InfoSord-Cáceres, 8 marzo
Por Cristina Núñez
La organización recomienda su aprendizaje aunque el niño haya sido sometido a un implante coclear
Fexas enseña a los familiares de personas sordas el modo en que pueden comunicarse con ellas.
Gregorio, África, Isabel y Rafa, de Torrejoncillo, recorren una vez a la semana el trayecto que une esta localidad del noroeste de la provincia con la capital. El martes pasado llovía, llovía mucho, pero llegaron a tiempo, sonrientes y dispuestos.
55 kilómetros que hacen de mil amores.
Son los padres, la madrina y un amigo de Miguel, un niño sordo y traqueotomizado de 8 años con el que quieren llegar al máximo nivel de comunicación posible, y por lo cual, desde el año pasado, acuden a clases para aprender lengua de signos. Miguel mejora, cada vez está más comunicativo, y eso les anima. La Federación Extremeña de Asociaciones de Personas Sordas, Fexas, tiene puesto en marcha un programa familiar que trata de que las familias alcancen eso, la mayor fluidez comunicativa con sus hijos. Cuando en una familia nace un hijo con alguna dificultad todo en un hogar tiene que replantearse. Se necesita un sfuerzo extra, buena voluntad, un cambio de chip. Y esto es lo que facilita esta iniciativa, que enseña lengua de signos a personas oyentes que tienen que relacionarse a diario con sordos.
Dentro del grupo de personas que siguen este programa se encuentran familias de niños con implantes cocleares, que actualmente es la mayor esperanza en cuanto a la recuperación de la capacidad auditiva y que se realizan en la unidad del hospital San Pedro de Alcántara. Hay una tendencia natural de los padres a que, una vez que los niños son intervenidos, la comunicación con ellos sea exclusivamente verbal. Puerto López, psicóloga de Fexas, asegura que es positivo que los padres vean que la lengua de signos no es un freno, sino una eficaz vía de comunicación que puede ayudar a sus hijos a salir de su aislamiento.
Los trabajadores de Fexas también aprenden lengua de signos.
Juani Domínguez y José María Bermejo son padres de José Francisco, Laura y Jorge. El primero es sordo y tiene una intervención para mejorar su audición. No es un implante coclear propiamente dicho. De este programa de familias de Fexas se enteraron en el centro de educación especial Proa, a donde acude José Francisco. «Creíamos que si empezaba con los signos nunca iba a hablar y me daba un poco de miedo, pero nos damos cuenta de que es totalmente necesario, él no deja de hablar y a través de los signos nos estamos comunicando muchísimo». Los cinco miembros de esta familia (el niño sordo, los padres y los dos hermanos) también lo dejan todo el martes por la tarde para acudir a las clases de lengua de signos que les imparte Pilar, la profesora. «A nosotros nos va saliendo, cada martes que vienes te vas dando cuenta de que vas mejorando, el curso es muy ameno».
Cuando un niño sordo ve que sus padres le responden a los signos que hace, la comunicación gana enteros. «Nosotros lo que queremos es comunicarnos, sea como sea», remacha el padre.
Laura, hermana de Jose Francisco, dice que le gusta ir a clase para comunicarse con su hermano. Además, puede comunicarse a través de signos con su profesor de inglés y con Jaime, un niño de su clase. El saber no ocupa lugar.
«Empezamos con cero familias, porque existe un rechazo a la lengua de signos, pero ellos solos se dan cuenta de que el único vínculo de comunicación era esta vía», asegura la coordinadora de Fexas, Chelo Serradilla. «El rechazo no viene por el implante, sino porque se cree que no van a llegar a hablar si utilizan la lengua de signos. Al ser su lengua natural, utiliza la de signos con más facilidad, pero ésta no impide la lengua oral, más bien son complementarias, no son excluyentes».
Aulas bilingües
Una de las demandas de Fexas es la creación de las aulas bilingües, en las que niños sordos y oyentes pueden convivir y seguir al unísono los programas educativos. De momento, este proyecto se lleva a cabo en Proa y de forma paralela en los colegios que cuentan con intérpretes. La idea es que no sólo el niño sordo aprenda lengua de signos, sino todo su entorno, tal y como explica Chelo Serradilla. Próximamente se celebrarán unas jornadas en las que se debatirá la posibilidad de implantar estas aulas en Extremadura. Aún no hay fechas concretas, pero es un primer paso para la integración de este colectivo, que lucha por romper el silencio, paso a paso.
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