Científicos de Canadá que colaboran con Salamanca investigan si recuperar audición por medio de un implante coclear implica pérdida de visión.
Las personas que sufren sordera congénita tienen una mayor agudeza visual. Este hecho ya comprobado, que aparentemente parece responder a un mecanismo de adaptación para compensar las carencias de uno de los sentidos al potenciar otro, hace que expertos de Canadá se pregunten ahora si, por el contrario, cuando una persona sorda de nacimiento recibe un implante coclear puede llegar a perder visión. Uno de estos expertos canadienses ha visitado Salamanca para compartir con los científicos del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl) algunas técnicas que desarrolla en su laboratorio a la hora de realizar este tipo de investigaciones sobre audición en modelos animales.
Stephen Lomber trabaja en el Departamento de Fisiología y Farmacología del Centre for Brain and Mind, un centro perteneciente a la universidad Western Ontario ha explicado a DiCYT que su labor consiste en "estudiar las principales causas de sordera neurológica y sus mecanismos", para emplear este conocimiento en el desarrollo de implantes cocleares. En concreto, investigan "cómo el cerebro cambia su estructura funcional cuando se produce la sordera" y cómo esos cambios se pueden aprovechar en los implantes cocleares, que consisten en pequeños dispositivos que se pueden implantar para transformar las señales acústicas en señales eléctricas que estimulen el nervio auditivo del paciente.
Sin embargo, el laboratorio de Lomber no trabaja directamente con humanos, sino que realiza ensayos con gatos sordos congénitos. De hecho, hay un tipo de gatos albinos que, cuando tienen los dos ojos azules, en el 80% de los casos son sordos de nacimiento. En los humanos, las sorderas de nacimiento también son muy comunes y se asemejan a la sordera congénita de estos animales en ciertos aspectos, como presentar una mayor agudeza visual que el resto de las personas. Por, eso "estamos estudiando los cambios que sufre el cerebro como consecuencia de esa sordera y su relación con su mayor habilidad visual", comenta el científico canadiense.
Probablemente esta relación entre sordera congénita y agudeza visual sea un mecanismo de adaptación, pero los científicos aún no lo han podido comprobar. Los investigadores de Ontario se preguntan si tras un implante coclear y la recuperación del sentido del oído existe "algún tipo de reestructuración en el cerebro que haga que pierdan visión" o si, por el contrario, se trata de aspectos diferentes que no siguen teniendo relación entre sí.
Técnica compartida con Salamanca
Para estudiar estas cuestiones, Stephen Lomber ha desarrollado una técnica pionera que, en esta ocasión, le ha traído a Salamanca, ya que el equipo de Manuel Sánchez Malmierca, investigador del Incyl, también la está empleando, aunque lo hace para proyectos de investigación diferentes.
Se trata del enfriamiento de la corteza cerebral, método que este investigador canadiense utilizó por primera vez y que ahora emplea también este equipo salmantino en el estudio del sistema auditivo en roedores. En esencia, consiste en enfriar la corteza cerebral del animal con el que se trabaja para ver cómo funcionan las neuronas de forma independiente, ya que, al bajar la temperatura, una parte del cerebro se inactiva. "Nos permite ver mecanismos de adaptación neuronal a nivel subcortical. Desactivamos la corteza y al hacerlo vemos si es la corteza cerebral la que gobierna esos mecanismos subcorticales o si son independientes", comenta Malmierca.
Stephen Lomber ha visitado el Instituto de Neurociencias para que este grupo de investigación pueda avanzar con esta técnica y para presentar su trabajo a los especialistas salmantinos, por medio de un seminario de investigación que ha tenido lugar esta mañana.
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