La constancia marca la carrera del joven deportista gijonés, que se proclamó vencedor con España en el Mundial junior y que no descuida los estudios
No es que no sepa hacer otra cosa, pero sin el hockey sobre patines su vida carecería de sentido. David González es un apasionado del stick. No se cansa de jugar a este deporte, quizá mucho más minoritario que el fútbol, pero, para él, mucho más gratificante. Y eso que es consciente de que no se puede vivir toda la vida de los patines, por muy buen nivel que alcances.
Como ocurre con casi todas las pasiones tan arraigadas, David González comenzó pronto a enamorarse del hockey. Apenas tenía cuatro años cuando empezó a jugar al hockey en una actividad organizada por su colegio, la Milagrosa, y que estaba tutelada por el Biesca Gijón Hockey Club, entidad en la que se formaría como jugador posteriormente. El asma que padecía le impedía practicar a pleno rendimiento al fútbol sala y terminó enfundándose los patines incitado por varios compañeros de colegio.
Era David un chaval normal proveniente de una familia trabajadora, como otras muchas que proliferaban por aquel entonces en su barrio de El Llano. De hecho, se crió en el entorno de su propio colegio, dado que su casa está en la calle Niño Jesús, la misma donde ejercen sus labores educativas las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en la Milagrosa.
Sus padres, de nombre Francisco José y María Encarnación, realizaron un esfuerzo enorme por educarlo y formarlo. Francisco José trabaja de soldador y Encarnación, en Hunosa fabricando piezas textiles para los trabajadores. Tiene una hermana mayor, llamada María, de 23 años, cinco más que él, que el próximo viernes, día 30, cumplirá la mayoría de edad.
Desde un principio, en casa le apoyaron en su afición por el hockey. Sus padres, con la dificultad añadida de ser ambos sordomudos, viven volcados en él, algo que se ha visto reflejado en su carácter, marcado por la ambición y la constancia. Desde sus inicios en el Biesca Gijón destacó por su entrega y gran concentración, tanto en los entrenamientos como en los partidos. Antes de acudir a las sesiones de preparación bajo las órdenes de los hermanos Sierra, técnicos del Biesca, se pasaba un rato por el gimnasio del Club Natación Santa Olaya y, en épocas de descanso o vacaciones, no faltaba a su rutina de correr por el paseo del Muro.
Así se fue forjando un gran deportista, con importantes cualidades en la pista. Fernando Sierra lo define como un «buen patinador que técnicamente se maneja bastante bien y con un disparo muy potente». A pesar de jugar de delantero, no descuida la defensa, a lo que le ayuda su gran condición física.
«Duku», como lo llaman todos sus compañeros como abreviatura de «Daviducu», siempre se ha caracterizado por su seriedad. Una seriedad que alcanza más allá del plano deportivo y fundamenta su modo de vida fuera de las pistas. No ha descuidado los estudios un ápice. Tras hacer Primaria y Secundaria en la Milagrosa, completó el Bachiller en el centro de La Salle de San Eutiquio. Ahora cursa primero de Fisioterapia en la universidad en Oviedo.
Ciertamente, su vida está ahora más ligada a la capital del Principado. La pasada temporada decidió poner rumbo al FM Oviedo y dejar atrás su etapa formativa en el Biesca para dar un salto en su carrera deportiva y poder competir en Primera Nacional, la segunda categoría del país. Pero, además, al ser jugador joven compite a la vez con el equipo del FM Oviedo de Segunda, con el junior y, hasta este año, con el juvenil. Había fines de semana que jugaba hasta cuatro partidos, viajando con el primer equipo para disputar un encuentro y a su regreso, sin descanso, saltaba a la pista de nuevo con otro de los equipos menores para luchar en otro enfrentamiento. No se cansa ni se cansará jamás de su amado deporte.
Su forma de vida no es la típica de un adolescente. El hockey sobre patines y los estudios ocupan la mayor parte de su tiempo. Y cuando no está haciendo una de esas dos cosas, se ocupa de cuidar la relación con su novia barcelonesa.
Dada su proyección, no es nada descabellado que «Duku» termine recalando en Cataluña, donde están asentados casi todos los equipos punteros del hockey español. Cumpliría así uno de sus sueños: jugar en la máxima categoría.
Otra de sus aspiraciones es llegar a la selección absoluta. De momento ha completado el paso de jugar con la junior, con la que se proclamó recientemente campeón del mundo en Portugal. Sin duda, ha sido todo un premio a su tesón y constancia, que, seguramente, traerán nuevos y mejores frutos para gloria personal de «Duku» y del deporte gijonés y asturiano.
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