InfoSord, 11/02/2010
Activistas recorren Ecuador junto a discapacitados para enseñarles a comunicarse con las manos
Recorrer el país en bicicletas dobles para buscar a personas sordas y oyentes e impartir clases sobre el uso del lenguaje de señas en las calles, en las iglesias, en la playa y en los colegios ha sido un reto para un alemán, una intérprete ecuatoriana y un voluntario de la zona con sordera.
Ellos son parte del proyecto Vamos en Señas Tour 2009, iniciado el año pasado, que intenta difundir el lenguaje de señas o, al menos, el alfabeto manual para que la gente oyente y con discapacidad, que no lo conocen, entiendan la comunicación de las personas sordas.
En este tour recorren varias ciudades del Ecuador en las cuales se busca que una persona con discapacidad y un intérprete se sumen al viaje para luego visitar otra ciudad para enseñar el lenguaje de señas. Hasta el momento el extranjero, quien realiza este trabajo con financiamiento de auspiciantes de Alemania y de Christian Blind Mission, una ONG que trabaja con personas con discapacidades, ha visitado Brasil y Bolivia.
Sebastian Burger, fotógrafo alemán y responsable del proyecto, indica que la idea nació por curiosidad al enterarse de que en cada país existen tantos lenguajes de señas para sordos como idiomas para los hablantes.
Para él, es importante que las personas aprendan este sistema porque se crea conciencia de integración y respeto hacia el grupo, ya que ha escuchado que en Sudamérica los llaman “sordomudos”, cuando en realidad -dice- sí hablan, pero utilizando las manos. “Los sordos necesitan que los respeten porque se comunican en otro lenguaje”.
El equipo en Ecuador ya ha recorrido 150 kilómetros en bicicleta las playas de Atacames, San José de Chamanga y Tonchigüe (Esmeraldas) y Pedernales (Manabí) y en cada lugar improvisan un teatro o andan por los alrededores de los pueblos para llamar la atención y lograr interacción con los habitantes.
Burger señala que en el recorrido ha notado que faltan escuelas para enseñar este sistema a personas de escasos recursos económicos. “Por eso los sordos inventan señas caseras, que para ellos son formas de comunicación entre familiares y amigos”.
Pero el problema, comenta el activista, surge cuando quieren comunicarse con quienes no tienen base académica en señas.
“Si una persona sorda crece sin ser educada en la lengua de señas, crece sin palabras y sin posibilidad de pensar y tener ideas abstractas con sílabas, palabras y pensamientos sofisticados. Es importante que sordos y oyentes sean iguales”, expresa.
Olmedo Rodríguez, persona con discapacidad auditiva, opina que este proyecto difundido en los pueblos ayudaría a los familiares y amigos de las personas sordas a conocer el abecedario de señas, de esa forma tendrían más soltura en sus manos para luego ir a una institución.
“Es importante que la familia se integre. Las personas sordas necesitan estudiar en la escuela, colegio y universidad para su desarrollo y crecimiento”, expresa.
Para Jackeline Vélez, intérprete de la Asociación de Sordos de Esmeraldas, es trascendente la iniciativa porque asegura la enseñanza a padres que desconocen un sistema de comunicación para los discapacitados.
Además, conoce de casos en que los familiares los ocultan y ridiculizan por usar sus manos y creen que no pueden ser “escolarizados y desarrollar habilidades”.
Según la traductora, solo han logrado alfabetizar, a través de cursos informales, a 45 personas sordas y oyentes, ya que por el clima, las vacaciones escolares, el mal estado de los caminos y el poco interés de algunos, no han podido tener más asistentes.
“Cuando vamos a un lugar los oyentes critican a las personas que intentan aprender la lengua de señas. Pero una vez que ellos intentan hacer lo mismo entienden por qué se les llama personas sordas y no mudas”, asevera.
Vélez explica que la participación del voluntario con discapacidad auditiva es importante, porque se convierte en líder y guía para otras personas de la misma condición. Mientras que la función de la intérprete es traducir el mensaje del guía hacia los oyentes y detectar entre el público quién es sordo, ya que para ella es fácil identificarlos.
Ahora, el equipo de viajeros está en Guayaquil en busca de uno o dos voluntarios sordos capacitados en lenguaje de señas que deseen compartir sus conocimientos con otras personas.
Para Norma Rivera, de 35 años de edad, quien desde niña tiene deficiencia auditiva, asegura que si bien la idea de viajar a otros lugares del país en la bicicleta es interesante y visionaria, antes de sumarse al equipo prefiere consultar con sus compañeros y dirigentes de la Red de Asociaciones de Sordos de Guayaquil sobre el proyecto para saber qué piensan.
“Quiero revisar el proyecto, ya que es muy interesante que las personas sordas, niños, jóvenes o adultos, aprendan el lenguaje de señas. Nosotros, como personas sordas, debemos promover el lenguaje de señas”, indica.
Según Rivera, no cualquier persona sorda está capacitada para enseñar a otra con discapacidad, ya que debe tener paciencia y un amplio conocimiento en conjugaciones gramaticales.
Además, sugiere que la persona con discapacidad interesada en sumarse debe llevar a su intérprete de confianza para no tergiversar la información. “Es imposible que cualquier persona vaya a enseñar. Los organizadores del proyecto primero deben ver que esa persona sorda sea líder, que sepa enseñar el lenguaje de señas, por eso es necesario que la persona con discapacidad lleve a su intérprete”, enfatiza.
El siguiente lugar que visitarán es la Ruta del Sol, en donde el equipo de Burger buscará una persona sorda en cada playa. El proyecto, en el país, será hasta el 23 de febrero del presente año.
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