miércoles, 9 de septiembre de 2020

Los 800 alumnos de Educación Especial afrontan una vuelta al «cole» sin más recursos de apoyo en Córdoba

 NOTICIAS DE ANDALUCÍA - EDUCACIÓN


Los alumnos con necesidades educativas especiales afrontan un curso presencial que pondrá a prueba las capacidades de integración del sistema.

A la situación, ya de por sí compleja, de la pandemia en el ámbito educativo se suman en el caso de estos escolares las dificultades propias de su condición personal. Hay niños con trastornos del espectro autista, con síndrome de Down, sordomudos, con dificultades de aprendizaje y hasta con conductas violentas.

Aula vacía

En toda la provincia hay 800 escolares en esa situación, según las cifras del Ministerio de Educación relativas al curso 2018-2019 (la Consejería de Educación de la Junta no ha respondido al requerimiento de este medio para actualizar los datos. Más de 500 cursan sus enseñanzas en unidades especiales dentro de los centros ordinarios y otros 298 lo hacen en colegios especializados, de los que hay muy pocos en Córdoba. Cada centro decide en sus protocolos cómo actuar con estos niños.

FSIE

Para la Federación de Sindicatos Independientes de la Enseñanza (FSIE), es primordial incorporar ya a los centros especializados en este tipo de educación a la enfermera escolar. El secretario provincial de la organización, Julián Camacho, recuerda que «algunos de estos niños tienen carencias de salud o problemas cardiacos, por lo que esta figura es improtante. Si en un centro concertado hay que ser riguroso, aquí mucho más».

Los colegios concertados, asegura Camacho, pueden recolocar a su personal de apoyo para fomentar la integración de estos alumnos gracias a los refuerzos aprobados por la Junta, que también llegarán a estos centros. No ocurre lo mismo, afirma, con los colegios centrados en la educación especial, que sólo tienen alumnos con estas necesidades especiales. «Para los centros específicos es que no hay nada» en el plan de vuelta al «cole», sostiene, y tendrán que hacerlo todo con sus recursos propios. «Son una parte olvidada de la administración», critica.

Los centros específicos son, explica Camacho, colegios cuyos titulares son asociaciones, fundaciones o instituciones religiosas, «con un compromiso muy fuerte de quienes lo rigen». El secretario de FSIE teme que los centros específicos terminen desapareciendo en aras de la integración social y educativa: «No queremos que se les integre en centros públicos, por todo el esfuerzo que llevan haciendo; hay que respetar su independencia».

Colegio Concepción Arenal

El colegio Concepción Arenal es uno de esos centros públicos en los que los niños con necesidades especiales conviven con los demás alumnos. Son 56 pequeños en esa situación, incluyendo dos aulas específicas para 10 niños autistas. Pero hay también escolares con Down, dislexia, retrasos madurativos, problemas graves de conducta o incluso con altas capacidades. Su director, Rafael Luque, sigue apostado por la «integración» en las demás aulas, un camino que comenzó a andarse hace años para evitar la segregación.

La organización que ha preparado este centro supone que estos pequeños tendrán dos grupos de convivencia estable en lugar de uno, algo permitido por los protocolos de Educación. Por un lado, el aula de educación especial; por otro, sus compañeros de curso convencional. En el CEIP Concepción Arenal «haremos hincapié en que los recursos entren en las clases y no sacar a los alumnos», avanza su director, Rafael Luque.

Tendrán que ser los mismos recursos humanos y materiales con los que ya contaba el centro antes de pandemia, porque no hay refuerzos previstos en este ámbito, tal como critica FSIE. El director del colegio sostiene que «tendremos los mismos monitores que el año pasado» para los niños con necesidades especiales, y aventura que en algunos casos tendrán que permitir que estos alumnos participen en clases sin la mascarilla obligatoria para impedir mayores problemas.

Colegio Antonio Gala

Isabel Bernal, responsable del colegio Antonio Gala y de la asociación de directores de colegios Asadipre, incide en que «no hay nmedidas extraordinarias ni dotaciones aparte» para la educación especial. Y en su centro son 30 alumnos en esa situación a los que «les va a costar más trabajo seguir las normas».

Algunos de los niños de este centro presentan graves problemas de conducta; otros tienen un retraso de hasta dos años y requieren una adaptación curricular a sus condiciones. Todos ellos, mantiene Gala, se van a enfrentar a una nueva situación en la que hay normas para todo, incluso para bajar una simple escalera. «Todo el alumnado que por su trastorno tiene dificultad en el aprendizaje, como los niños hiperactivos por ejemplo, vaa tener más problemas para cumplir las normas. Ahí tenemos un reto», concluye esta profesora.

IES Góngora

En el IES Góngora, por el contrario, han tenido que optar por otra vía ante la imposibilidad de garantizar la seguridad con la inclusión. La orientadora del centro, Maribel Cantarero, se lamenta de que «la enseñanza inclusiva ahora se hará fuera del aula, cosa que para nosotros es diferente». Algunos de los problemas que cita esta profesora tienen que ver con los alumnos sordomudos, que además del profesor titular y el de apoyo requieren en algunos casos de un intérprete. «Sería mucha gente en una clase», declara.

Cantarero manifiesta que los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo del Góngora probablemente tengan que estar en el aula de apoyo, «como se hacía antiguamente». Es necesario trabajar así, en lo que califica como «una contradicción» porque no se puede integrar a nadie mediante la separación física, para mantener «el distanciamiento».


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