lunes, 27 de diciembre de 2010

Un tucumano es la máxima figura del básquet para sordos

José pega el salto, gana la pelota y sale velozmente en contragolpe. Comparte con sus compañeros una llamativa condición: juega sin poder descargarse por medio de palabras o gritos. Pero las arengas en una disciplina colectiva aparecen cualquiera sea el idioma empleado, o mejor dicho en este caso, el lenguaje que se utilice.

Es que José Antonio Galarzo es sordomudo y juega en un equipo especial, acompañado por quienes padecen la misma discapacidad. Tiene 27 años y es basquetbolista desde adolescente. Empezó en Central Córdoba, pero debió dejar el grupo porque se le hacía muy difícil entender las indicaciones. Claro: el entrenador se dirigía a un plantel integrado por jugadores comunes y corrientes.

Entrevista particular

José habla por medio de señas. Su novia, Noelia Orellana, traduce (estudió el lenguaje) y el periodista anota atento. No es un reportaje más. ¿Qué surge del particular relato? José se desempeña como escolta o pivot, y desde 2002 forma parte del equipo que representa a la Asociación Tucumana de Sordos. Semanas atrás fue distinguido por la Confederación Argentina Deportiva de Sordos como el mejor basquetbolista del año. Pero este no es su único lauro: anteriormente obtuvo premios como goleador, mejor jugador y autor del mejor triple.

La vida de José es diferente, pero a la vez tan normal como la de cualquier otra persona. Convive con Noelia en la casa de sus padres, en San Pablo, y juntos crían un hijo de tres años, Luciano.

Su sueño tampoco es del otro mundo: anhela tener su propio hogar. Pero también hay otros referidos al básquet, y en ese rubro el multipreamiado Galarzo va por buen camino.
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