Por María Paola Sánchez
Es lunes cívico y, como de costumbre, los niños llegan a las 7.30 de la mañana. En un silencio lleno de emociones y cargados de energía, el alumnado se enfila para cantar el Himno de Venezuela. Un pequeño se coloca al frente de sus compañeros. Será quien dirija la actividad. A la cuenta de tres las manos se convierten en su voz y dejan fluir los más coordinados movimientos para interpretar el Himno. Los demás lo siguen para formar una coral programada. No hay dificultad ni tropiezos. Todos se entienden a la perfección.
Y es que el mundo de la comunicación es amplio y sin límites. Los 80 niños que integran el Instituto Zuliano de Audición y Lenguaje (Izal), en la calle 68C, primera etapa de la urbanización La Victoria, en la parroquia Caracciolo Parra Pérez, son una prueba de ello. Padecen una sordera casi total y el lenguaje de señas es la herramienta que utilizan para expresar sus ideas y sentimientos.
Zoila Sánchez, directora de la institución, explica que se trata de una organización dependiente de la Gobernación del Zulia dirigida a la formación integral de la población con deficiencias auditivas, a través de un trabajo en el que la escuela, la familia y la comunidad se unen para propiciar la aceptación y convivencia de los niños discapacitados en la sociedad.
La tarea educativa va desde preescolar hasta sexto grado y, aunque están preparados para extender sus alas hasta bachillerato, el Ministerio de Educación (ME) no les ha dado el permiso. “La Gobernación tiene los recursos apartados para establecer el bachillerato. Nosotros tenemos la infraestructura, los temas a dar y el personal, sólo esperamos que el ministerio nos apoye para extender la labor”.
Malformaciones congénitas, enfermedades y fuertes golpes son algunas de las causas más comunes de la sordera infantil. Aunque no se tienen cifras exactas de la población sordomuda en la región, cerca de 33 mil 996 personas padecen disfunción auditiva total en Venezuela, de acuerdo con las estadísticas de Instituto Nacional de Estadística para 2001.
Todos por igual
Una prótesis auditiva adaptada a la oreja es la única diferencia que a simple vista se aprecia en los niños con deficiencias auditivas. Generalmente no presentan rasgos físicos especiales ni dificultades motrices. Zoila Sánchez explica que gracias a esta ventaja el proceso de enseñanza es igual al de los alumnos regulares, sólo que con algunas modificaciones adaptadas a su sistema de comunicación.
La licenciada en Educación Especial puntualiza sólo una dificultad en los niños: Problemas de atención y de lecto-escritura. “En el español tenemos verbos, sujetos, adjetivos y demás normas gramaticales que en el lenguaje de señas no existen o varían de acuerdo a lo que se quiere decir. Es por eso que la parte de leer y escribir es la más complicada”.
Agrega que la historia y geografía dejan de ser clases diarias para convertirse en proyectos de aula durante todo un mes, pues así fijan las fechas importantes en la mente de los muchachos, que suele ser despistada y distraída.
Para mejorar su retentiva, en las mañanas cada maestro hace una serie de ejercicios cerebrales que ayudan a estimular en los niños la memoria, atención y la coordinación entre los dos hemisferios del cerebro. Un grupo de 30 profesionales en foniatría, pediatría, psicología y trabajo social atiende día a día a los pequeños. Todos manejan el lenguaje de señas.
Cada aula alberga entre cinco y ocho niños, lo que equivale a 40 alumnos de un salón regular. La idea es dedicarle el mayor tiempo posible a cada uno para desarrollar sus mejores potencialidades y cumplir el más anhelado sueño: convertir a la institución en un punto de referencia de excelencia crítica y reflexiva que contribuya a la transformación de la realidad social de la comunidad sorda a través de una educación integral de calidad.
Futuro próspero
Wílmer Quiñones, subdirector de la escuela, deja claro que los niños sordos suelen ser excelentes músicos, artistas plásticos y deportistas, pues desarrollan un sentido puro de las artes y el deporte. Con tristeza señala que en la mayoría de los casos son los padres quienes les frenan el progreso por considerarlos improductivos. Consideran que por su limitación no producirán ningún beneficio económico; por el contrario, son un gasto adicional. Pero nada más lejos de la realidad. El también especialista en Educación Especial reitera que los niños sordos son “normales”; es decir, pueden estudiar y formarse en una carrera como cualquier otro individuo. Sólo necesitan el ánimo y constancia de los papás. “Las clases comienzan a las 7.30 de la mañana y terminan a las 12.30 del mediodía, pero algunos padres olvidan que tienen a sus hijos aquí y los dejan hasta el otro día. Nadie se conduele de ellos”.
Quiñones hace un llamado a los representantes con niños discapacitados a llevarlos a la institución, que cuenta con el aval de 42 años de experiencia. El Programa Escolar de Alimentación Zuliano (Paez) está presente en la escuela con el que los alumnos reciben un almuerzo balanceado y nutritivo.
Insiste en que es posible llevar a estos niños al éxito. Ejemplifica que muchos de sus ex alumnos son profesionales y tienen familia. Invita a los padres y representantes a inscribir a sus niños en la institución, que es gratis. “Nosotros les damos las herramientas para que aprendan lo básico, una de las comidas y todo el cariño y la comprensión que necesitan, pero son sus padres los que tienen que traerlos y dejar que los especialistas hagan su trabajo”. Los padres interesados pueden comunicarse al teléfono 7780897 para obtener información.
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