NOTICIAS DE CANARIAS - TENERIFE
El Carnaval de Tenerife pierde a uno de los grandes referentes del diseño: Miguel Delgado Salas, más conocido cariñosamente como "Miguelito, El Mudo".
Nacido en octubre de 1938, Miguel Delgado está asociado a la historia de la fiesta de la máscara desde 1962, cuando comenzó a destacar por la originalidad de sus fantasías.
"Franco no quería Carnaval, pero nosotros salimos a la calle. Primero Charlot, luego yo", recordaba en las conversaciones con las que disfrutaba analizar la evolución de la fiesta.
Y como sello de garantía, mostraba sus trabajos al revés: "Cosido, bordado, no pegado", destacaba.
Aunque permanecía ingresado en la Clínica San Juan de Dios desde hacía unos meses, en su casa del barrio de El Toscal conservaba su máquina de coser y las piezas de telas de sus últimos trabajos como sastre.
Precisamente falleció en la clínica donde aprendió a coser con su hermana, que estuvo trabajando de modista allí 30 años y 18 meses.
"El Carnaval le debe mucho", recordaba su hermana, recientemente fallecida, en la última entrevista que ofreció Miguel Delgado, en enero de 2018.
Miguel destacó por su bordado. Pero también la originalidad, la capacidad de transformar en Carnaval su cuerpo, bien en dos payasos (uno sobre de otro), o en un caracol o un Buda de diez brazos.
Fue un clásico de los concursos de disfraces (ganaba todos los primeros premios) y también de la plaza del Príncipe, dónde acudía cada domingo y martes de Carnaval para, mientras actuaba la Afilarmónica Ni Fú-Ni Fá, el presentar su colección para esa edición de la fiesta.
También fue diseñador y recordaba la etapa en la que, junto a Luis Dávila, acaparaba los premios. «Yo siempre primera dama. Ganaba Luis Dávila», le gustaba explicar gesticulando mientras mostraba los álbumes fotográficos que guardada como reliquias en su casa.
Fue autor de fantasías patrocinadas por la Casa Venezuela, la Masa Coral o la Asociación de Sordomudos, entre otras firmas.
El pasado Carnaval, estando ingresado en San Juan de Dios, recibió la visita de otro grande del Carnaval, Justo Gutiérrez, a quien le recriminó de forma cariñosa la incorporación de las ruedas a los diseños de reinas.
Desde 1962, Miguel Delgado realizó para él solo 27 fantasías espectaculares: desde el «Negro» (1962) al Arlequín (2005).
En 1987 cuando concursó por última vez. Después se hizo algunos disfraces porque le podía la novelería, comentaba con una sonrisa cómplice, entre pícara y novelera.
Siempre buscó el reinventarse. Crear disfraces imposibles que solo él hacía y vestía, inventando manos y pies, capaz de enmascarar la propia anatomía humana para convertirse en un caracol, un tronco por el que subía una serpiente o esos payasos, uno subido a la pela del otro y el de abajo tocando un bombo.
Su capilla ardiente está en la sala 1 del Tanatorio Servisa, donde hoy a las 16.00 horas se celebrará su sepelio.
Miguel Delgado Salas encarnó la originalidad del Carnaval, y en su casa atesoraba las fotos y trajes que lo acreditan como un personaje, de los grandes, que se desvivió por la fiesta de la máscara.
Imposible obviar su espíritu religioso, su entrega y admiración por el Señor de las Tribulaciones, de la parroquia de San Francisco, o de la Virgen de las Angustias, de la iglesia del Pilar, con las que procesionaba cada Martes y Viernes Santo mientras su columna se lo permitió.
El Carnaval pierde a un grande y un referente de los mejores disfraces.
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