NOTICIAS DE GRAN BRETAÑA - GENTE
Marcus Rashford, el delantero del Manchester United de 22 años, no ha tenido un confinamiento habitual.
Aprendió el lenguaje por señas para juzgar una competición de poesía en una escuela de sordomudos. Inició una campaña para ayudar a los cientos de sin viviendas que viven en Manchester. Fue uno de los jugadores que crearon un fondo para la lucha contra el coronavirus (consiguieron cinco millones de euros). Colaboró con una ONG (FareShare) que ha recaudado en el último mes 25 millones de euros para dar de comer a 2.8 millones de niños británicos.
Consiguió que el gobierno británico rectificara su decisión de dejar de dar comidas gratuitas a millones de escolares. Se preparó para que su equipo intente clasificarse para la Champions.
Siempre dijo que si podía hacer algo para mejorar la vida de una sola persona, lo haría. Nunca olvidó de dónde salió. Su madre trabajó todos los días, fines de semana incluidos. Al acabar la jornada laboral cogía un autobús que, una hora y media después, le llevaba a casa donde cocinaba para que los suyos tuvieran al menos una comida al día.
Antes de la cena, Rashford consumía lo que le daban en un ‘club de desayunos’ en la escuela, un título sutil para la entrega caritativa de comidas a aquellos que no tienen mucho. Marcus creía que así era la vida, porque era la que conocía y la de muchos de sus amigos, negros en su mayoría.
Cuando descubrió que, por mucho que su madre se esforzara, la sociedad está montada de tal manera que crecer para los Rashford era casi un imposible, le urgió más que nunca intentar hacer algo con su prometedora carrera de futbolista. Y ahora que nota que hay viento de cambio, pese a su inmensa juventud, Marcus ha decidido que además de ayudar al más necesitado, no hay que callar. Es otro de los que en el Reino Unido han denunciado el omnipresente racismo diario.
Juan Mata, Raheem Sterling, Tyrone Mings, Jordan Henderson ya no son una excepción cuando hablan de desigualdad, de comunidad, de colaboración. Quién nos iba a decir, ante el vacío de líderes, que estos vestirían de corto.
Por cierto, en nuestro país, cada vez más multicultural, nos faltan más voces que digan lo que casi nadie quiere oír: la discriminación también es diaria, presente en el lenguaje, en los actos. En el fútbol también: si no me creen, cuenten los no-blancos que hay entre los que toman decisiones.
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