Por Dori Nuñez
Hanifa Bentaher utiliza los gestos para hablar con personas que no saben lengua de signos.
“¿En qué momentos necesito ayuda para comunicarme con otras personas? Pues en situaciones generales como ir al médico o para solicitar unos documentos y en casos como que te persiga un hombre por la calle o que tengas un accidente de coche”, interpreta Clara Armengal de los comentarios de Hanifa Bentaher, socia de Asome.
La lengua de signos fue reconocida en 2007 como una de las oficiales del Estado, pero en la práctica muy pocas instituciones públicas ofrecen un servicio de intérprete para personas sordas que necesitan desde realizar cambios en el censo a asistir a realizar una denuncia.
Hanifa explica que ella nació sorda y que hace unos diez años sí había muchos problemas para poder comunicarse incluso con la familia. Así, ella tuvo que emigrar de Marruecos a Madrid para poder asistir a un colegio especial y aprender lengua de signos.
Sus padres aprendieron poco a poco a signar y mientras tanto, elaboraron un código para que hablar entre ellos fuera más fácil, por ejemplo, su padre era el signo de un bigote.
Ahora asegura que las cosas han cambiado a mejor, ya que se sabe desde bebé si tiene deficiencias auditivas y la información y formación para las familias sobre las necesidades de estos niños están a la alcance de todos.
Ella realiza una vida normal y sólo necesita un intérprete en determinadas ocasiones, ya que a pesar de saber leer, el lenguaje escrito de determinados documentos suele ser complejo y difícil de entender para las personas sordas. En otras escenas de la vida cotidiana no hay dificultades de comunicación si la otra persona realiza un poco de esfuerzo por comprender lo que a través de señales intenta decir, como cuando va a la carnicería y a través de gestos hace su pedido.
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