lunes, 22 de febrero de 2010

Cooperantes del sueño de Ferrer

InfoSord-Anantapur (India), 22/02/2010
Por Jaime León

Son españoles y dejaron sus trabajos en nuestro país para ayudar a afianzar la obra del humanista en Anantapur. Tras la muerte de Ferrer, continúan como cooperantes o voluntarios los proyectos para hacer realidad el objetivo que él soñó un día

Comienza la clase y apenas se escucha nada. Los niños son discapacitados auditivos y no utilizan palabras, sino signos. Sara Crespo les explica cómo se dice caracol. Alarga la mano y dibuja en el aire el signo. Los niños, arremolinados a su alrededor, lo pillan al instante y compiten por llamar la atención de esta española de 31 años. Sara sufre una pérdida del 80% de su capacidad auditiva de nacimiento. Pero ello no le impide ser cooperante en la Fundación Vicente Ferrer (FVF) y luchar por un mundo un poco más justo.
La ONG fundada por Vicente Ferrer cuenta con cerca de 1.900 trabajadores en el distrito de Anantapur, en el sureño distrito de Andhra Pradesh, el 99% de ellos indios. Un pequeño grupo de españoles -seis cooperantes y una media de 15 voluntarios- reside en el Campus de la FVF.
Sara llegó hace dos años y medio a Anantapur. Anne, viuda del humanista español, quería mejorar la educación de los discapacitados auditivos. Su primera tarea fue crear un diccionario telugu (la lengua local)-lengua de los signos. Más tarde se centró en la mejora de la metodología en las escuelas, que cuentan con 600 niños sordos y 40 profesores. «Los sordos piensan de otra forma. No basta con la lengua de signos».
La joven santanderina cree que es la única cooperante con problemas auditivos de España. Lo suyo es una doble lucha: «Creo que mi trabajo da ejemplo aquí y en España. Abre la puerta a otros discapacitados». La tarea de esta diplomada en Educación Especial no es sencilla. «Lleva años cambiar la mentalidad. Me costó trabajo aceptarlo».
Proyectos a largo plazo
El tiempo no es un problema. Vicente Ferrer no creía en el trabajo a corto plazo. Tampoco en los proyectos a medias. «Nunca se deja nada a medias. Todo se hace de forma conjunta. Un colegio va acompañado de dormitorios, viviendas. Todo se usa y funciona», explica el arquitecto Ricard Morató. A sus 28 años este catalán lleva 14 meses en Anantapur y acaba de renovar por un año más. Su trabajo en Barcelona no le satisfacía. Quería unir arquitectura y cooperación. En la FVF encontró lo que buscaba y hoy es el Coordinador de la Oficina de Arquitectura. Ha supervisado treinta y tantos proyectos, pero más que al pasado mira al futuro. «En Bathalapalli construiremos un hospital pediátrico, dos hospitales más en Kanekal y en Kalyandrug, ampliación del instituto de niños con discapacidades en Bukkaraya», recita mientras repasa los planos.



Las construcciones son sencillas y no estarán a la vanguardia de la arquitectura, pero el trabajo ofrece un extra: «Ver que lo que haces tiene una utilidad para los demás es muy gratificante».
Gratificante es una palabra que repite con frecuencia Juan Vicente Campos. También cita conceptos como agricultura sostenible, ecología y el bien del planeta. Este técnico en agricultura ecológica de 27 años trabaja con niños con parálisis cerebral y problemas psíquicos en un pequeño huerto. «Creo que les ayuda a ver que pueden hacer cosas y tener responsabilidad». Los cinco meses de su voluntariado están a punto de finalizar, pero ya piensa en nuevos proyectos con la FVF, cuyos principios comparte: «La Fundación integra a los beneficiarios en el proyecto. Escuchan a la gente. Además, están abiertos a propuestas y es bueno porque surgen cosas nuevas que ayudan».
Anantapur, la ciudad del infinito, se encuentra lejos de cualquier parte. Las posibilidades de ocio son escasas. Y se trabaja de lunes a sábado. Pero eso no parece hacer mella en los cooperantes. Sara, Ricard y Juan, son solo algunos de ellos. Silvia lidia con los periodistas. Oriol diseña ropa para los talleres de mujeres discapacitadas. Gerardo y Cristina luchan contra el sida. David, Joana y María enseñan español. Inma, Andrea y Sarai dan autoestima a niños discapacitados. Todos ellos luchan por hacer realidad el sueño de Vicente Ferrer.
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