Soy una madre viuda y sorda, con dos hijos sordos. Cobro la pensión de mi marido, pago impuestos, voto y hago lo mismo que todos.
Pero mis hijos de 27 y 25 años, no tienen trabajo aunque cuenten con una educación.
Mi marido, Norberto Novoa, trabajó en AYSA durante más de 33 años hasta que murió.
Me prometieron trabajo para mis hijos, pero pasaron 7 años y sigue la promesa: “Ahora no se puede, tenga paciencia, falta poco”. Aunque agradezco al sindicato de mi marido por ayudarme, lo que necesito es un empleo para mis hijos.
Ellos se anotaron en el Ministerio de Trabajo, no pasó nada. En Tribunales, nada. En las empresas privadas, la ley del 4% no funciona en ningún lado.
Les imploro a los funcionarios del Gobierno que lean esta carta y ayuden para que mis hijos consigan trabajo.
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