“Si sigo en esto es por el sueño de disputar unos Juegos como individual”. Es el leitmotiv de Carolina Rodríguez, la gimnasta española de rítmica con mayores posibilidades de competir en los Juegos de Londres, ocho años después de hacerlo en Atenas en la modalidad de conjuntos. Desde entonces pasó por su descarte del equipo nacional, una semirretirada, y su regreso hasta situarse entre las 20 mejores del mundo.
Carolina Rodríguez intenta en los Mundiales que se están disputando en Montpellier, Francia, quedar entre las 15 primeras que irán a Londres. Si no lo consigue ahí, tendrá una segunda oportunidad en un torneo preolímpico, que otorgará cinco plazas más.
La campeona nacional fue becada en el CAR de Madrid tras debutar a los 15 años en unos Mundiales, en 2001. Unos meses antes de los Juegos de Atenas la incluyeron en el conjunto y vivió su primera experiencia olímpica. “Lo soñaba desde niña, cuando no sabía siquiera lo que eran unos Juegos”, recuerda. “Después tuve la sensación de ¿ahora qué? No sabía si continuar. Volví a Madrid y tuve muchas desilusiones”, relata.
"Estoy de nuevo aquí, ¿por qué no vivir ese sueño otra vez?"
En 2007, la bielorrusa Anna Baranova, actual responsable del conjunto, le dijo que no entraba en los planes de la Federación.
Regresó a León, junto a sus padres sordomudos, con los que apenas podía comunicarse mientras estuvo en Madrid.
Lo hacía a través de la entrenadora que la formó, Ruth Fernández. Unos meses antes, su hermano mayor había fallecido en accidente de circulación y sus padres necesitaban a su lado a Carolina.
“La habían echado de la selección y la veía frustrada”, rememora Ruth Fernández, que la animó a seguir compitiendo con su club, el Ritmo. Una nueva seleccionadora, la búlgara Efrossina Anguelova, la intentó repescar, pero Carolina se negó a volver a Madrid. Permaneció en casa, entrenándose en una sala del nuevo CAR de atletismo, y pasó del puesto 68 en unos Mundiales al decimoséptimo en los de 2010. “Ahora disfruto más. De jovencita, cuando fallas, ni te enteras de por qué. A mi edad (25 años) eres consciente de todo”, asegura.
En Montpellier compite con dos ligamentos del tobillo derecho rotos y otro más parcialmente. Si se clasifica ahora para Londres le daría tiempo a operarse. “Es la vez que voy más preparada, físicamente no, pero sí más centrada y sin sensación de ahogo”, garantiza. Numerosas rivales la superan en cualidades físicas y técnicas. “Pero ella tiene ángel, algo diferente”, destaca su entrenadora, “sabe expresar sin necesidad de oír la música. Quizá es por su facilidad para relacionarse mediante el lenguaje de signos, pero hace fácil lo difícil y te emociona”.
Carolina mantiene con la seleccionadora que la descartó una relación fría pero respetuosa. “Coincidimos en el hotel durante los campeonatos y ‘hola, buenos días’”, relata la gimnasta, estudiante de psicología a distancia, que no se hubiera imaginado tener una segunda oportunidad olímpica cuando fue apartada. “El tiempo ha pasado muy rápido y estoy aquí de nuevo. ¿Por qué no vivir ese sueño otra vez?”
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