Por Sofía Negrete
Más de 80 mil maestros celebran este domingo su día en Guanajuato. Son los responsables de la formación de un millón 639 mil alumnos desde preescolar hasta universidad. En sus manos tienen el futuro de nuestro estado. Estas son las historias de algunos maestros ejemplares, que vale la pena reconocer.
Prepara científicos
Efraín Mejía Beltrán dedica el 80% de su tiempo a la investigación y un 20% a preparar nuevos científicos en el Centro de Investigaciones en Óptica (CIO).
“Enseñarles es todo un reto”, dice el maestro Efraín Mejía quien es ingeniero en Comunicaciones y Electrónica, maestro y doctor en Ciencias con especialidad en Óptica.
“El hecho de hacer investigación nos ayuda a reforzar más los conceptos de la física y eso nos ayuda a transmitirlo de una forma más clara a los estudiantes”, explica.
Desde hace 11 años combina la investigación con la docencia por lo que reconoce: “no es algo que todo el mundo puede hacer, personalmente creo que con algo de esfuerzo lo podemos hacer, yo me he dedicado a la tarea de intentarlo, no sé si lo he logrado, pero sigo trabajando en ello, porque no sólo aprende el alumno también el profesor”.
El maestro e investigador ha impartido materias como Electrónica, Fibras Ópticas, Láser, Estadística y actualmente coordina el laboratorio en la maestría en Optomecatrónica del CIO.
Reconoce que la ciencia no es fácil transmitirla, por eso ante sus alumnos suele hacer cosas ‘chuscas’ cuando da una clase, para lograr que si el estudiante se está durmiendo despertarlo y atraer su atención.
“Es difícil llamar la atención de las personas sobre todo de temas tan difíciles como esto y que son cosas que ni siquiera hemos visto y que sabemos de su existencia porque existen teorías, formamos imágenes o caricaturas pero que no son muy exactas y si no se logra ni esto, el estudiante no va a comprender”.
Por lo que dejó claro que como maestro lo importante es transmitir las ideas de manera más sencilla y clara a los estudiantes.
Y reconoció que uno de sus principales retos ha sido que todos sus estudiantes obtengan un buen aprovechamiento en las clases.
“El problema es que traen niveles muy dispares (…) un buen profesor es el que se sabe adaptar al común de todos los niveles”.
Como profesor tiene alumnos que cuando empieza a dar una clase quieren participar porque saben mucho y eso aburre a los compañeros que no tienen el mismo nivel de información; pero de igual forma sabe que si no avanza puede aburrir a los que están avanzados.
“Entonces tengo que tener esa flexibilidad para adaptarme en todos los niveles, hoy vivimos en una época de imágenes, creo que el reto para un profesor es formar una imagen en un estudiante, si yo estoy hablando de átomos, quiero que el estudiante se imagine un núcleo, con unos electrones girando, que ya tenga una imagen que de cierta manera es poco común, el lenguaje de las palabras es un poco limitado, sin embargo se puede utilizar para evocar imágenes”, explica.
“Cuando se logra que todos tengamos una imagen en común, entonces nos conectamos y de cierta manera todos estamos hablando de lo mismo”.
Da clases con señas
A diferencia de todos los maestros, Roxana Mantilla Sarzosa no usa su voz para dar una clase, tampoco el pizarrón, ni el gis. Sus manos son su principal herramienta de trabajo para enseñar a sus alumnos que son sordos.
Desde hace 20 años Roxana se dedica a la docencia; ella es originaria de Lima, Perú, y decidió emigrar a México a los 18 años de edad para estudiar la carrera de Educación Especial.
Actualmente trabaja en el turno vespertino en la escuela Hellen Keller donde atiende a niños sordos que cursan preescolar.
“La vida me llevó a hacer todos esos cambios, cambiar de País y buscar el programa de estudios que yo quería. ¿Por qué? En mi familia mi hermano tiene una discapacidad, el ver a mis papás batallar, buscar escuelas especiales para su apoyo, acompañarlos a sus terapias, eso me llevó a buscar este estudio, en un principio pensé en Psicología, pero finalmente opté por ser maestra”.
Con la voz entrecortada dice convencida: “toda mi carrera he trabajado con niños sordos, no cambiaría mi profesión son muchos años de conocerlos y eso no lo cambiaría”.
La maestra Roxana imparte sus clases todos los días con el lenguaje de señas; también se actualiza constantemente en estrategias de comunicación para trabajar con niños sordos.
“Con el paso del tiempo la experiencia me llevó a la conclusión de que los niños sordos deben ser trabajados con lenguaje de señas, primero porque es su primer lenguaje, a ellos les cuesta mucho trabajo entender como hablamos, porque no saben lo que decimos; ellos no oyen, pero sí ven nuestras manos, si le damos un significado a un objeto con mis manos, con un deletreo, con las señas para el niño va ser más fácil relacionar lo que yo estoy diciendo, lo que ve escrito y lo que ve con mis manos”, explicó.
El reto más difícil para Roxana es cuando inicia un ciclo escolar.
“Los niños físicamente se ven normales, pero no escuchan y eso la gente no lo ve, no lo sabe, creen que con un aparato ya van a escuchar; hoy muchos papás se niegan aceptar esa forma de comunicación (señas), no lo ven como un apoyo, ellos quieren que sus hijos hablen, algunos niños alcanzan a oír algo y emitir sonidos, pero no logran comprender todo. Con el lenguaje de señas se ayuda a que el niño llegue a comprender”, explicó.
Por lo que en cada clase la maestra Roxana trata de establecer una comunicación con lenguaje de señas, que los niños no se sientan con temor, también se les ponen rutinas, como el saludo, pase de lista y carteles con sus nombres, el de los días y fecha.
“Uno como maestro tienen que ir estableciendo esas señas propias o convencionales de si quieren agua, leche, tienen calor, quieren sentarse para que el niño relacione la palabra con esa seña; los papás no lo entienden y no saben que el niño trata de comunicarse, por eso ellos también tienen que estudiar para que se puedan comunicar con el niño”.
El profesor rural
Haga frío, calor o llueva, para iniciar puntual todos los días sus clases en la comunidad Mesa de Ibarrilla el maestro Luis Gonzalo Requena Contreras tiene que salir de casa a las 5:30 de la mañana.
Desde hace tres años trabaja en la comunidad rural, donde atiende dos grupos de la Telesecundaria 1003.
En total suman 30 estudiantes y sus clases inician a las 8 de la mañana.
En los 9 años que tiene de servicio, ya ha trabajado en otras comunidades como Rancho Nuevo, Santa Lucía y Jalpa de Cánovas en Purísima.
Para llegar hasta su escuela, el camión sub urbano sólo pasa tres veces al día: a la 7 de la mañana, a las 4 de la tarde y en la noche.
“Vivo en la colonia Santa Fe y tomo dos camiones: el de la Ibero o 62 hacia bulevar Hidalgo y de ahí el sub urbano, por eso tengo que salir todos los días a las 5:30 de la mañana. El sub urbano pasa las 6:15 y si no tomo ese camión todo se me complica, tengo que trasladarme en camión hasta Ibarrilla y de ahí subir a la comunidad en ‘raite’ o caminando”, explica el maestro.
Cuando se terminan las clases la mayoría de las veces el maestro baja caminando porque el camión pasa hasta las 4 de la tarde y no a las 2 que salen de la escuela.
Pese a todos los problemas que tiene que enfrentar a diario, el maestro Luis Gonzalo deja claro que prefiere trabajar en escuelas rurales y no en las que están dentro de la mancha urbana.
“Estuve ya en un interinato en una escuela de Rivera de la Presa, cuando me dan mi plaza me tocó una comunidad y cuando me fui es una diferencia muy grande entre los alumnos. En una escuela de la ciudad atiendes 45 ó 50 alumnos en un grupo y aquí te baja a 20 muchachos, los jóvenes del campo son más tranquilos, no hay problemas de drogadicción, ni prostitución como ya se ve en León”.
Describió a sus alumnos como nobles, sinceros, caritativos y amables.
“Sí hay una diferencia abismal con los niños de la ciudad, hay compañeros que me dicen: ‘deja ese rancho’. Y yo les digo que no, me puedo cambiar a otra escuela rural, pero no a la ciudad”.
Por ejemplo, a la hora del recreo se reúnen a convivir, sus alumnos llevan frijoles, tortillas y chile para compartirse.
El maestro es originario de Tabasco y reconoce que uno de los retos al que tiene que enfrentarse es que los niños de la zona rural aprenden más lentamente.
“Tienes que estar más cerca de ellos, convivir, saber cómo piensan, es muy difícil meterte a un tema de lleno porque tienes que explicarle muchas veces conocimientos que vieron en primaria. Me han tocado alumnos que no saben las tablas de multiplicar”.
Otro reto, es motivar a sus estudiantes a continuar sus estudios en preparatoria ya que no les interesa porque en la comunidad no hay escuela.
“Se desmotivan en seguir sus estudios y en eso estoy trabajando; les insisto en que sigan adelante, cuando llegué aquí uno ó 2 iban a la prepa y ahorita de 12 jóvenes que ingresaron sólo dos se han salido”, dijo emocionado.
El maestro Luis Gonzalo imparte la clase de Español, Matemáticas, Deportes, Ciencias, Geografía, Historia, Artística, Cívica y Ética, Orientación y Tutoría de Inglés.
Es maestro de maestros
En 37 años dedicados a la docencia, Ismael López Rodríguez ha tenido todo tipo de alumnos: adolescentes, jóvenes, profesionistas y hasta maestros.
Reconoce que ser maestro de maestros, las primeras clases son las difíciles por la ideología y preparación que tiene cada uno.
“Ocurre que muchos maestros se aferran a ideas primarias que traían desde su formación familiar, pero no tienen un credo o sustento (…) están cerrados como un cuadrado y no quieren cambiar la idea, por eso recomiendo la lectura para que vean otras cosas, a veces incluso mezclan las cuestiones religiosas”, explicó.
Egresado del Instituto Politécnico Nacional de la carrera de Ingeniería, Ismael López inició a trabajar como docente en 1974 cuando combinaba su profesión en el departamento de Ingeniería de Ferrocarriles de México y la docencia en preparatoria.
“Me gustó dar clases, me sentía con los jóvenes actualizado por lo que solicité mi base y la recibí en 1978 en el sub sistema de secundarias técnicas impartiendo clases de matemáticas y de ciencias naturales”, recordó.
En su trayectoria le tocó abrir una escuela en San Luis de la Paz, ser maestro en León, ser sub director en Cortazar y en 1982 comenzó a dar clases a los maestros en el Centro de Actualización del Magisterio (CAM).
Actualmente es director en la Secundaria Técnica 33 e imparte cursos y talleres a maestros de Epistemología donde analizan el cómo llega el conocimiento a los alumnos.
“Si hay un grupo de Yuriria se atiende, si está en León, Purísima o donde lo soliciten yo voy, no hago que se desplacen los maestros a León, yo me desplazo para atenderlos en su sede”, comentó.
Al preguntarle sobre su experiencia de ser maestro de maestros, dijo: “no me ha tocado vivir experiencias escabrosas, me ha tocado vivir experiencias exitosas con los maestros, en lo personal cuando llegan a la primera clase es un poco complicado porque no estamos acostumbrados a una lectura dentro de la filosofía, no estamos acostumbrados a leer a filósofos, por eso el maestro tiende a darle miedo el hecho de que tiene que meterse a estos temas y el que puede ser exhibido”.
Ismael López ha tenido como alumnos a maestros de preescolar, primaria, secundaria y bachillerato.
“Dar clases me ayuda a mantener actualizado y preparándome además te das cuenta que muchos profesionistas también se están preparando, en clases uno se puede dar cuenta que hay algunos alumnos que te buscan poner en evidencia, uno ubica a esos alumnos y sabes que es un reto a estar más preparado y si sabemos hay que demostrarlo”, enfatizó.
Es mediador en las riñas
Hace poco más de 20 años, el principal reto de los maestros era enseñar a leer y escribir, ahora eso no basta. Rescatar a los adolescentes del pandillerismo y drogas, y ser mediador en las riñas es parte del trabajo.
Tiene ya 40 años de experiencia en la docencia, trabajando como maestro y ahora director de la Secundaria General número 12 ubicada entre la colonia León I y San Felipe de Jesús, pero Julio Magallanes Martínez nunca imaginó que su trabajo ahora le daría desafíos más difíciles que enseñar a sumar y restar.
Ha tenido que aprender a adaptarse a las nuevas necesidades y transformaciones que han golpeado el sector de la educación y que ahora ha derivado en problemas serios como las pandillas, drogas y embarazos en adolescentes.
“En los 90 todavía se podía hablar de un núcleo familiar donde la mamá se quedaba en casa haciendo las labores entre las que estaban el apoyar a los hijos con las tareas. Antes no había tantos problemas sociales en las calles como ahora”, dijo el maestro.
“Las necesidades de tipo económico han cambiando, y los padres emigran Estados Unidos en busca de una mejora, y provoca que muchos hogares queden desintegrados, hay madres muy jóvenes por no tener ese apoyo familiar que las ayude y que las aconseje, los jóvenes, no quieren llegar a sus casas porque no hay nadie que los atienda y prefieren quedarse en la calle con otros jóvenes igual que ellos”, platicó el director de la escuela.
Lo anterior es lo que prevalece en la institución, según comentó, y sólo un 15% de los alumnos tiene aún esa unión familiar, que se ve reflejado en el desempeño de la escuela y en la estabilidad emocional. La mayoría de los estudiantes viven la etapa de la adolescencia con una desubicación emocional, buscando modelos a seguir que no siempre resultan los adecuados.
Dentro de la escuela, Julio y los demás profesores, se han tenido que enfrentar a experiencias fuertes.
“Ha habido enfrentamientos con otras escuelas por ejemplo con la secundaria 10 que es un problema de antaño, donde hemos tenido que ir al lugar de los hechos donde los muchachos se están peleando, para calmarlos y que vuelvan a la cordura y establecer algunas acciones fuertes y donde nos hemos expuesto en salir heridos y descalabrados los maestros”, relató.
“Cuando descubrimos que un alumno tiene un arma o un cuchillo y que a veces el papá se lo entrega y le dice: ‘No te dejes, defiéndete’; cuando trae problema con otro alumno, llamamos al papá y se convierte en otro agresivo contra el maestro, es una situación muy compleja”.
Consejero ¡y defensor!
Jonathan, de 16 años, y su novia de 15, llegaron agarrados de la mano a visitar a su maestro San Germán. Su visita fue para pedirle un consejo porque van a abandonar sus estudios. Los adolescentes ya viven juntos y en 7 meses serán padres.
Ellos son 2 de los casi mil 150 alumnos que atiende Armando San Germán González en la Secundaria General 16, ubicada en Las Hilamas y a quien califican sus alumnos como un maestro ‘chido’ y ‘buena onda’.
El profesor se dedica a la docencia desde hace 10 años y los últimos 6 años ha dado clases a los estudiantes de Las Hilamas y sus alrededores.
A sus clases llegan jóvenes drogados o que portan marihuana. También va en aumento el número de sus estudiantes embarazadas, otras ya han tenido abortos, el año pasado atendió el caso de una alumna que fue violada por su papá y su hermano, también ha detectado intentos de suicidios y el que sus alumnos tienen familiares que se dedican a la prostitución.
“He encontrado alumnos con su envoltorio de marihuana, venden a 5 pesos una fumada o el mono de agua de celeste en 3, estamos al pendiente de esta situación pero no lo podemos controlar, tengo alumnos que me llegan drogados, ¿qué hago?, les encargo un litro de leche para que se la tomen y que coman algo, porque no han comido nada y en sus casas ni siquiera se dan cuenta”, explica.
Y agrega: “¿por qué lo hago? Es un cuestión ética, moral y porque estoy comprometido con mi trabajo. Hay días que salimos de clases y nos preocupa más que nos vayan a picar a un alumno o a uno mismo. Las pandillas aquí son de 40 ó 50 integrantes, el problema que vemos ahora es que los golpes son con mucha saña”.
Armando San Germán decidió dedicarse a la docencia y ser maestro de secundaria porque es la etapa en que los jóvenes necesitan más atención.
“Es la edad donde ellos definen su personalidad, donde se dejan arrastrar por estereotipos negativos y es la clave medular para que puedan ser mejores ciudadanos. Hoy no se toma la secundaria como eje formador, en la primaria no está formada su personalidad y en la preparatoria ya es muy tarde, la secundaria es la clave”, explica.
Y comenta molesto: “Hoy los padres de familia trabajan por la mañana y en la noche descuidan a sus hijos, justifican que tienen que mantener a sus hijos, pero ni los mantienen, ni los atienden y nos dejan la responsabilidad a nosotros, ven la secundaria para que sus hijos pernocten y no para que sus hijos se desarrollen”.
El maestro San Germán -como le dicen sus estudiantes- ha tenido que defender a sus alumnas y alumnos.
Recordó que hace dos meses intentaron evitar que uno de sus estudiantes fuera golpeado, pero no lo consiguieron, por lo que al día siguiente en compañía de su director buscaron al jefe de la pandilla para pedirle que no volvieran atacar al muchacho o de lo contrario procederían legalmente.
“Antes de ser maestro primero te tienes que acercar a los muchachos, para que tengan confianza y platiquen lo que les pasa para saber cómo ayudarles y más en esta zona tan difícil; cuando se puede te desprendes de las cosas para dárselas o les compras algo para que coman porque a diario hay muchachos que llegan sin haber comido nada”.
En la Secundaria General 16 no cuentan con trabajadora social, tampoco con psicólogo, por lo que los maestros tienen que orientar a los jóvenes.
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