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El amor que va más allá de las palabras
Hoy, a un día de su cumpleaños número 34 y en conmemoración del Día de la Madre, El Liberal hace un especial reconocimiento a Leidy Luna, deportista paralímpica campeona nacional y representante por el Cauca en diferentes escenarios internacionales, en pocas palabras una mamá campeona.
Leidy Viviana Luna Figueroa ocupó el quinto puesto a nivel mundial en la maratón realizada en el marco de los XXI juegos sordolímpicos en Taipéi Taiwán, bajo la orientación de Carlos Ignacio Zúñiga.
Después de la fuerte lluvia que cayó toda la semana sobre la ciudad, Leidy sabe que no va a ser fácil recorrer los 800 ó 1.500 metros que todas las mañanas hacen parte de su rutina diaria. Es por ello que cuando el primer rayo de luz se filtra por su ventana, ella se encomienda a Dios, y un beso silencioso sobre la frente serena de sus pequeños se convierte en el punto de partida de un nuevo día.
La mañana comienza y tres uniformes reposan sobre una mesa. Mientras Leydi ayuda a sus dos hijos a organizarse para salir a estudiar, vigila de cerca la estufa donde prepara simultáneamente el desayuno y el almuerzo.
Pasado un momento, el adolescente y la pequeña niña parten rumbo al colegio y de los tres uniformes que reposaban sobre la mesa, solo queda uno. Rápidamente Leidy ajusta sus zapatos deportivos y toma la bicicleta que la llevará al lugar de entrenamiento. La mesa queda vacía.
Leidy Viviana Luna es deportista paralímpica con discapacidad auditiva. Desde hace algunos años las pistas de atletismo son su segundo hogar y gracias al amor que siente por sus hijos, su familia y el deporte, lenguaje que supera las palabras, Leidy ha traducido el mundo que la rodea en un escenario lleno de triunfos.
La pista está mojada y una tenue lluvia amenaza con frenar el entrenamiento, “sin embargo sé que no debo darme por vencida porque solo Dios conoce que yo necesito ganar por mis hijos cada una de las competencias que disputo”.
Después de tres horas de entrenamiento, tanto en la pista como en el gimnasio, Leidy se prepara para ir a trabajar. “Me apoyo como empresaria independiente, puesto que soy la responsable de dar a mis hijos todo lo que ellos necesitan. Es uno de los retos de ser una mamá deportista”, señala la deportista.
Mientras saca del bolso el almuerzo que empacó en la mañana, Leidy reproduce en su mente las imágenes instantáneas de lo más lindo que Dios le pudo dar: sus hijos.
A las 8:00 de la noche que llega a su casa, deja atrás su faceta de deportista y trabajadora y se convierte nuevamente en la mamá amorosa, que revisa las tareas de sus hijos, les prepara la comida que más les gusta y los acompaña mientras duermen.
Sábado 9 de mayo. El tiempo que durante la semana le hizo falta a Leidy para compartir con los suyos, se ve compensado este día, pues ella y sus hijos salen juntos a recorrer la ciudad mientras disfrutan de un helado.
La primera escena de un sueño
En 1999 Leidy participó por primera vez en una competencia deportiva. Sin saber nadar muy bien se lanzó a las aguas de donde fue rescatada por Carlos Ignacio Zúñiga, no porque se estuviera ahogando, sino porque vio en ella un gran potencial para el deporte.
Desde ese entonces empezó a tomar clases de natación junto a un grupo de personas que tenían algún grado de discapacidad. “Entrenábamos todos los días con la esperanza de participar en alguna competencia, sin embargo ese sueño se fue disminuyendo con el tiempo teniendo en cuenta el pa-norama deportivo que se vivía entonces a nivel local”, manifestó Leidy Luna.
Aunque Leidy fue persistente en el tema, a diferencia de sus compañeros, finalmente ella también optó por el retiro. El motivo: estaba embarazada. Pese a que el abandono era inminente, una semana antes de que naciera su bebé, Leidy siguió sumergiéndose en las aguas, y un año y medio después retomó sus prácticas deportivas.
¿Por qué cambió de opinión? Leidy asegura que además del amor al deporte fue Nacho, su entrenador, quien le hizo entender que nada era impedimento para cumplir sus sueños. Sin sospechar que tiempo después los dos tendrían que dejar a un lado la idea de competir bajo el agua.
Leidy Luna entrena 3 horas diarias como preparación a los Juegos nacionales paralímpicos. Disfruta del arte, trabaja como empresaria independiente y es una mamá al 100 por ciento.
Buscando una pista
Después de abandonar la natación, Leidy y Nacho continuaron trabajando en el campo del deporte, específicamente en el atletismo. Con la creación de un club deportivo para sordos en Popayán, los dos se pusieron como meta los juegos paralímpicos nacionales.
En el 2007 Leidy compitió por primera vez en los nacionales para sordos que se realizaron en Cali clasificándose a los Juegos paralímpicos nacionales por ganar las tres pruebas disputadas.
“El resultado no fue una sorpresa para mi familia, ya que siempre me he destacado como una mujer echada pa`lante como madre y deportista”, agrega Leidy.
A partir de ahí, la vida de esta madre campeona ha estado acompañada de grandes triunfos en el campo deportivo, siendo reconocida como estandarte del departamento y del país en pistas de gran prestigio.
En el 2009, la Federación colombiana deportiva de sordos - Fecoldes la convocó para participar en los Juegos sordolímpicos que se desarrollaron en Taipéi – Taiwán, escenario en donde Leidy ocupó el 5º lugar a nivel mundial.
“Cada vez que gano una medalla se las dedico a mis hijos, quienes son la fuerza que me ayuda a seguir adelante en medio de las dificultades. Por eso soy una mamá campeona”, señala la deportista.
Según Leidy son sus hijos la fuerza que la motiva a seguir adelante.
Lo difícil de ser una mamá deportista
“A mí me toca entrenar y trabajar a la vez para no desamparar a mis hijos. Es muy triste ver cómo en otros departamentos a mis compañeros deportistas los apoyan económicamente para que se sostengan mientras entrenan, a diferencia de lo que pasa localmente.
Hay días difíciles en donde se acaba el dinero y no tengo cómo darles a mis hijos todo lo que necesitan en cuanto a salud, alimentación y recreación se refiere, pero gracias a Dios tengo una familia que quiero mucho y me apoya en todo momento, al igual que unos amigos que creen en mi y no me dejan caer”.
“El hecho de tener una discapacidad no me hace diferente, por el contrario me ha enseñado a vencer los obstáculos que se presenten en cada una de las facetas como madre, trabajadora y deportista”.
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