miércoles, 3 de marzo de 2010

«Soy igual que un alumno oyente, solo que yo no oigo porque soy sordo»

InfoSord-Galicia, 3 marzo.
Por Lucía Rey

La experiencia de Daniel Lourés, que estudia 2º de BAC en el IES As Mercedes, en Lugo, prueba los obstáculos que combaten a diario los jóvenes sordos en el sistema educativo

Daniel Lourés Ferro, de 19 años, vive en Friol, estudia segundo de Bachillerato por ciencias en el IES As Mercedes y quiere hacer un ciclo formativo superior. Le gusta el baloncesto, jugar al fútbol y a la PlayStation, como a la mayoría de jóvenes de su edad. Solo que en casi todo Daniel necesita esforzarse el doble que los demás porque no oye. Él es uno de los diez alumnos sordos de la provincia de Lugo que estudian con el apoyo que les da en el aula alguno de los 7 intérpretes de lengua de signos que trabajan en centros educativos lucenses, según datos de la Asociación de Nais e Pais de Nenos Xordos de Galicia (Anpanxoga).

Hoy en día parece un joven integrado y feliz, aunque no siempre fue así. Estudió en el Colegio de Sordos de Lugo, pero, a diferencia de su hermana, que también es sorda, acudió a él unos años antes y logró una buena formación, Daniel guarda un mal recuerdo. «Yo no aprendía nada», dice. Su madre, María Isabel Ferro, explica el porqué: «A Mónica [la hija mayor] foille ben, pero logo empezaron a meter rapaces con outro tipo de discapacidades, estaban todos mesturados e non lles ensinaban case nada».

Con 10 años, Daniel fue escolarizado en un colegio público de Lugo. Lo hizo gracias a la lucha y al esfuerzo económico de su madre, que tres cursos pagó de su bolsillo una profesora de apoyo que lo acompañaba en clase y le explicaba «de forma más clara». Coger el ritmo fue duro, sobre todo al principio porque le faltaba base. «Veía a los compañeros oyentes estudiando, pero a mi me costaba adaptarme y entender palabras que no conocía, pero después fue obteniendo éxitos; hasta ahora», explica con las manos y una sonrisa Daniel. La Ley Orgánica de Educación (LOE) aseguró recursos para atender a alumnado con necesidades educativas especiales. Así las cosas, ahora Daniel tiene un intérprete de lengua de signos (ILSE) «que signa directamente lo que dice el profesor» en varias asignaturas; y un profesor de apoyo, que explica conocimientos o hace resúmenes.

En As Mercedes hay 4 alumnos sordos, pero están en cursos distintos, por lo que los 2 ILSE y los 2 docentes de apoyo «no dan cubierto» las necesidades de estos chavales, que por lo general, tienen más capacidad de concentración, mayor memoria visual y son más perfeccionistas. Daniel lamenta el desconocimiento que existe en el mundo educativo: «Muchos profesores no saben qué es una persona sorda. Soy igual que un alumno oyente, solo que yo no oigo porque soy sordo».

Mal contenido curricular

Sarai Iglesias es profesora de apoyo en el CPI de A Pobra, donde auxilia a un alumno sordo de 2º de ESO. Para ayudarle tuvo que buscar un sistema para comunicarse con él, y aprendió la lengua de signos. En su opinión, el contenido curricular no está preparado a los alumnos con discapacidad auditiva. Y pone un ejemplo: les obligan a estudiar música. «Con ellos habría que trabajar más las materias instrumentales, como lengua, sobre todo la comprensión lectora, o matemáticas», defiende.

Depender de la «buena fe»

Iglesias también critica la limitación de tiempo -«me niego a que un alumno se pierda el recreo porque sea sordo, sería cruel», sostiene-, y lamenta que por el momento la formación de estos estudiantes dependa de la «buena voluntad» del centro educativo y de los profesores. «Hay que intentar que desde los 3 años los contenidos lleguen a los niños sordos igual que a los oyentes, para que tengan una base buena». Y recuerda que trabajar con antelación el vocabulario y los contenidos es imprescindible.

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