miércoles, 15 de octubre de 2014

Sordos iquiqueños bailaron a todo ritmo en celebración de su día internacional

CULTURA

Sordos iquiqueños bailaron a todo ritmo en celebración de su día internacional

Imagine asistir a una fiesta de gala, en esas donde la formalidad es lo primordial y ve a todas las personas muy arregladas. La decoración está muy cuidada, hay juegos de luces para la pista de baile, un gran equipo de sonido y un DJ que coloca todos los hits del momento, para ser bailados por la concurrencia.

Así, se mueve conforme a lo que siente por cada canción que tocan, mientras ve que nadie sigue una coreografía específica, sino que realizan un baile particular que se genera desde el interior de cada uno de los asistentes.

Cierra los ojos y lo único que siente son vibraciones de diverso tipo o el "bum bum" que retumba en su cuerpo por los parlantes, acompañado de un silencio total y al abrirlos de nuevo es como si pusiera en mudo la televisión, pero viera como en la pantalla transcurren las acciones.

Esa es la sensación que tienen las personas sordas que van a alguna celebración y que aprenden día a día a no sentirse incómodas con esto.

Incluso, efectuaron una fiesta en honor a su día internacional, con el fin de demostrarle al mundo que pueden disfrutar tanto como cualquier persona.

Fiesta

La charla duró cerca de una hora, hasta que comenzaron a vibrar copas y los comensales comenzaron a sentir los sonidos graves que retumban en sus cuerpos, por lo que la pista preparada para el baile fue tomada tímidamente por una pareja.

Tras esto, de a poco todos los integrantes se sumaron, entre ellos, María Bethania, quien es completamente sorda y que con lengua de señas habló de cómo se siente en este espacio y celebración.

"Me gusta la fiesta y la gente que vino, porque me siento cómoda. Sobre la música, de verdad no puedo decir mucho, porque como no escucho nada, no sé cual es el ritmo que más me gusta bailar. Lo que sí siento son las fuertes vibraciones que me retumban en el cuerpo y ellas hacen que mueva el cuerpo y baile. Pero es sólo por la vibración que entregan los parlantes, por los tonos de la música, porque de verdad no puedo percibir ni un sonido", explicó la joven.

En la pista, los pasos de baile a veces se confunden con movimientos de manos que cuentan una historia o varias, puesto que ellos cuentan sus anécdotas en la interacción de la danza. De la misma forma se coordinan para hacer el "trencito" o algún paso coreográfico, con el fin de disfrutar al máximo la instancia en la que están.

Entre paso y paso, Mireya Corona se daba el tiempo de explicar que para ellos es normal divertirse y a veces hacer grupos.

"Juntarnos, reír y hablar en lengua de señas y nadie nos entiende es algo cotidiano. Es como si te hablaran en otro idioma, pero tratamos de enseñar un poco o que a gente pueda conocer algunas palabras para interactuar con nosotros. Muchas veces es más incómodo para ellos, porque les da un poco de vergüenza preguntar, pero deben hacerlo si no entienden, pues nosotros podemos escribir y sabemos leer en nuestra mayoría", dijo Mireya.

Dificultad

"Tenemos cinco hijos y ella es la menor. Nos dimos cuenta al año y medio que Mireya tenía un problema, porque no nos escuchaba, así que la llevamos a Santiago para que le revisaran el oído", explicó Aníbal.

Después del viaje, la pequeña llegó con audífonos que parecían de piloto de avión, que estaban adheridos a un sistema que medía más de 20 centímetros, el que tenía que acompañarla todo el día, para que pudiera entender algunas palabras.

A los 3 años la niña ingresó a la escuela especial Flor del Inca, donde le enseñaban el lenguaje de señas y una de las profesoras del lugar le enseño a modular y leer los labios, para poder comunicarse de mejor manera con las personas, mientras que en la tarde iba al jardín infantil.

"Puedo decir que en ese tiempo la sociedad no estaba preparada y ahora tampoco lo está. Se avanza mucho en varias materias, pero igual es difícil que las personas con algún problema o discapacidad puedan ser incluidas", dijo el conmovido padre.

Y tiene razón. Muchos de los jóvenes que componen la organización tiene títulos profesionales o estudiaron una carrera técnica, pero les ha sido difícil obtener un empleo.

Una de las jóvenes comentó que tiene dos títulos y que con el primero de ellos le fue imposible conseguir un trabajo. "Al final estudié técnico en educación especial y ahora trabajo en eso, pero fue muy difícil. La gente nos ve normales, pero no trata de comunicarse con nosotros y eso hace que no vean nuestras capacidades reales y nos incluyan".


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