Por Ginés Conesa
Facultad de Letras del campus de La Merced. Última hora de la mañana. Cuando entro en el despacho de Sonia Madrid -una profesora perfectamente confundible con una alumna- la hallo ultimando con Nacho el dónde y el cómo de la sesión fotográfica. Salen y, al poco, entran. Nacho se despide (transita en moto y siempre va como una ídem) y el periodista tiene ante sí a una joven investigadora que habla casi tan deprisa como la moto del fotógrafo: ágil de reflejos, su cerebro amontona ideas y las explica con afán docente, salpicadas de ejemplos, situaciones y anécdotas. Es muy activa y hasta siente un cierto pudor cuando le expreso el motivo y el formato de la entrevista -«¡Uy! Cuánto de mí misma», dice.
-Tengo entendido que investiga sobre problemas del habla y de la audición.
-Sí. Llevo más de diez años trabajando en el análisis de los trastornos y adquisición atípica del lenguaje en niños sordos de nacimiento que tienen un implante coclear.
[Aclara entonces en qué consiste este tipo de implante: un transductor que transforma las señales acústicas en señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo. El receptor estimulador se implanta en el hueso mastoides, detrás del pabellón auricular y envía las señales eléctricas a los electrodos que se introducen en el interior de la cóclea (oído interno). Los estímulos llegan al cerebro, que los reconoce como sonidos.]
-Asumo mi ignorancia, pero no me imaginaba a una lingüista metida en operaciones quirúrgicas.
-[Ríe la broma] Nosotros actuamos después de la operación quirúrgica. Son niños que no han oído nada, que no han hablado hasta que se les ha puesto el implante. Hasta entonces, esos niños se han comunicado con gestos, han hecho una interpretación del mundo sin lenguaje oral.
-Pero si ya oyen...
-Vamos a ver. Son niños sordos que tienen un dispositivo que les permite acceder al mundo sonoro, pero una vez implantados no son exactamente oyentes normales ni tampoco sordos, están en una zona intermedia. Lo que hay que estudiar es hasta qué medida pueden desarrollar el lenguaje, porque no oyen como nosotros, el sonido que les llega es un tanto artificial y hay palabras que no perciben bien. El lenguaje consiste en aprender estructuras con las que se desarrolla la memoria y la atención.
[Y lo describe: la riqueza léxica se mide por la longitud del enunciado, es decir el número de palabras que se emplea en una frase, y algunos de estos niños, con 6 años de edad, no dicen un enunciado con más de dos palabras. «O sea», dice, «su edad lingüística es de 2 años».]
-¿Porque no se atreven?
-Porque no pueden. Tienen dificultad real para hacer frases largas.
-¿Como consecuencia de qué?
-Es lo que estamos viendo. Es consecuencia de que empiezan a acceder al sonido y al lenguaje muy tardíamente, cuando el cerebro ya se ha estructurado con otra forma de expresión. Puede ser también por una falta de estimulación o por una terapia inadecuada.
-O sea que con el implante no está todo hecho.
-Exacto. Sí, el implante es un invento estupendo, pero con el implante no está todo hecho. Una persona tiene un problema de cadera, le oponen una prótesis y en el propio hospital le dan una serie de sesiones de rehabilitación, pero con el lenguaje ¿qué? Le implantan en la cóclea y a casa. Creo que hay un cortocircuito entre el implante quirúrgico y el aprendizaje lingüístico. En París, los hospitales cuentan con logopedas que automáticamente se hacen cargo de la rehabilitación lingüística de esos niños operados de implante coclear.
-¿Cuántos lingüistas como usted dedican atención a los sordos implantados?
-En España somos poquitos. Que yo conozca, tres. Es completamente nuevo. Los lingüistas no hemos participado en esta línea de investigación durante mucho tiempo. No sé si ha sido por dejadez o porque no nos han dejado. Sí se han ocupado médicos y psicólogos, pero sería bueno -y así lo pretendemos- crear una conciencia de trabajo interdisciplinar, comunicarnos entre nosotros.
-¿Y cómo fue que usted se dedicó a esta tarea tan innovadora?
-Empecé trabajando en ver la relación de las palabras con la imagen, para lo que hice un estudio de 50 años de publicidad gráfica española. Luego, cuando un familiar mío sufrió un ictus que le provocó afasia [dificultad en el habla y en la comprensión del lenguaje] empecé a hacerme preguntas sobre lo poco que habían intervenido los lingüistas en definir las patologías del lenguaje.
-¿Alguna conclusión de su investigación?
-Hasta ahora nuestro trabajo está siendo descriptivo. Tomamos datos del trabajo con esos niños, vemos qué variables están actuando en su aprendizaje, si la terapia es la adecuada porque, a veces, detrás de la sordera hay otros trastornos, como déficit de atención o hiperactividad y eso se transparenta a través del lenguaje. Es muy complejo porque todos los casos no son iguales. Estamos obteniendo datos y vamos a intentar crear un perfil lingüístico adecuado a cada caso. Como el fin social de la investigación es el de facilitar el trabajo a los padres, a mí me gusta pensar que algo podemos hacer.
-Para finalizar, pregunta de actualidad. ¿Qué le parece el movimiento reivindicativo del 15-M?
-No me sorprende. Lo que me llama poderosamente la atención es que no se haya producido antes. Es un movimiento heterogéneo que no se deja analizar fácilmente (de ahí que asuste a algunos sectores políticos) pero que demuestra que gran parte de los jóvenes, y no tan jóvenes, quiere cambiar aspectos sociales y políticos que considera injustos. La sociedad no está tan narcotizada como parece.
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