lunes, 25 de abril de 2011

Se abren camino educativo a pesar de la discapacidad

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En Hidalgo, sólo una universidad atiende a la población con capacidad especial

Son ciegos, son mudos, son discapacitados, pero muy pocos son licenciados o ingenieros. Apenas 1% de la población con algún problema motriz o intelectual de Hidalgo tiene acceso a la educación superior y con un modelo específico para ellos, sólo siete cursan una carrera.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que en el mundo 10% de la población sufre algún tipo de discapacidad, otros estudios piloto abarcan hasta 18%.

En Hidalgo, el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI) refiere que de la población total de 2 millones 235 mil 591 habitantes, 546 mil 29 son indígenas y 11 mil 658 tienen algún tipo de discapacidad, en tanto que 2 mil 383 no pueden especificar si padecen o no una enfermedad.

Armando Antonio Rodríguez es un joven universitario que desde pequeño padece debilidad visual. A sus 23 años está a punto de graduarse como ingeniero en Desarrollo e Innovación Empresarial. Armando es originario de la región otomí-tepehua, una de las zonas más pobres dentro de la entidad; ahí radican indígenas que apenas tienen lo indispensable para vivir.

De acuerdo con la presidenta de la Fundación Paso a Paso, Olga Montufar Contreras, la zona tepehua es donde más impera la discapacidad, la pobreza y la ignorancia.

Armando cuenta que en su niñez en su hogar no había piso firme y de bebé sufrió la picadura de una araña en el ojo lo que lo llevó a perderlo.

Lo que más recuerda de su infancia es la burla de sus compañeros, “había momentos en que la situación era inaguantable, me decían apodos y era discriminado, incluso en la adolescencia eso me llevó a tomar alcohol, estuve perdido en el vicio hasta que encontré un camino: la universidad”.

La educación salvó a Armando, no sólo del alcoholismo, sino también de la ignorancia. La Universidad Tecnológica de Tulancingo (Utec) es la única institución de educación superior en el estado que cuenta con un modelo incluyente para los discapacitados.

Martha Patricia Santa María Vergara es la impulsora del proyecto. Paty, como la conocen sus estudiantes, tiene un sueño: el que todos los niños y jóvenes que padecen de alguna discapacidad encuentren la oportunidad de cursar una carrera universitaria.

Un proyecto innovador

Con proyecto en mano y muchas ideas en la cabeza llegó a la Utec en 2009. Ejercer el derecho a la educación fue su lema y con él abrió camino para que ahora siete jóvenes con diversas capacidades cursen alguna ingeniería.

“La única discapacidad que te limita, es la discapacidad espiritual”, afirma Paty, quien es la encargada del proyecto. En la Utec, todos están inmersos en ejercer la inclusión educativa. Estudiantes, profesores y la rectora Concepción Gómez trabajan para que los jóvenes con discapacidad puedan tener acceso a la educación.

“Sabemos que cursar una carrera universitaria es muy costoso, se debe de contar con al menos cuatro software (programas informáticos) para que los jóvenes puedan seguir sus estudios, cada licencia tiene un costo de por lo menos 15 mil pesos, lo que habla de alrededor de 60 mil pesos en licencias para una sola computadora y esto encarece la educación”, asegura Martha Patricia Santa María.

Pero la Utec no paró por ello. A través de Óscar Lira Uribe se creó un software libre que permite que sin costo alguno los estudiantes cuenten en las computadoras escolares y personales con las licencias que permitan acceder a los programas educativos especiales. Además, crearon un chip para un brazo electrónico que permita la función de un brazo normal. El registro de ésta tecnología está en proceso. Un aparato útil para los discapacitados fue el “toma libros”, una herramienta creada por una estudiante que con poco dinero y mucha imaginación hizo la diferencia para que los alumnos con discapacidad motriz puedan tener acceso a un libro en la biblioteca.

El modelo original es de aluminio y consiste en un brazo largo que permite tomar un libro a cualquier distancia, ya sea en silla de ruedas o a pie. Discapacidad visual, motriz o sordera, esas no son las barreras para quienes la padecen, es la ignorancia, de la gente normal, señala Óscar.

El mundo de la discapacidad, insiste Olga Montufar, no se ve, es invisible y apenas en diciembre del año pasado los legisladores aprobaron la Ley Integral para Personas con Discapacidad del Estado de Hidalgo; sin embargo, lamenta, no hubo voluntad para trabajar en el reglamento, el resultado, dijo, es nulo, la ley carece de peso y sustento.

En el aspecto educativo, los discapacitados tampoco cuentan y los errores se siguen sumando como fue en la Ley de Educación, que establece que se debe enviar a los discapacitados a aulas especiales. En este tema, tanto Olga como Patricia, están de acuerdo, “si se quiere ser incluyente, los discapacitados deben de estar en aulas normales”, asentaron ambas expertas.

Lograr el acceso educativo a discapacitados es una labor del día a día, “hace algunos años logramos que en muy pocos lugares se aceptara a los niños discapacitados en las aulas normales, pensábamos que si lográbamos que entraran al kínder, por consiguiente serían atendidos en primaria y secundaria, pero sólo fue en unos casos”, señala la activista.

Martha Patricia Santa María apunta que “los jóvenes deben de estar en aulas normales y si requieren de algo especial, por eso contamos con el Centro de Acceso Universitario”, ahí, indica, los estudiantes discapacitados tienen acceso a los audiolibros y a las máquinas con los programas necesarios para presentar sus trabajos.

“De los jóvenes discapacitados, tenemos a una alumna que no puede caminar y entre todos se ayudan para que tenga su vida normal, si requiere subir escaleras sus compañero la cargan”.

“Escuelas que brinden educación superior a discapacitados en Hidalgo no hay, sólo nosotros y el CBTIS 8, de Pachuca, pero ahí es educación media”, menciona Lira Uribe, creador del software libre, “el invidente a veces se siente discriminado, se siente impotente por la cultura que muchas personas tienen y los ven de mala manera, ellos, al tener una herramienta e ir a escuelas, les cambia la vida”.

Educación incluyente

Román Cruz es otro de los estudiantes discapacitados. Él cursa actualmente el octavo cuatrimestre de la carrera de tecnología de la producción y dice agradecer por sobre todas las cosas, recibir una educación incluyente.

“Vienes del sistema medio superior, donde los cambios en la juventud te marcan, cuando llegas a un ambiente donde la educación es integral, empiezas a abrir nuevas puertas”, cuenta.

La discriminación a los discapacitados es permanente, burlas, críticas y falta de apoyo se suman a la discapacidad. Román Cruz, padece sordera y tiene un oído completamente perdido y otro con 75%. Para él, su discapacidad es menor, afirma.

Para Olga, los sordos son el grupo de discapacitados con mayor discriminación debido a la segregación de que son objeto y que se traduce en que 85% de estos sean analfabetas.

Román agradece ser universitario y mientras llega el momento de utilizar un aparato para la sordera, asegura que aprovechará el tiempo al máximo en sus estudios.

El sueño de la educción universitaria incluyente es sólo eso, por el momento eso, un sueño. El CBTIS 8 de Pachuca cuenta con sólo 20 estudiantes discapacitados para salir a las aulas universitarias, pero sólo hay una escuela en Hidalgo que tiene el modelo para la atención de estos jóvenes.

El reclamo es justo, señala Olga Montufar, los discapacitados merecen inclusión no sólo simulación.
Foto:
CREATIVIDAD. Un aparato útil para los discapacitados es el “toma libros”, herramienta creada por una estudiante que con poco dinero e imaginación hizo la diferencia para que los alumnos con discapacidad motriz puedan tener acceso a ciertos objetos.

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