son creados para equilibrar ese exceso de silencio. Es un tema fascinante, que nos habla mucho de cómo funciona la propia mente, en términos generalizados, y que escribo extensamente sobre ello en mi libro.

-¿Qué le aporta el flamenco?

- Cuando monto coreografías, lo fundamental es que primero aprenda cómo es la música que debo montar, ya que la música no puedo oírla. En el caso del flamenco, tengo parte del camino recorrido porque la estructura de los diversos palos ya me indica la base. Luego, me tendré que aprender el cante y la falseta de la guitarra (poniendo la mano en la guitarra puedo sentir las vibraciones, pero solo sirve hasta cierto punto para poder entender la melodía). Así, cantes por soleá, por seguiriya, por tarantos, implican en mí un sentimiento de introspección, que es lo que intento reflejar en mis coreografías. Y lo contrario sucede cuando monto tangos, bulerías o alegrías, que lo identifico como un sentimiento de extraversión. Creo importante que cada pieza coreográfica refleje el sentimiento que cada música expone.

- ¿Cuáles han sido o son sus referentes en el baile?

-Cuando decidí que debía tomarme más en serio mi formación, me apunté a la vieja escuela de 'Amor de Dios' en Madrid, y allí tomé clases de flamenco con maestros como La Tati, Manolete, Raúl Martínez o Cristóbal Reyes. Y, por supuesto, la jota aragonesa con mi querido Pedro Azorín.

Mis mayores referentes a la hora de entender el baile flamenco fueron el ya citado Raúl Martínez y Antonio Montoya 'El Farruco'. Ambos con estilos tan distintos, pero saqué de cada uno los elementos que sentía que más se adaptaban a mí. Durante una época que trabajaba en Málaga, cada lunes, que era nuestro día libre, cogía el autobús para irme a Sevilla a tomar clases con Farruco, era una auténtica enciclopedia. Entender la forma correcta en que se debe bailar la caña, la farruca, las bulerías... El Farruco fue un fiel exponente del flamenco a la antigua usanza, y es con el que yo me siento más identificado.

- ¿Cómo es el día a día de Joaquín Marcelo?

-Pues un día podrá ser por alegrías de Cádiz y otro por peteneras (risas). Pero mi día a día en general está marcado por intentar hacer algo positivo, por mantener el espíritu alegre. Y entendiendo que los altibajos forman parte de la propia vida. Nada permanece y todo está en constante cambio... En este aspecto me ha ayudado mucho la filosofía de las artes marciales.

-Leyendo su biografía y sus experiencias profesionales, es un ejemplo de lucha y constancia ¿cada día que se sube a un escenario es un sueño cumplido?

- Bueno, eso fue cuando trabajaba bailando. Honestamente, me costó mucho llegar a ser bailarín profesional debido a las barreras que tuve que superar. Con lo cual llegar a subirme a un escenario para bailar ante un público que nada sabía sobre mi problema sensorial fue una enorme satisfacción.

- ¿Le queda mucho que aprender a la sociedad sobre la inclusión y ayudar a levantar barreras al resto de la sociedad?

Muchísimo. Y eso es un tema del cual quiero hacer un llamamiento a la sociedad. Por mi experiencia, sé que la mayor parte de la gente no sabe qué hacer para poder comunicarse con alguien que le indica que es sordo. Me he encontrado con casos de gente que se ha puesto a chillarme, creyendo de buena fe que así les entendería mejor. La sordera parece ser la gran olvidada por las entidades públicas de entre los diversos tipos de discapacidades, y urge hacer campañas de información sobre cómo dirigirse a una persona con falta de audición, siguiendo tan solo unas sencillas pautas. Creo necesario que se tiendan puentes de comunicación con las personas sordas, más aún en estos días de pandemia debido al uso de las mascarillas. Es una situación realmente difícil para los sordos que entienden por lenguaje oral, leyendo los labios de su interlocutor.

- ¿Debemos aprender a reflexionar para ayudar en este caso más a las personas sordas?

-Desde luego. Muchos se asombrarían si supiesen la ayuda que pueden brindar con solo pequeños detalles. Simplemente, saber cómo comunicarse con las personas sordas, pautas que expongo en mi libro, ayudarían enormemente a que las personas con discapacidad auditiva pudiesen interactuar por cuenta propia y sin necesidad de ayuda, lo que redundaría en su autonomía y, por lo tanto, en su autoestima.

-Las artes marciales han sido un punto importante en su vida ¿Qué le han aportado a su carrera estas técnicas?

-La filosofía marcial, concretamente la de Bruce Lee (Jeet Kune Do), tuvieron un hondo impacto en mi vida. La famosa frase "be water, my friend" es con la que se suele asociar popularmente a la figura de este gran hombre, pero hay detrás un pensamiento filosófico mucho más profundo del cual gran parte de la gente no es consciente, y cuya filosofía puede aplicarse a otras facetas de la vida, no sólo al aspecto combativo.

-Imparte cursos a nivel internacional de baile, coreografías, artes marciales ¿todavía hay gente que se sorprende de lo que lleva conseguido en su vida a pesar de las barreras que ha encontrado?

- Los cursos que imparto son principalmente de artes marciales, y los doy por países de Europa, Asia y América. Los doy en inglés, y curiosamente lo que la gente se sorprende es que pueda hablar inglés siendo sordo. Desde luego, es muy difícil para mí entender la lectura labial de un angloparlante, pero puedo comunicarme con ellos en su idioma. Saber valerse por sí mismo lo considero algo fundamental en una persona sorda. Pero sí, mucha gente que me contrata para hacer cursillos no sabe hasta última hora sobre mi problema auditivo. Y se sorprenden cuando se lo digo, claro. En el mundo del flamenco, poca gente sabe sobre mi sordera, solo mi círculo íntimo. Porque nunca quise que valoraran mi trabajo en base a mi discapacidad, sino a mi talento como bailaor o coreógrafo.

- ¿Qué sueños le gustaría cumplir a Joaquín Marcelo?

-Mi sueño sería poder hacer una de mis obras musicales en un teatro de Londres o Nueva York. ¡Y mira que hay críticas en TripAdvisor sobre mis obras que dicen que deberían estar en el West End o en Broadway! Se pueden ver las reseñas en mi web www.joaquinmarcelo.com. Pero ante palabras mayores como esas, mi primer reto es volver a trabajar con mis espectáculos, ya que esta pandemia ha hecho mucho daño al mundo de la cultura, y es mi deseo que el mundo del arte en general, y el del flamenco en particular, puedan volver a ocupar el lugar que merece. 

'Crecer desde el silencio' de Joaquín Marcelo

Con este libro, Joaquín Marcelo hace un llamamiento a la conciencia social hacia el tema de la discapacidad auditiva, y explica las barreras de comunicación a las que las personas sordas se ven sometidas. Una barreras que se han acrecentado más, si cabe, en estos días de pandemia debido al uso de las mascarillas. La sordera es una diversidad funcional que no se aprecia a simple vista y parece ser la gran olvidada. La mayor parte de la sociedad no sabe qué hacer para poder comunicarse con alguien que le indica que no oye. En este libro, Joaquín también señala unas sencillas pautas a seguir para poder crear puentes de comunicación con personas sordas.


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