InfoSord-Vaticano, 25 marzo
El portavoz del Papa niega que la ley canónica prohiba denunciar a la justicia
Vaticano vuelve a temblar con la exclusiva de The New York Times sobre el sacerdote Lawrence Murphy, que abusó durante años de 200 niños sordos en Wisconsin, donde vivió entre 1950 y 1977, y que pese a ello nunca fue despojado del estado clerical.
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El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, ha publicado hoy completa la nota enviada al diario estadounidense en la que afirma que no se castigó a Murphy porque estaba "muy enfermo". Lombardi subraya que el Vaticano solo fue informado del caso en 1996, años después de que la investigación hubiera terminado, y afirma que el cura no fue expulsado del clero "porque el derecho canónico no prevé castigos automáticos". La realidad es que algunos delitos sí prevén ese tipo de correctivo: la revelación del secreto del sumario, por ejemplo, está penada por el código canónico con la excomunión automática.
El comunicado oficial indica que, al abusar sexualmente de niños sordos, el padre Murphy "violó la ley, y cosa aún más importante, la sagrada fe que las víctimas pusieron en él". Lombardi aprovecha para recordar que "las normas de la Iglesia no han prohibido nunca denunciar los abusos a menores a las autoridades judiciales". Pero la afirmación es cuando menos dudosa: tanto el Código como la instrucción Crimen Sollicitationis, de 1962, penan severamente la revelación de los casos juzgados por el Vaticano, y la costumbre durante decenios ha sido no denunciar a los criminales a la justicia y lavar en casa los trapos sucios para tratar de evitar el escándalo.
Roberto Mirabile, el presidente de la asociación italiana de víctimas de la pederastia Caramelo Bueno, que asesora desde hace 13 años a jóvenes que han sufrido abusos, explica a El PAÍS: "Ni los obispos en sus diócesis, ni la propia Curia, ni siquiera el tribunal de la Congregación para la Doctrina de la Fe han enviado jamás a un cura a la cárcel por un crimen pederasta". "Al revés -prosigue-, se han limitado a trasladar a los culpables de diócesis en diócesis, permitiendo que los criminales continuaran abusando impunemente y convirtiéndose así en encubridores y cómplices con el terrible agravante de su autoridad moral".
Detenciones en la Plaza de San Pedro
Miembros de Snap, organización estadounidense de víctimas de abusos por miembros de la Iglesia católica, se han concentrado esta mañana en la Plaza de San Pedro del Vaticano para denunciar los abusos del padre Murphy y han repartido octavillas en las que se narran los detalles del caso. Cuatro miembros de la organización han sido detenidos por la policía mientras hablaban con los periodistas, entre ellos la presidenta de Snap, Barbara Blaine, quien, visiblemente nerviosa, preguntaba en inglés a los agentes si había hecho algo malo y pedía a los fotógrafos que tomasen imágenes de lo que estaba pasando.
En este rosario de escándalos y revelaciones sobre abusos que salpican a la jerarquía de la Iglesia, ayer Benedicto XVI aceptó la dimisión de John Magee, obispo irlandés de 74 años, secretario de tres papas y acusado de encubrir casos de pederastia en la diócesis de Cloyne. El pasado fin de semana, una carta pastoral del Papa pedía perdón por estos hechos, aunque su contenido estuvo lejos de contentar a las víctimas de los abusos.
Además, varios obispos alemanes también reconocieron a mediados de este mismo mes que habían ocultado casos de abusos.
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