lunes, 1 de marzo de 2010

Cultivos limpios y rendidores

InfoSord-Santa Elena (Colombia), 1 marzo

Nadie sabe cómo lo logra, pero Alexánder Castaño Herrera, con sólo un silbido, consigue que cuarenta cabras se le acerquen, lo miren con atención y hasta se detengan cuando se los ordena. Él, sin chicanear, dice que son inteligentes y que ya se enseñaron a obedecerle.

"Yo soy el que las cuido, las ordeño, les limpio el potrero y hasta les atiendo los partos", precisa este campesino, uno de los trabajadores que la Fundación San Gabriel tiene en su granja de Santa Elena, donde esta comunidad religiosa promueve el desarrollo agrícola e intenta cambiar algunas costumbres de los campesinos para hacerles la vida más amable y próspera.

Es una finca de 3 y media hectáreas ubicada al borde de la vía al aeropuerto, a unos metros del estadero El Silletero. La mitad del predio es bosque nativo y en la otra mitad se desarrollan los proyectos de la Fundación en favor de las comunidades cercanas, que se extienden a gentes de otras regiones que siguen el proceso.

A la cabeza de este proyecto social están los hermanos Luciano y Segundo Ortega, religiosos españoles que llegaron a Medellín en 1961 y desde entonces han realizado un trabajo de corte comunitario con énfasis en la educación al servicio del progreso.

"Empezamos en la Escuela de Ciegos y Sordos de Aranjuez, luego estuvimos en el colegio Rodrigo Arenas Betancur, de Aures, en procesos de pacificación, y lo último es este proyecto, dirigido a la comunidad de Santa Elena y a zonas, como Rionegro, Medellín, Guarne, a todo el que quiera", comenta el hermano Luciano.



Valores, experimentación

Es muy diverso y amplio el espectro de programas y actividades en el predio. Por un lado hay potreros con cabras de razas especiales que se les entrega a mujeres campesinas para que estas las aprovechen en la producción de leche. Se las dan preñadas y ellas deben retribuirlas a la Fundación con crías.

"Lo importante es que la gente tenga seguridad alimentaria, que una familia tenga leche y que aprenda a sacarles provecho a derivados como el queso, que tiene muy alto valor nutritivo", dice Luciano. Alexánder, el que las lidia, añade que esa leche es buena para el asma y el paludismo.

También se ven porquerizas con unas cerdas de gran tamaño, casi dos metros y con un peso cercano a los 250 kilos. Son criadas de manera especial y la idea es que los campesinos se lleven una o dos a sus predios y las paguen como más fácil les quede. Dicen Luciano y Segundo que lo importante es que las familias se aseguren el alimento y sepan aprovechar las características de estos animales, que crecen con rapidez y no exigen mucha inversión.

Además, hay galpones con gallinas ponedoras y criaderos de conejos de razas diversas. Se pretende incentivar en la zona el consumo de la carne de conejo como otra forma de asegurar que a una familia, por pobre que sea, no le falte el alimento.

"Preferimos que la gente tenga conejos para comer y no como mascotas, porque en este caso se detiene el proceso de reproducción".

También se experimenta con productos de alto rendimiento, como una variedad española de tomates que alcanzan pesos hasta de medio kilo por unidad, repollo, lechuga, papas y flores aromáticas de exportación.

"Son flores que se pueden almacenar hasta 15 días en centros de acopio con cámaras en frío de las que ya hemos hecho envíos al exterior", comentan los Ortega.

La idea es transformar la mirada inmediatista de los cultivadores y que piensen a futuro, que su vida no sea sólo de subsistencia sino con proyectos a mediano y largo plazo. Para masificar estos procesos, se ofrecen clases con instructores del Sena.

No ha sido fácil cambiar mentalidades, pero con paciencia y su experiencia lo están logrando.

» Pedagogía

Sintonía entre instructores y alumnos
Jorge López, instructor del Sena en el cultivo de las flores aromáticas, destaca que tiene 28 alumnos de diversas profesiones, "todos muy comprometidos con los procesos de producción limpia que manejan la Fundación". Miguel Marín enseña el arte en madera, material de gran importancia para los hermanos Ortega porque abunda en la zona y por la vocación turística. Una alumna muy aplicada es Ana Julia Rodríguez, campesina con 56 años de edad y que afirma estar "muy animada, porque esto me va a servir mucho para la vida".
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